Algún lector, un tanto sobrecargado por tanta denuncia sobre el capitalismo, y con no poco aburrimiento, puede estar esperando que le alcance alguna reflexión sobre las salidas tentativas que el estado de cosas actual pueda ofrecer. Debo decir que algo ya he intentado decir en el trabajo “Argentina es lo que somos” (en la página ricardovicentelopez.com). No creo que sea suficiente, pero es necesario tomar nota de que estamos inmersos en una crisis en pleno proceso de cuya solución, si se la encuentra, apenas podemos atisbar algo. Sin embargo, no debe escapar a todo aquel, preocupado por el tema, que somos todos actores de ese proceso, no meros espectadores o pacientes, y que uno de los pasos imprescindibles es la conciencia del problema y un diagnóstico lo más aproximado posible. La capacidad de distracción que los poderosos del sistema ejercen sobre la población global es de una dimensión sin precedentes. Toda la capacidad científica y tecnológica de que disponen está en uso, y son los grandes medios de comunicación (como tantas veces se ha dicho desde este blog) los encargados de su publicitación.
Estoy haciendo referencia a lo que ha sido denominado el “pensamiento único” que en los medios de expresa como el “discurso único”. La poca eficacia de un contra-discurso (como este blog y tantos otros y la mucha información alternativa que circula) no es suficiente para derrotarlo pero es imprescindible para que aparezca haya voces que mantengan una defensa inclaudicable. Desde estos intentos debemos mantener un diálogo-debate que proponga diversos modos de entender el curso que ha adoptado la fuerza dominante del poder mundial concentrado. No significa esto que exista un poder único, por el contrario hay un escenario con diversos actores, pero todos ellos aspiran a lo mismo: la dominación del resto de los pueblos.
Por ello, la insistencia en caracterizar y denunciar los planes, maniobras, acciones, analizar sus consecuencias pasadas, actuales o futuras, es la parte de esa tarea de resistencia en la que deben involucrarse el mayor número de ciudadanos del mundo con vocación de libertad e igualdad para todos.
De allí que las series de notas que he ido publicando deben ser entendidas dentro de esa tarea, y en esta última etapa me he concentrado en la descripción, análisis y denuncias sobre cómo opera hoy en el mundo globalizado el “famoso” mercado. Cómo ese abstracto mecanismo decide e impone su voluntad a los responsables de las decisiones políticas y económicas que definen y determinan el curso de los acontecimientos. Dentro de la gravedad de la situación internacional algo debe ser rescatado respecto de tiempos pasados: hoy empieza a quedar claro dónde está el verdadero poder. «En los últimos tiempos se está haciendo cada vez más evidente que los poderes financieros imponen su voluntad sobre la de los representativos, impidiendo que éstos lleven a cabo lo que le habían ofrecido a los ciudadanos en sus programas electorales» afirma el catedrático de economía aplicada en la Universidad de Sevilla, Juan Torres López.
Este profesor, haciendo referencia a las declaraciones de un político español que denunciaba «que se estaba produciendo "terrorismo financiero" y que estamos viviendo en una “dictadura de los mercados”, decía que: «Es normal y acertado que se digan este tipo de cosas porque a medida que ha ido desarrollándose la crisis se ha comprobado sin dificultad que ni los gobiernos socialdemócratas como el español ni los más conservadores como el francés o el alemán o ni siquiera el presidente de Estados Unidos que se considera el más poderoso del mundo pueden aplicar las medidas que inicialmente proponen. Los Bancos y los grandes financieros han conseguido salir a flote del desastre económico que han provocado frenando cualquier tipo de reformas por mínimas que haya sido. Basta comprobar las sucesivas declaraciones finales de las cumbres del G-20 para comprobar que no se ha llevado a cabo ni una sola de sus propias propuestas o promesas». Ante lo cual no quedan dudas que las tan mencionadas “instituciones republicanas” no están en capacidad de afrontar la crisis con las medidas necesarias para defender a todos, no sólo a los poderosos.
«Los Bancos no sólo han impedido que se le pidan responsabilidades por su conducta irresponsable (y delictiva en algunos casos) que dio lugar a la crisis, salvo en algunos casos singulares y en forma de multas que no impiden que hayan vuelto a tener increíbles beneficios. Han frenado la reforma de los mercados financieros que siguen funcionando bajo normas orientadas simplemente a permitir que las actividades especulativas de los financieros proporcionen ganancias más fácilmente; han impedido que se establezca cualquier nuevo tipo de control para evitar la acumulación ingente de riesgo que sus actividades conllevan». No es poco decir y agrega: «Por supuesto, no están dispuestos a consentir que se establezcan impuestos o tasas sobre las transacciones especulativas o ni siquiera sobre sus extraordinarios beneficios. Han evitado igualmente que desaparezcan los paraísos fiscales o que se evite de una vez que los bancos sean quienes laven en sus oficinas el dinero de traficantes, proxenetas, terroristas y criminales de todo tipo. Y todo eso, a pesar de que después de haber recibido incalculables sumas de dinero en ayudas de todo tipo siguen sin proporcionar a empresarios y consumidores el crédito que necesitan para reactivar la economía».
Para nosotros, argentinos, que hemos padecido las políticas neoliberales y hemos protagonizado la catástrofe económica y financiera de 2001-02 no nos puede dejar más que atónitos ver a la vieja Europa intentar por esos mismos caminos pretender salir del pantano en que están metidos. Sorprende la miopía.
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