De
lo afirmado anteriormente, podemos extraer una premisa sobre la cual apoyar las
reflexiones siguientes: la juventud, como otras tantas categorías del análisis
social, es un concepto construido que responde a demandas de épocas. Por ello
no puede ser pensado ni utilizado como si fuera una categoría del orden
natural. No fue lo mismo haber sido joven en el siglo XIX que en la segunda
mitad del siglo XX. No se trata de un cambio en la biología, sino una respuesta
a los cambios socioculturales que impone el devenir histórico. Es el resultado
de la acción colectiva de muchos, pero no es atribuible a la creación de
algunos.
En
esta misma línea de pensamiento, la profesora de Psicología Social de la
Universidad de Oviedo, España, doctora María de la Villa Moral Jiménez, publicó
en la revista de su Facultad de Psicología una extensa investigación titulada,
precisamente, La juventud como
construcción social. Sus conclusiones apuntan críticamente contra una
actitud que no repara en la condición del concepto juventud como construcción:
Los
investigadores de la realidad social tendemos a construir primero los conceptos
(juventud) y con posterioridad amoldamos la diversidad (los jóvenes) a la
categoría conformada socialmente en un ejercicio de reificación que, bajo parámetros
análogos, también se extiende al orden social donde deja sentir sus efectos
(juvenalización). En las coordenadas actuales, semejante proceso de
conceptualización se ampara en el poder de las evidencias y en el estatuto
relegado de verdad. De ahí la necesidad de desmitificar la adolescencia como estadio psicosocial que representa un
reto para la investigación, máxime en las actuales condiciones de moratoria y
cautiverio en la adolescencia en las que se hallan inmersos los jóvenes
contemporáneos. Interesa descubrir cómo las tramas sociales, culturales,
políticas, históricas, etc., han ido conformando la perspectiva dominante
convenida sobre las condiciones actuales mediante las que se posibilita la
(re)definición de los adolescentes y jóvenes contemporáneos desde parámetros
claramente psicosociológicos. La juventud es un signo de los tiempos modernos y
postmodernos. Esta aseveración, que entronca directamente con la idea de
construcción social de la juventud como producto sociohistórico, constituye una
de las premisas de este estudio.
En
la utilización del concepto construir
socialmente, deben diferenciarse: a- la construcción sociocultural que el
proceso de cada cultura va haciendo a lo largo del tiempo, que se va imponiendo
por los usos y costumbres, de b- la capacidad del investigador para crear
categorías investigativas desde el laboratorio, para luego encajar la realidad
dentro de ellas. Esto último es lo que denuncia y critica la doctora Moral
Jiménez:
Construir
la pubertad, la adolescencia y la juventud es relativamente fácil. Se suele
crear y ajustar "la realidad" a la conformación de una entidad o
condición social que se practica con relativa frecuencia a través del proceso
de etiquetaje social y, cuando lo etiquetado toma conciencia de sí mismo, ello
favorece tanto la reinstalación de un estado de certidumbre asociado a
búsquedas inducidas como el efecto distractor: que distrae la atención mental o
concentración sobre la realidad real
se deriva hacia la realidad que crea el concepto.
Con
mirada atenta, el filósofo
y ensayista español José Ortega y Gasset[1]
(1883-1945) sostenía que «La vida no se da como algo definitivamente hecho,
sino como algo por hacer, como un quehacer», y el joven no es una excepción.
Debo agregar que ese quehacer o devenir constitutivo de la identidad individual
se convierte en un ¿qué hacer? como
gran interrogante de nada fácil respuesta.
[1]
Estudió en la Universidad
de Deusto, Bilbao, y siguió en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Central de Madrid. Fue doctor de Filosofía por la Universidad de
Madrid.
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