Se han tomado
medidas y se han realizado investigaciones en este terreno (noviembre de 2009),
pero no parece suficiente, según el Doctor Ávila Vázquez:
Se aprobó una ley que intenta regular la
actividad, es un paso adelante pero insuficiente. Es preciso defender los
derechos ciudadanos de los pacientes cuando la ciencia neoliberal los manipula
con fines estrictamente comerciales. Con ese objetivo la UNESCO emitió la
Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos en 2005, formulando
lineamientos que promueven la defensa de los grupos vulnerables; propendiendo
al beneficio de la comunidad que pone su cuerpo; protegiendo a las personas de
los daños a su salud; justificando las investigaciones transnacionales
solamente en la necesidad del país anfitrión; exigiendo la independencia de los
comités de ética de evaluación, respecto de los laboratorios y comités locales,
entre otros aspectos. El avance del conocimiento humano es importante para
mejorar las condiciones de vida de la humanidad, pero no su única condición. La
Comisión de Determinantes Sociales de la OMS publicó que los avances en
medicamentos y tecnología, entre 1991 y 2000, evitaron 176.633 muertes en EEUU,
pero si la tasa de mortalidad en afro-americanos fuera igual a la de los
blancos se hubieran evitado 886.202 muertes, demostrando que el problema no
está en que nos falten conocimientos sino que las herramientas para cuidar y
recuperar la salud no están al alcance de todos por la gran inequidad del
sistema.
Desde 1970 en
la India la producción de genéricos podía ser comercializada en otros países
pobres que, como en ese país, cuentan con una proporción de gente muy
vulnerable al SIDA, como es la mayoría de los países del África subsahariana.
En estas zonas se puede calcular una población infectada que supera los
cincuenta millones de personas. La falta de estos medicamentos
antirretrovirales produce una mortandad de más de tres millones de personas por
año. Dice la Dra. Teresa Forcades i Vila:
La industria farmacéutica india de
genéricos ha sido hasta el momento fundamental para asegurar el acceso a los
medicamentos a un porcentaje ínfimo pero creciente de la población de los
países pobres. Especialmente el acceso a los medicamentos antirretrovirales
necesarios para tratar la infección por HIV. Gracias a esta libre competencia
que eliminaba el sistema de patentes, el precio del tratamiento se había
reducido hasta el año 2004 de 1.500 a 150 dólares anuales por persona. Además,
dado que no tenían que respetarse las patentes que obligaban a producir cada
medicamento por separado, los laboratorios indios podían combinar los
tratamientos múltiples en una sola pastilla.
Esta
posibilidad de combinar tres principios activos en una única pastilla
posibilitó una baja de los costos que abrió la posibilidad de acceso a millones
de personas que, de otro modo, hubieran encontrado una muerte segura en el
corto plazo. Al mismo tiempo esta industria ocupaba hasta 2003 a 500.000
personas en más de 20.000 empresas. Éstas mediante trabajos a terceros
incorporaban otros 2,5 millones de puestos de trabajo. Pero este proceso de
crecimiento industrial farmacéutico fue fuertemente presionado por los
laboratorios internacionales. La Organización Mundial del Comercio (OMC) hizo
sentir todo su peso. Como resultado de ello el gobierno de la India derogó la
ley de 1970 y aceptó la imposición de las patentes de los grandes laboratorios.
Lo cual produjo una decuplicación de los precios. A partir de 1995 la pequeña y
mediana industria medicinal de la India soportó 8.926 demandas judiciales cuya
consecuencia fue la pérdida de más de 7.000 patentes que ahora deberán afrontar
el pago de los honorarios internacionales.
El laboratorio
Pfizer, que ye hemos nombrado en estas notas, es hoy la mayor compañía
farmacéutica, y uno de los conglomerados principales de los EEUU en el mundo.
Su poder logró doblegar al gobierno francés ante la amenaza de retirarse de ese
país si persistía con sus demandas contra este laboratorio.
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