miércoles, 22 de septiembre de 2010

El capitalismo explotador y contaminante VI – La información que ocultan los medios

Un lector distraído, ingenuo, inocente, podrá preguntarse ¿cómo es que toda esta información me sea, en general, desconocida? No debe olvidarse ese lector que muchas de las grandes empresas que producen esos alimentos, o sus empresas dependientes dada la diversificación de las inversiones, publicitan sus productos en esos medios. A lo que deberíamos agregar que también pueden tener parte de las acciones de los medios internacionales y de las agencias de noticias. Por eso Adán Salgado Andrade sostiene: «A pesar de que vivimos en un mundo tan controlado por los medios, en el cual la verdadera y objetiva información fluye a cuentagotas, hay trabajos de productores independientes que tratan de mostrarnos los hechos tal cual son, claro, con sus limitaciones, pues es muy difícil acceder a secretos tan celosamente guardados por las grandes corporaciones y los gobiernos, sus dóciles cómplices. En este caso, la industria de los alimentos, tanto los procesados, como los, digamos, “naturales”, está tan concentrada, que sólo un puñado de gigantescas compañías controlan a nivel mundial la producción y distribución de lo que comemos».
En una película de estilo documental de Morgan Spurlock que se conoció no hace tanto tiempo, se trata de “Superengórdame” (¡Super size me!, título en inglés), en la que su realizador se somete a una infame dieta durante seis meses de fast food (hamburguesas, hot dogs, pollo frito, papas fritas, refrescos) elaboradas por corporaciones tales como McDonald’s, KFC, Burger King… En ella muestra cuánto pesa al iniciar este experimento y como va engordando en muy poco tiempo. Esto casi le provoca un infarto por el altísimo nivel de colesterol que contenía su sangre y de otras tóxicas sustancias que tanta descontrolada ingesta de grasas saturadas y carbohidratos, principales componentes de la “comida rápida”, había saturado su organismo.
«Spurlock muestra muy convincentemente cómo las grandes corporaciones manipulan la información de las etiquetas del contenido nutrimental para mostrar que sus productos son “muy saludables”, cuando la realidad es que la así llamada dieta occidental está aumentando dramáticamente los porcentajes de personas obesas, desnutridas, con problemas cardiovasculares, ataques al corazón y, muy especialmente, diabéticas, ya que en Estados Unidos. Una muy posible consecuencia para las personas nacidas a partir del 2002, es que una de cada tres, contraerá algún tipo de diabetes en alguna etapa de su vida, en tanto que entre las llamadas “minorías raciales” estadounidenses, la tendencia será de dos de cada tres. Esas cifras dan idea de los dramáticos problemas de salud que se enfrentarán no sólo allí, sino en todo el mundo, de seguir consintiendo los dóciles gobiernos que las corporaciones agroindustriales y alimenticias sigan haciendo de las suyas (en México, a pesar de que recientemente se cuestionó la venta de productos chatarra en las escuelas, causantes de gordura y diabetes entre los niños, como refrescos y golosinas endulzadas con alto contenido de fructuosa de maíz - sustancia que en altos niveles ocasiona, además, huesos quebradizos-, frituras de maíz o de trigo, pastelillos súper endulzados… al final las empresas que los distribuyen, tales como Coca-Cola, Bimbo, Pepsi-Cola, General Foods… ganaron la batalla legal, alegando que no es lo mismo el contenido calorífico de lo que se vende que la masa calórica… o sea, que eso es porque los niños comen más de una bolsa de, digamos, papas fritas, y que por eso engordaban y tenían problemas de salud. O sea, emplearon el estúpido argumento de que “poco veneno no mata”».
Sin embargo, en el corto plazo debemos asumir que la publicidad nos está ganando la batalla. La cantidad de chicos que se alimentan con esa “comida chatarra” sigue en aumento. Es mucha la gente - padres de familia- que no tienen conciencia del mal que están afrontado sus hijos. Este desconocimiento es obra de una comunicación que informa desinformando. Debemos preguntarnos cuándo hemos visto programas de televisión, audiciones radiales, notas en el periodismo escrito que informen crudamente de este fenómeno que castiga a la población del mundo. La respuesta a esta pregunta debe hacernos reflexionar.

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