El caso de la
industria de la telefonía móvil es un buen ejemplo de cómo se manejan las
multinacionales respecto de la prioridad del negocio. Se han encargado de
ocultar el resultado de investigaciones que demostraban la contaminación
electromagnética y sus consecuencias sobre la salud humana. Por ello insiste
Jara:
Soy partidario de aplicar siempre el
principio de precaución antes de poner en servicio una tecnología que pueda
dañar la salud humana. La información veraz libera, la alarma la provocarán
quienes impulsen tecnologías y servicios contaminantes. Existen centenares de
estudios científicos que concluyen que la contaminación electromagnética es
dañina para nuestra salud. También existen multitud de trabajos, casi más que
los primeros, pagados por las operadoras telefónicas, cuyas conclusiones son
contrarias a los primeros. En los últimos años se han publicado varios
macro-estudios, hechos por científicos de diferentes países,
multidisciplinares, con financiación pública, que concluyen que esta polución
daña nuestra salud. Incluso el Parlamento Europeo se ha hecho eco de ellos y ha
llamado a la aplicación del principio de precaución.
En nuestro
país, en el cual la proliferación de los celulares ha llegado a batir records
–ya hemos llegado a la proporción de más de dos celulares por persona−. Un
negocio de esta magnitud no permite que la información llegue al público,
puesto que las empresas publicitan sus productos en los medios que deberían
comunicar estos resultados.
En
contraposición a esta conducta aparecen en esos mismos medios de comunicación
informes, casi siempre proporcionaos por alguna universidad desconocida, que
nos hablan de la detección de algún tipo nuevo de enfermedad. Miguel Jara las
denomina “enfermedades inventadas”. Cabe preguntarse ¿qué es una enfermedad
inventada? Algo ya vimos en las denuncias de la monja Teresa Forcades, veamos
lo que nos agrega el investigador:
Durante los últimos lustros asistimos a
la aparición en los medios de comunicación de enfermedades nuevas, nuevas
denominaciones de síntomas que se confunden con enfermedad. Por ejemplo, la
timidez está siendo diagnosticada como Fobia social para vender antidepresivos.
Y el Síndrome de las Piernas Inquietas es un concepto nuevo para definir
ciertos problemas neurológicos que padecen algunas personas pero se etiqueta
así para abrir nuevos mercados y vender nuevos medicamentos neurolépticos. Son
enfermedades que no existen y están promocionadas por laboratorios
farmacéuticos. Esto se hace permanentemente. Están apareciendo “enfermedades”
como las que describe el DSM-IV, el libro sobre diagnóstico de patologías
psíquicas que es la “Biblia” de los psiquiatras. El Trastorno Oposicionista
Desafiante, que es la rebeldía de los niños o el Incumplimiento terapéutico,
cuando un paciente decide no tomar su medicación, parece surrealista, ¿no? Pero
es cierto.
La creación de
nuevas enfermedades o el pánico generado por la exageración de peligros a
enfermarse se ha visto hace poco con la gripe A:
Se ha repetido la campaña de marketing
del miedo que ya se puso en marcha hace pocos años con la gripe aviar. Con
similares actores y beneficiarios. Se toman enfermedades leves y se crea alarma
social para expandir la sensación de tensión y preocupación para que de este modo la población “acepte” los
tratamientos que ofrecen los mismos que crean esos temores. Esto no se hace de
un día para otro. Para comprenderlo hay que entender las redes no conectadas
entre sí de relaciones de influencia desarrolladas por la industria
farmacéutica durante las últimas décadas.
¿Hasta dónde
puede llegar la impiedad de ganar dinero? Recordar experiencias no tan lejanas,
no permitir que el olvido nos ciegue ante nuevas maniobras de manejo de la
conciencia colectiva se torna imprescindible:
En España ha comenzado la vacunación
contra la “pandemia” de gripe A. Como han advertido muchos profesionales
sanitarios durante los últimos meses el remedio puede ser peor que la
enfermedad. Esta vacuna se ha vendido expandiendo el miedo entre la población
para que se inocule una vacuna que sin el marketing del miedo no se
utiliozaría, al menos en la medida que interesa a los laboratorios fabricantes
de la misma. La gripe A es una enfermedad leve, más que una gripe estacional y
las vacunas siempre pueden producir reacciones adversas de diferente gravedad.
Es necesario saber que la Comisión Europea ha autorizado para toda Europa dos
vacunas: Focetria, del laboratorio Novartis y Pandemrix, de GlaxoSmithKline.
Ambas llevan como conservante mercurio, el polémico timerosal. Este excipiente
puede producir autismo (trastorno generalizado del desarrollo que se
caracteriza por una alteración de la interacción social y de la comunicación,
así como por patrones de comportamiento repetitivos y estereotipados) en los
niños, entre otros daños neurológicos.
Debemos estar
atentos ante este tipo de denuncias. Sobre todo cuando puede parecer un delirio
inaceptable, algo que no puede creerse que esté sucediendo. Esto prueba la
eficacia de las campañas publicitarias y el silencio de muchos profesionales de
la salud.
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