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Otro aspecto de no menor importancia, que aparece todavía dentro de una nebulosa, es qué es lo que va a seguir a esta coyuntura. La creciente intervención de los estados en la resolución de la crisis financiera, cuyo piso no se detectado todavía, que ha llegado en varios países como EE.UU., a una parcial nacionalización de algunas entidades financieras, ha sido interpretada por ciertos especialistas como el fin de la época neoliberal. Ésta se inició en EE.UU. por el Presidente Reagan y por la Sra. Thatcher en Gran Bretaña, hace treinta años. El profesor Vicenç Navarro nos cuenta: «Así, mientras al principio de tal periodo, en 1980, el gasto federal que iba destinado a personas (a través de transferencias y servicios públicos a personas) representaba el 38% el gasto militar representaba el 41% de todo el gasto, y el gasto de apoyo a las empresas (incluido las financieras) representaba el 21% del total, a finales de tal periodo en 2007 el gasto a las personas había descendido al 32% mientras que el gasto militar había subido al 45% y a las empresas el 23%. Este último porcentaje ha subido de una manera espectacular a raíz de la compra de activos y apoyos a la banca por parte del gobierno federal».
Estas observaciones son muy interesantes porque no es lo que aparece en la información pública. Nos permite comprender que lo que estamos presenciando en estos días puede no ser interpretado como un cambio de doctrina sino como una expansión de la aplicación de la misma, que se ha ido manteniendo durante todo ese periodo. Decía en una nota anterior que uno se pierde en esta enmarañada red de informaciones contradictorias. «El establecimiento de la nueva autoridad del gobierno federal (que gastará más de 700.000 millones de dólares, además de los que ya ha gastado, representando en total un 17% del PIB estadounidense) está dirigido por el mismo equipo y las mismas personas que dirigieron la banca Goldman Sachs y otros centros financieros de Wall Street. Como dijo el Senador Sanders (el único senador que pertenece a la Internacional Socialista en el Congreso de EE.UU.) la creación y modus operandi de tal agencia es “la instrumentalización más abusiva del estado por parte de la banca en la historia de EE.UU”».
No es sencillo desenmarañar la madeja que nos muestran. Me parece que el profesor nos está advirtiendo respecto de una posible maniobra que en vez de terminar con una técnica de administración fraudulenta la está consolidando. «El gobierno federal compra las hipotecas basura de la banca y otras acciones, a la vez que renuncia al voto que tal compra le permitiría utilizar en la toma de decisiones de la banca intervenida. Lo que estamos viendo no es pues el fin, sino la continuación del neoliberalismo. Es más. La banca y el mundo empresarial quieren aprovechar esta crisis para continuar avanzando a través de medidas neoliberales tales como la reducción de salarios, el aumento de la precariedad, la reducción del gasto para las personas, la privatización de la seguridad social (sí, sí, lo ha leído bien, la privatización de la seguridad social), el aseguramiento privado de la sanidad y otros servicios del estado del bienestar. Hemos visto, incluso en España, como portavoces del mundo empresarial y financiero han pedido inmediatamente una expansión de muchas de tales políticas públicas como manera de resolver la crisis financiera actual. Si ello ocurriera, sería ya la victoria final del neoliberalismo».
Los bandidos que se sientan en los directorios de esas empresas están altamente capacitados para este tipo de maniobras, y algunos de ellos se convierten en funcionarios del Estado de los países centrales para fortalecer la retaguardia en esta dura batalla contra todos nosotros. Seguir este proceso, aunque ello requiera un esfuerzo muy grande a todos nosotros, es un modo posible de estar atentos ante lo que pueda pasar y no dejarnos engañar por tanta basura informativa que nos ofrecen los medios asociados a esas empresas.
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