Nos enfrentamos a un problema ideológico que impidió tener una clara visión de un tema muy importante de la política argentina en estos últimos decenios: el liberalismo político-económico. Fue, en siglos pasados, el ideario revolucionario de las clases burguesas enfrentadas a la nobleza y a su expresión institucional la monarquía absoluta, pero expresó en estas tierras el programa de los sectores ligados al comercio exportador a partir del proceso de la organización nacional. No debe concluirse de esta afirmación que todos aquellos que sostuvieron esas ideas lo hicieran por intereses económicos. Sin embargo, cabe decir que, a pesar de las buenas intenciones, muchos fueron llevados por intereses y especulaciones políticas de otros de las que no fueron plenamente conscientes.
Además se debe afirmar que muchas de las banderas de aquella época europea ya se han agregado al ideario de nuestros tiempos, y son compartidas por una gran parte de la gente. La libertad, igualdad y fraternidad, no son patrimonio exclusivo del liberalismo aunque en esa corriente de pensamiento se hayan originado, pero debe decirse también que encuentran un origen más lejano en la tradición judeocristiana que fue parte de la cultura occidental. Son hoy valores que están arraigados en nuestra Argentina. Pero, se torna necesario debatir acerca de con quiénes y cómo se pueda llegar a la consumación de esos ideales. La revolución inglesa y la francesa tuvieron como protagonistas principales a las clases burguesas y ellas consiguieron con sus luchas muchos de los objetivos que se proponían. Esta es una etapa concluida. Aquellas burguesías no son éstas hoy sólo defienden la libertad de mercado.
Se presenta ahora, sobre todo en el mundo periférico, la imperiosa necesidad de continuar con las conquistas sociales que deben incluir ahora a los que quedaron fuera. Y digo imperioso porque el siglo XX, con su estado benefactor, ocultó una cara escondida del capitalismo voraz. Si la revolución industrial acentuó la explotación de las clases trabajadoras, no era previsible entonces que se llegaría a la exclusión de una gran parte de ellas, como muestra la desocupación imperante en el mundo, que sigue avanzando. Marx denunciaba como escandaloso que el capitalismo necesitara para funcionar un “ejército de reserva” de un 5%.
Esto intenta pintar un simplificado panorama que nos coloca ante la maraña ideológica imperante, todavía hoy, en sectores amplios de nuestra Argentina. Alcanza para comprobar esto recordar los resultados de las elecciones presidenciales últimas. Sumando los votos, por las ideas que expusieron los candidatos de la que resultó oposición, podría armarse el cuadro ideológico del electorado argentino de hoy. Puede verse en él una fuerte presencia del liberalismo expresado en su vertiente económica, aunque confusamente, en aquéllos que optaron por candidatos en los que se percibía una idea de continuación de los noventa, aunque se colocara un pretendido énfasis en lo ético o en lo eficiente. La crítica decidida y frontal a lo que se llamaba "el modelo" no estaba explícita, porque no estaba asumida.
Lo que sucede, según mi opinión, es que las banderas del viejo liberalismo lucen hoy hechas jirones. Fue reemplazada la tan agitada bandera de la “libertad” por la nueva “libertad de los mercados” o “libertad de las empresas”. Por ello, lo que se discute es la economía no la política, aunque es en realidad la política distributiva la que es escondida. Los derechos son los de consumir todo lo que se pueda, los que pueden, no la inclusión de los que quedaron fuera. Entonces, no debe llamar la atención que una de las máximas demandas que acompaña a la libertad de ganar todo el dinero que sea posible sea la de seguridad. Pero ¿de qué seguridad se trata? ¿De la seguridad alimentaria, sanitaria, educativa, laboral, etc.? Las respuestas a estas preguntas nos pueden colocar en el trasfondo real de los debates de hoy. En una Argentina en la que todos se disfrazan de “centro”, no hay más “derechas” ni “izquierdas”.
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1 comentario:
Muy bueno Ricardo!!
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