Si hiciéramos un ejercicio de investigación periodístico nos encontraríamos con situaciones muy parecidas entre nosotros. Preguntémonos qué nos prometía Cavallo, López Murphy y demás garúes de la City. Y este ejercico como una laerta de las mismas cosas que se dicen hoy, aunque disfrazando el lenguaje. Compárese con estas consecuencias respecto a qué clase de trabajos aparecieron en lugar de los que tenían los expulsados. Dice el ex-Secretario del Tesoro de Reagan y ex-columnista del Wall Street Journal: «No se trata de los empleos de alta tecnología, de alta remuneración, prometidos por la “Nueva Economía”, y no son puestos de trabajo que puedan asociarse con corporaciones globales. Además, esos empleos de prestación de servicios en el interior también son escasos. Pero los hechos no tienen nada que ver. ¿Se preguntaron alguna vez Slaughter, Cohen, la Cámara, y el Wall Street Journal cómo fue posible que hubiera simultáneamente millones de empleos nuevos de clase media, bien remunerados, y virtualmente la peor desigualdad en los ingresos en el mundo desarrollado, ya que todas las mejoras en los ingresos fueron para los mega-ricos?».
Uno de los tantos requerimientos de un proceso de investigación es formular las preguntas correctas y re-preguntar cuando las respuestas no alcanzan a satisfacernos. Cualquier persona que escuche, vea o lea las entrevistas que se realizan en los grandes medios se encontrará que las respuestas más banales o hasta disparatadas, pero lucen como verdades incontrovertibles. Hay en este aspecto de la comunicación informativa una acumulación de causas: una primera es la baja formación de los interrogadores y la costumbre de acudir a preguntas que requieren respuestas obvias; otra de mayor gravedad es la complicidad con el entrevistado por la que los temas están previamente convenidos; una tercera es que se citan para esas entrevistas a aquellos que hablarán de los que ya está supuesto. Hemos estado viendo que nuestro denunciante se queja de cosas parecidas.
Sigamos leyendo: «A mediados de octubre el secretario del Tesoro y títere de Goldman Sachs Tim Geithner, pronunció un discurso en California en el patio trasero, o antiguo patio trasero, de los desposeídos de la clase media alta de Silicon Valley entrevistados por 60 Minutes, en el que dijo que la solución es “educar más ingenieros”». Semejante afirmación para alguien que carece del conocimiento respecto a la situación de esa zona de los EEUU puede ser interpretada como un apoyo a la formación universitaria para ofrecer profesionales capacitados para responder a una demanda.
Denuncia: «Ya tenemos más ingenieros que puestos de trabajo para ellos. En un reciente sondeo, una firma de mercado e investigación, Twentysomething, estableció que un 85% de los graduados universitarios planean volver a la casa de sus padres. Incluso si los miembros de la “generación del bumerán” [por su tendencia a volver a casa de sus padres] que encontraran empleos, éstos no son remunerados suficientemente como para tener una vida independiente». Nos informa nuevamente cómo se comportan los grandes medios:
«Los medios financieros son inútiles. Los periodistas repiten la mentira de que la tasa de desempleo es de un 9,6%. Es una tasa de desempleo especialmente elaborada, que no cuenta a la mayoría de los desocupados. La propia tasa más inclusiva del gobierno es de un 17%. El estadístico John Williams, quien cuenta el desempleo de la manera que supuestamente se debería contar, establece que la tasa de desempleo debe de ser de un 22%. La prensa financiera convierte malas noticias en buenas noticias. Recientemente, pregonó un aumento mensual de 64.000 nuevos empleos en el sector privado, empleos que deben estar compensando la pérdida de puestos de trabajo en el gobierno, pero no lo hacen. Se requieren 150.000 nuevos empleos por mes para mantenerse a la par con el crecimiento de la mano de obra. En otras palabras, 100.000 nuevos empleos por mes representarían un déficit de 50.000 empleos».
Estás son las consecuencias de la globalización financiera y económica de la que comenzamos a ver.
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