El
lenguaje no es nunca neutro, con mayor razón aún en esta etapa mundial en la
que la globalización tuvo como un instrumento privilegiado la manipulación de
la información. La condición necesaria para ello fue la concentración de la
propiedad en pocas manos. Esas manos fueron muy poco inocentes: pasaron a ser
dominio, directa o indirectamente, de las grandes multinacionales. Si he estado
escribiendo sobre la mentira voy a cederle ahora la palabra a una personalidad
intelectual, académico, docente universitario, de larga trayectoria en el
periodismo, quien apunta a un hecho que demuestra que Discepolín no se equivocó
con aquella vieja profecía: «Hoy ya murió el criterio, vale Jesús lo mismo que
el ladrón».
Washington
Uranga[1], en
una nota publicada el 11-2-14 que tituló Mentiras
y relato, comentó una noticia que pareció haber violado el último límite de
lo permitido por la ética profesional:
Quien conoce mínimamente el funcionamiento de los medios
periodísticos sabe que la nota principal de la tapa de un diario –máxime de una
edición dominical– no puede ser nunca el resultado del desliz o la equivocación
personal de un periodista. Ese título es siempre la consecuencia de una
decisión editorial de la que participan los máximos responsables del medio.
Dicho esto no cabe sino pensar que la especulación –disfrazada de noticia–
acerca de una presunta reunión del papa Francisco para promover el “diálogo
social” en la Argentina publicada el domingo por el diario La Nación (también
se hizo eco Perfil) es una pieza más de
la estrategia de la oposición mediática para instalar el relato de la crisis.
Y, más allá de los señalamientos que se le pueden hacer al periodista que firma
la nota (avalado también por uno de los columnistas más destacados del medio),
existen, sin duda, responsabilidades ineludibles de las autoridades editoriales
respecto de conductas profesionales reñidas con la ética.
“Para muestra basta un botón”, dice el adagio popular
para indicar que, en muchos casos, no es necesario mostrar todo y que de un
ejemplo se puede deducir lo que aún no se ha descubierto. Puede ser riesgosa la
aplicación del refrán cuando, por ejemplo, se trata de cuestiones sometidas a
la Justicia y para las que se necesitan pruebas para derribar la presunción de
inocencia a la que tiene derecho toda persona. Pese a eso el “botón de muestra”
suele ser un recurso habitual de los opositores mediáticos. Sin embargo, en el
caso de la desmentida reunión en el Vaticano la falsedad quedó a la vista,
descubierta y denunciada por todos los supuestos actores y hasta por el propio
papa. Y puede servir para mostrar la metodología utilizada por ciertos medios
de comunicación y por determinados periodistas para intentar desprestigiar y
desacreditar al Gobierno.
Son precisamente aquellos que tanto han insistido en
denunciar el “relato oficial” quienes intentan, por los medios que fueren,
instalar el “relato de la crisis” para indicar que la Argentina está pasando
por un momento caótico, con rumbo incierto y con pérdida de poder político por
parte del Gobierno en general y de la Presidenta en particular. Los datos
macroeconómicos –incluso los elaborados por economistas que se afilian en la
oposición– y políticos –también reconocidos por figuras opositoras– no indican
eso. Y muchos titulares apocalípticos de medios impresos y zócalos de
televisión no condicen con lo que después se presenta como noticia. Pero “el
relato” de la crisis está instalado y se reitera –sin fundamentos a la vista–
tratando de imponer aquello de que “algo queda”.
[1] Profesor
de la cátedra "Políticas de Comunicación" de la Facultad de
Comunicación de la Universidad Javeriana y de la Universidad Jorge Tadeo Lozano
de Bogotá, Colombia, Profesor titular de la cátedra "Planificación de la
Comunicación" de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires y de la Facultad de Comunicación Social de La Plata. Actualmente
es Director de la primera Maestría en Planificación y Gestión de Procesos
Comunicacionales (PLANGESCO) de la República Argentina.
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