domingo, 29 de agosto de 2010

La inmoralidad del capitalismo XVI

Todo este largo, y por momentos tedioso, recorrido, con las dificultades propias de internarnos en los vericuetos del capitalismo global, del manejo de las grandes compañías internacionales, en el entramado de relaciones entre inversores, funcionarios, políticos, técnicos auditores, etc., ha pretendido colocar en la superficie del espacio comunicacional una cantidad de información que no ha sido totalmente ocultada, puesto que salió a la luz con el juicio por quiebra, pero que no circula por los canales de los medios masivos de información. Este modo de informar dentro de la sociedad democrática formal demuestra que no es tan grave lo que distorsiona respecto de los datos, sino que es mucho más grave la cantidad de información que oculta. Una palabra de las últimas décadas, que ha adquirido un uso intensivo entre los analistas de medios, es invisibilización. Palabra que intenta decir que el fenómeno reproduce una especie de pases mágicos: las cosas que suceden están presente pero no se habla de ello, pueden ser mencionadas como de pasada, pero no se las aborda con un informe serio, exhaustivo, profundo que explique qué pasó, cuándo pasó y por qué pasó.
Una intensa neblina se expande por el campo informático tornando la realidad en figuras fantasmáticas, que pretenden convertirlas en “poco creíbles”. Este procedimiento, por el cual se muestra la realidad de modo de que no sea aceptada como real, se parece a esos canales de televisión que exhiben grandes producciones sobre la visita de seres extraterrestres viajando en fantasiosas naves. Se logra con ello que se puede creer un poco y se puede dudar otro poco: la verdad se diluye. Es decir la información se mueve dentro de un abanico que se extiende desde lo que se oculta totalmente, lo que se muestra sólo en parte, lo que se distorsiona a partir de datos reales, hasta lo que es totalmente falso. El consumidor de información, ese “ciudadano de a pie”, tiene que hacer esfuerzos no siempre a su alcance para formarse una opinión medianamente aceptable.
El resultado permanente de esos manejos informáticos empuja hacia la incredulidad, la pérdida de confianza, el escepticismo o, en una actitud de desesperanza, por lo que se abandona todo intento de saber qué pasa en el mundo. Podríamos decir, con cierto cinismo, que se ha logrado lo que se buscaba. Más aún, si no fuera aberrante y delictivo merecería el reconocimiento por la gran habilidad para el manejo de la opinión pública: tema exhaustivamente estudiado por los especialistas en análisis de medios. Se puede llegar al extremo de decir un disparate inaceptable que pase sin mayores comentarios. Por ejemplo Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa del gobierno de George W. Bush entre 2001-6, informaba que se desarrollaría una guerra sin víctimas. Nos dijo que: «la fuerza militar más poderosa del mundo puede atacar a un país desarmado y bombardearlo durante semanas sin que haya muertos, es más, sin que haya victimas». Esto es imposible pero sin embargo se dice y oficialmente se acepta.
No puede sorprendernos saber que se dice lo que no es cierto, se oculta lo que en realidad sucede, se informa aquello que es aceptable del modo más aséptico (neutralidad de la información). En resumen llegamos a saber sólo una parte de la verdad sin tener certezas de que sea cierto. Se comprenderá entonces por qué, en un tema tan importante para la vida de todos nosotros, la actividad económica, nos sea tan dificultoso acceder a esa verdad. En esta línea se inscriben esta serie de notas que, partiendo de la búsqueda de información veraz, disponible en los medios alternativos que publican en Internet, informes de investigadores de reconocida trayectoria, estudios e investigaciones de universidades de prestigio, han intentado acercar un panorama de un aspecto de la sociedad capitalista tratado siempre como una desviación de conductas, cuando en realidad es la trama más profunda del capitalismo salvaje internacional.

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