No es sencillo saber si están seriamente preocupados por las ONG o es una
maniobra para encubrir las tareas de estas organizaciones que, en muchos países
de la periferia, funcionan como cobertura de las Agencias de Inteligencia de
los EEUU. En una conferencia coauspiciada por el derechista Instituto de
Asuntos Públicos, de Australia presentaron quejas como éstas:
Las ONG crearon sus propias reglas y ahora quieren
que los gobiernos y las empresas se sometan. Dirigentes empresariales y
políticos son obligados a responder a la maquinaria
mediática de las ONG, y los recursos de los contribuyentes e inversionistas
son usados para fines que ellos nunca avalaron. El extraordinario crecimiento
de las ONG en estados liberales tiene el potencial de socavar la soberanía de
las democracias constitucionales
El hecho de que en la conferencia participaron no menos de 42
funcionarios de política exterior, autoridades judiciales y figuras prominentes
como el ex jefe de los asesores políticos del Pentágono Richard Perle y Lynne
Cheney, esposa del vicepresidente Dick Cheney, parece sugerir que Washington
parece presentar esto como una verdadera embestida contra las ONG.
Sin embargo, en un mensaje posterior de la conferencia, se hizo una
diferenciación dentro del total de esas organizaciones al señalar que algunas
ONG, como Amnistía Internacional, CARE, Oxfam y Amigos de la Tierra
Internacional, habían realizado un valioso trabajo en la promoción de los
derechos humanos, el desarrollo y la protección del ambiente. A pesar de ello
advertían que algunas de sus políticas, en particular la internacional, podrían
socavar los intereses de Estados Unidos y los principios de la libre empresa.
Las ONG internacionales persiguen «una nueva y penetrante forma de
conflicto» contra las corporaciones multinacionales o «biz-war» (del inglés
«bussiness», negocios, y «war», guerra), sostuvo el profesor de Ciencias
Políticas de la Universidad George Washington, Jarol Manheim. Las ONG, por
ejemplo, trabajan con inversores institucionales como fondos de pensión
sindicales y eclesiásticas en el movimiento denominado «de inversión social»,
que patrocina políticas empresariales respetuosas del ambiente y de los
derechos humanos en asambleas de accionistas. Esos esfuerzos, dijo Manheim,
deben ser considerados «parte de una campaña anti-empresa mayor» que también
incluye boicots y otras medidas para influir sobre el comportamiento de las
compañías.
Por otra parte, las empresas participan cada vez más en
proyectos conjuntos con ONG, apelan a asesores de ONG e incluso contratan a
empleados de ONG para protegerse contra la publicidad negativa, según el
experto. Esa posición fue compartida por el Sr. Entine, de AEI, quien afirmó:
«El movimiento de inversión social es un lobo disfrazado de cordero. Las ONG contrarias
al libre mercado extienden su alcance hasta las juntas de las corporaciones..
Por su parte, el profesor de Asuntos de Gobierno Jeremy Rabkin, de la
Universidad Cornell, cuestionó a las empresas que procuran mantener buenas
relaciones con las ONG:
Por supuesto, es un programa
de izquierda. Es global, es antinacional, la propia noción de organización no
gubernamental es un concepto estalinista.
Por lo que
hemos podido leer en la información pública, hasta acá, debemos comenzar a
pensar, junto a Hamlet que "Algo está podrido… (pero no sólo) en el Estado
de Dinamarca)". Que el concepto de Democracia se ha ido transformando en
la más grande democracia occidental, bajo la conducción del gobierno republicano,
con la aprobación de los demócratas que lo sucedieron, lo cual no deja a nadie
afuera de este juego.
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