Después de estos análisis, de la cantidad de información que hemos leído, de las reflexiones necesarias que se desprende de todo ello aparece una pregunta: ¿cabe tener esperanza de salir relativamente pronto de esta crisis? Boron no es muy optimista: «Los antecedentes históricos avalan ese pesimismo: en 1929 la desocupación en EEUU llegó al 25 %, al paso que caían los precios agrícolas y de las materias primas. Pero 10 años después, y pese a las radicales políticas puestas en marcha por Franklin D. Roosevelt (1882-1945) (el New Deal), la desocupación seguía siendo muy elevada (17 %) y la economía no lograba salir de la depresión. Sólo la Segunda Guerra Mundial puso fin a esa etapa. Y ahora, ¿por qué habría de ser más breve?». Dice algo que por lo general los investigadores, los analistas, los economistas, los historiadores ocultan, no conocen, no se atreven a decirlo, etc.: «Sólo la Segunda Guerra Mundial puso fin a esa etapa».
La campaña de 1936, en la que buscaba su reelección para un nuevo período, había asegurado que ante los preparativos para una segunda guerra que se veían en Europa (nazismo y fascismo) se comprometía a no participar de ella porque ya «se había derramado demasiada sangre joven norteamericana en aquellas tierras». El Congreso aprobó la neutralidad a través de una serie de leyes que impedían la participación de los EEUU en esa guerra. Los Servicios de Inteligencia detectaron los planes japoneses para atacar a su país. Roosevelt mantuvo guardada esa información y permitió que se produjera el ataque a Pearl Harbor en 1941. Esta fue la excusa que necesitaba para participar de esa guerra. Dadas estas circunstancias se puso toda la maquinaria industrial en marcha lo que permitió que EEUU saliera fortalecido de la guerra y haber superado la crisis de 1929. Esto viene a cuento porque circula con bastante liviandad que sólo las medidas propuestas por Lord John M. Keynes (1883-1946) fueron las que sacaron a los EEUU de la crisis, omitiendo la importancia que la economía de guerra jugó en esa época.
Por otra parte dice Boron: «La depresión de 1873-1896, duró ¡23 años! Los factores que la precipitaron fue el colapso de la Bolsa de Valores de Viena, producido también por una burbuja especulativa ligada al precio de la tierra en París y las grandes construcciones que comenzaron en esa ciudad luego de la derrota francesa en la guerra Franco-Prusiana. Las reparaciones de guerra exigidas a los franceses y los grandes pagos que debían efectuar a favor de Alemania contribuyeron a crear las condiciones de la crisis, así como la especulación de tierras que se inició en Estados Unidos una vez finalizada la Guerra Civil relacionada con la construcción de grandes emprendimientos ferroviarios que originó otra burbuja que estalló en 1873». Con estos antecedentes: «Se abre por lo tanto un largo período de tironeos y negociaciones para definir de qué forma se saldrá de la crisis, quienes serán los beneficiados y quienes deberán pagar sus costos. Conviene recordar que en 1929, el armado de Bretton Woods, el diseño de la arquitectura económica y financiera internacional que resultó fundamental para la recuperación de la posguerra, llevó casi un año de arduas negociaciones, que culminaron con la Conferencia que tuvo lugar en esa ciudad de New Hampshire entre el 1 y el 22 de Julio de 1944». Nada menos que quince años después, claro que estuvo la guerra de por medio.
Termina diciendo: «¿Es razonable esperar un desenlace similar a la crisis actual? Cualquier pronóstico en una situación tan volátil como ésta es sumamente arriesgado, pero de partida nomás hay que tener en cuenta que existen varias significativas diferencias entre los respectivos contextos globales de la crisis.
Además, la opinión y el pronóstico de alguien de tan irreprochables credenciales conservadoras como Zbigniev Brzezinski, dijo hace poco: «Estoy preocupado porque vamos a tener millones y millones de desocupados, mucha gente pasándola realmente muy mal. Y esa situación estará presente por un tiempo antes de que las cosas eventualmente mejoren. Al mismo tiempo hay una conciencia pública de la riqueza extraordinaria que se transfirió a los bolsillos de unos pocos individuos, en niveles sin precedentes históricos en Estados Unidos. Y yo me pregunto: ¿qué puede pasar en esta sociedad cuando toda esa gente se quede sin trabajo, con sus familias dañadas, cuando pierdan sus casas?…».
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