Se puede decir que a partir de la Segunda Guerra se produjo un cambio sustancial en la comunicación de los medios internacionales, adoptada por los locales, de introducir una diferencia entre la noticia objetiva y la palabra editorial. Con la primera se adoptaba la posición de intentar convencer que se publicaba lo que era noticia respetando fielmente la realidad comunicada. Esto ocultaba que la elección de lo datos, el sesgo de la mirada, la interpretación del hecho ya contenía una edición de lo que transmitía, es decir que se filtraría necesariamente el interés, la ideología, los pre-juicios, etc., de quien hablaba. Por el contrario, el espacio editorial era el que fijaba la posición del responsable de la información.
Por tal razón, es muy importante decir con claridad desde dónde se piensa y se habla. Es un acto de honestidad que transparenta a quien hace uso de la palabra y permite al receptor saber quién es y que piensa el autor. El peso de la información pública que ha ganado un espacio muy amplio en la sociedad de masas, inteligentemente manipulado por los medios, muchas veces intimida a quien intenta comunicar sus ideas. Es una especie de presión inhibitoria que no siempre opera claramente en la conciencia del comunicador. Por ello, el saberse en parte víctima de esta presión obliga a ser lo más claro que se pueda, en medio de un mercado persa de la información masiva en el que «lo mismo vale un burro que un gran profesor». Pero todo ello requiere de un mayor esfuerzo para abrirse en medio de la espesura del bosque mediático un espacio de claridad, en la medida de las propias fuerzas.
América del Sur viene transitando un camino que se consideraba no posible no tanto tiempo atrás. Un despertar de los pueblos sumergidos fue torciendo el rumbo que parecía inamovible desde la experiencia de las décadas anteriores. La presencia excluyente de lo que se llamó el pensamiento único no dejaba espacio para la expresión de alternativas posibles. Pareció que el siglo XXI marcó un punto de inflexión en la curva y un lento reclamo se fue posicionando en el espacio público y un nuevo ciudadano comenzó a hacer oír su voz.
Los gobiernos de la región, cada uno con sus matices, con sus más y sus menos, esto va de acuerdo al juicio de quien observa, fueron abriendo posibilidades a la expresión de tantos reclamos postergados largamente. Se puede decir que, como denominador común, cada uno de esos gobiernos viene transitando senderos que van ampliando ciudadanía, es decir, que posibilitan la expresión de las voces discordantes en sus reclamos. El concepto gobiernos populares, siendo esta denominación bastante ambigua pero que coloca un paraguas de comprensión, tienden a tener un oído más afinado para esos reclamos.
Si logramos separarnos un poco de los detalles cotidianos, que la agenda de los medios nos impone, podemos ver en uno de los extremos de ese arco de casos americanos un país como Bolivia en franca recuperación de los derechos democráticos. El enorme cambio que supone haber sida declarado libre de analfabetismo cuando hace poco el presidente que tenían hablaba mucho mejor el inglés que el castellano. En el otro extremo del arco un Brasil poderoso que acusa a su presidente de no haber cumplido con todas las promesas cuando ese poderío está todavía en manos de los intereses económicos concentrados. Se nos impone distinguir lo posible dentro de lo deseable.
Nuestra pregunta debería apuntar a lo que está debajo de tanta palabrería que esconde definiciones respecto del curso de esta última historia. Si las décadas anteriores posibilitaron la concentración de una riqueza ofensiva en pocas manos cuáles son las respuestas para el logro de una distribución más equitativa. Y aquí se torna imperioso sortear los malabarismos y pirotecnias verbales para no decir aquello que es fundamental. Nuestros agudos periodistas, sobre todo los de los grandes medios no preguntan, ni repreguntan, funcionan como partenaire del entrevistado aceptándole el recorrido de un discurso que esquiva lo fundamental: ¿Seguimos unidos, con todas las dificultades, a este proceso de crear más ciudadanía? ¿El camino junto a nuestros países hermanos se va continuar? ¿Detrás de tanto mentar la democracia, la distribución de la riqueza es un objetivo prioritario? Tanto batir el parche de la falta de libertad de prensa mientras se dicen las atrocidades más grandes debe dejar de ser un telón que encubra los verdaderos intereses del capital concentrado.
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