Estamos llegando al final de nuestro recorrido y, en este punto, vamos a intentar cerrar el círculo de la argumentación expuesta. Nuestro tema se fue desarrollando como reflexiones en torno a una afirmación del personaje Gordon Gekko: sostenía que la codicia era buena y necesaria para el desarrollo de una sociedad. Se desprendía de allí que esta codicia se movía tras el logro del mayor lucro posible, sin que hubiera límite alguno que marcara el haber llegado a una meta buscada. Peor aún, se deduce que no existe tal límite y, además, no es deseable de acuerdo a esta postura. El problema que debemos enfrentar para pensar un mundo más equitativo es que el enunciado encierra una trampa por la verdad ignorada de la finitud del planeta: “para que algunos tengan tanto debe haber muchos que tengan cada vez menos”. Esa persecución del lucro por cualquier método deja tendidos en el camino a millones de víctimas, y esto ha ido creciendo en las últimas décadas.
Es un discurso que se puede comprender sólo como la justificación del poder imperial y desde allí. Son los poderosos los que enarbolan esa bandera y es a ellos a quienes les sirve. Lo que traté de mostrar en las notas anteriores es que ese discurso ideológico, ocultador, tergiversador, sesgado, es inculcado en muchas instituciones educativas con pretensiones de carácter científico. Además es predicado desde los medios de comunicación del capital concentrado, por lo cual se convierte en un componente de la opinión pública, que ingenuamente argumenta desde esa tabla de valores que sostiene sus afirmaciones. Es por tal razón que el problema no es de orden económico-financiero solamente. Más aún, es en primer lugar hoy un problema de orden cultural e ideológico.
¿Cómo se manifiesta este problema? En la certeza de que muchas personas tienen acerca de “verdades” como: quien se esfuerza puede lograr el nivel de vida que exhiben impúdicamente en la televisión, entre otros medios, los que ya lo han alcanzado que son mostrado como “gente común”. Es una combinación de mucho esfuerzo y un poco de suerte el camino para lograrlo. La figura del “self made man” ha sido mostrada como el pilar fundamental de la democracia estadounidense. Los publicistas del “American Way of life”, han insistido por décadas y lo presentado como la verdad revelada: máxima expresión de la democracia, ya que ofrece igualdad de oportunidades para todos los miembros de la sociedad. Esto resulta falso a simple vista con los miles de familias norteamericanas que en diferentes formas son víctimas de la marginación y la pobreza.
Veamos ahora cómo funciona esa igualdad de posibilidades por la cual “sólo unos pocos” alcanzan el éxito. Tomaremos una especie de fotografía de dos sectores de la sociedad estadounidense: simplemente los que están abajo y los que están arriba. Dicho de otro modo: los perjudicados de siempre y los beneficiarios del sistema. El profesor Jerry White nos ofrece la siguiente descripción de los Estados Unidos de hoy:
Según un análisis de los datos estatales realizado por el diario New York Times, unos seis millones de estadounidenses (una de cada 50 personas en Estados Unidos) viven únicamente de los 100 o 200 dólares mensuales en bonos de comida. Según informa este periódico, la cantidad de personas en paro y que no reciben ingresos económicos (ni prestaciones sociales, ni seguro de paro, pensiones, ayuda por hijos o paga por enfermedad) se ha disparado un 50% en los dos últimos años a medida que la recesión aumentaba.
El número de personas en los EE.UU. que se declaró en quiebra aumentó un 9% el año pasado, y llegó a 1’53 millones, a medida que más familias de trabajadores fueron víctimas de la pérdida de empleos, de la caída del valor de sus casas y de acreedores que no perdonan. La cifra fue la más alta desde 2005, cuando los cambios en las leyes de bancarrota hicieron más difícil y costosa la declaratoria, lo que llevó a un fuerte descenso en el número de estadounidenses que solicitaron protección judicial. El reciente repunte en los casos –a pesar de los costos adicionales y los obstáculos legales– es indicativo de la desesperación de amplios sectores de la población estadounidense a pesar de las afirmaciones oficiales de una recuperación económica.
Las familias están cayendo en la quiebra después de que uno de los cónyuges pierde el trabajo o le recortan las horas de trabajo, o si pertenece a una pequeña empresa que quiebra, según informes de la prensa. De la noche a la mañana, los pagos de la hipoteca y otras deudas se hicieron muy difíciles de afrontar, y algunas familias están recibiendo de 15 a 18 llamadas al día de sus acreedores, antes de solicitar la ejecución de sus propiedades.
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