Se puede leer en la página de La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que «celebrará en Buenos Aires, entre el 6 y el 10 de noviembre, su 65ª Asamblea General». Es necesario comentar, lo que tal vez una porción importante de los que tengan unos cuarenta años o menos no recuerden o no sepan, que esta institución tiene una larga y terrible historia. Su página habla de una invitación a sus socios: «Estimados socios y amigos de la SIP: Por tercera vez en su historia, la SIP programa su Asamblea General en Buenos Aires, después de 41 años de haber estado allí, en 1968… Un formidable y muy efectivo Comité Anfitrión se encuentra desde hace meses planificando cada detalle del evento. La Asamblea se ha programado celebrar en el exclusivo hotel Hilton Buenos Aires, de Puerto Madero, uno de los lugares de mejor ubicación en la capital federal, frente a la Casa Rosada, sede del gobierno nacional». Esta institución confiesa que durante un largo periodo no tomo a Buenos Aires como lugar de reunión ¿será porque los gobiernos de esas épocas no le generaban mayores preocupaciones? No es fácil contestar esto, la pregunta queda flotando, pero no debemos dejar de hacerlo respecto a ¿por qué ahora?
Nos dice el profesor de la Fundación Federico Engels - Universidad de la Filosofía, Fernando Buen Abad Domínguez, que: «No es ocioso insistir en denunciar que la SIP se reunirá en Buenos Aires para fortalecerse, hacer visibles sus tareas organizativas y sus odios de clase más obvios. No es inútil insistir en caracterizar esta “reunión” como un bastión de las oligarquías mediáticas argentinas para alentar ofensivas semióticas contra, por ejemplo, la nueva (y aun imperfecta) ley de medios audiovisuales, contra la reforma política en debate y contra todo lo que suene, así sea tenuemente, a democratización de las herramientas de producción comunicacional. Ah, y desde luego, lloriquearán, como es su costumbre por la “libertad de expresión” que ellos mismos combaten, cancelan y asesinan. Será el show de la hipocresía».
¿Quiénes la conforman? «Esta Sociedad Interamericana de Prensa reúne a los más conspicuos propagandistas de los golpes de estado y de los magnicidios. Son los dueños de periódicos que con el pretexto de defender la “libertad de expresión”, se dedican a invisibilizar, criminalizar y difamar toda iniciativa democrática. Sirvientes mediáticos de las oligarquías golpistas en todo el continente». Esta institución fue creada en Nueva York en 1950 por el agente de la CIA Jules Dubois. Es uno de los frentes más visibles de las burguesías latinoamericanas y de sus monopolios propagandísticos mercantiles. Se puede encontrar en su directorio los apellidos más conspicuos de las peores derechas que ostentan ser los dueños de las cadenas de diarios y medios en general de nuestro continente. Su tarea primordial consiste en idear, organizar y ejecutar agresiones de todo tipo contra la clase trabajadora incluyendo traiciones descaradas contra la voluntad democrática de los pueblos y el asesinato de los líderes y descarrilamiento de las revoluciones. Son los mejores y más dispuestos personeros de las políticas del Departamento de Estado norteamericano y de los servicios de inteligencia yanquis contra el avance de los pueblos.
Por la SIP pasan o se originan todas las campañas sistemáticas de difamación y golpes de estado de la mano del Grupo Prisa y TELEVISA, Globovisión, Clarín, Mercurio, O GLOBO... consorcios mediáticos monopólicos que operan en España, Estados Unidos, México, Panamá, Costa Rica, Colombia, Argentina y Chile... «Es alma Mater del consenso de Miami que aglutina, incluso, arietes de la farándula servidores de la CIA como Gloria Stefan, quien junto a su marido, empresario del espectáculo, han confesado sus habituales contactos con la CIA». Se declaran enemigos de los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, pero no han dicho una solo palabra respecto de los atentados contra la libertad de prensa en Honduras. La SIP es un instrumento de la manipulación de información al servicio de las más negras intenciones de la Casa Blanca y de los oligarcas dueños de los monopolios mediáticos. Su táctica es la falsificación de la realidad, la tergiversación de las ideas democráticas y la invisibilización de las luchas. Usan los medios para sembrar el terror y para descarrilar los procesos democráticos ocurran donde ocurran.
Esta historia apunta a que nos preparemos a escuchar en los medios de siempre, los que se oponen a la Ley, entrevistas anunciadas con bombos y platillos a esos personajes, o a sus empleados, opinar sobre aspectos de la política argentina. «Se abrazarán a las banderas más devaluadas de su lucha empresarial y rasgarán sus vestiduras ayudados por “intelectuales” locales que suelen ser serviles lebreles de las canalladas más obscenas, impúdicas e impunes. Muchos de ellos nostálgicos de la dictadura y de sus “leyes” de comunicación». Debemos estar atentos para que no nos tomen descuidados y logren confundirnos un poco. Ese es nuestro deber.
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