domingo, 1 de mayo de 2011

El marco histórico de la globalización IV

Retomemos ahora el trabajo que veníamos haciendo. Habíamos quedado en lo que el Dr. Polk ha denominado el Golpe de Estado de 1914 mediante el cual se impuso en los EEUU el sistema de la Reserva Federal, aprobado en la ley Glass-Owen. Veamos con cierto detalle algunos aspectos de ella, aunque su primera lectura se muestre un tanto técnica, es muy interesante conocerla. Sigamos a nuestro investigador: «Según el Artículo 1, Sección 8, de la Constitución de EE.UU., se otorga el poder al Congreso para “acuñar moneda” y “regular su valor”. La Ley de la Reserva Federal interpreta evidentemente este poder de modo bastante literal, como la acuñación de monedas de 5 centavos, 10 centavos, y cuartos de dólar; sin embargo, el centro de la ley es la creación de moneda en la forma de billetes de banco. Cuando el gobierno necesita dinero el tesoro de EE.UU. emite pagarés en forma de bonos del tesoro de EE.UU., que luego vende al sistema de propiedad privada de la Reserva Federal a cambio de un cheque de la Reserva Federal. En realidad, el banco de la Reserva “Federal” simplemente introduce las cifras correspondientes en el teclado del ordenador, una vez como deuda y otra vez como activo. En otras palabras, la Reserva Federal crea cifras de la nada, por las que luego pide un reembolso con intereses. Después los fondos se acreditan a la cuenta del gobierno y con ellos se pagan diferentes gastos. El “dinero” como tal es creado de la nada en ese momento exacto por el banco de la Reserva Federal. Pero hay un truco adicional utilizado por todos los bancos que operan con el sistema de la Reserva Federal: préstamos de reserva parcial. Este ardid permite al banco multiplicar por diez la cantidad de dinero que presta a sus clientes sin tener los fondos reales en reserva para respaldarlo. Todo el ardid ha permitido a los dueños ocultos del sistema privado de Reserva “Federal” la extorsión efectiva de dinero al pueblo de EE.UU. en forma de pagarés, también conocidos como bonos del tesoro, que luego deben reembolsarse con intereses».
El Gobierno de los EEUU cuando necesita dinero (debe recordarse lo que pasó en 2008-9 con la crisis financiera y la casi quiebra de los mayores bancos: el gobierno solicita a la Reserva Federal la emisión de billetes por 700.000 millones de dólares sin respaldo de ninguna naturaleza) le solicita a la Reserva Federal, el equivalente a nuestro Banco Central pero con una diferencia: es un banco privado, la cantidad que necesita y le entrega una especie de pagarés denominados “bonos del Tesoro”. Mientras no devuelva el dinero recibido el Estado pagará al “banco privado”, llamado Reserva Federal, los intereses correspondientes. Dicho de otro modo: cuando el Dr. Polk dice que “crean dinero de la nada” es efectivamente lo que sucede y, por ese pase de magia de hacer aparecer de “esa nada” (una mera impresión de papel) queda deudor de los intereses que correspondan.
Avanza nuestro investigador: «La base legal de este escandaloso sistema en la ley Glass-Owen en EE.UU. fue sólo el comienzo. Como otros bancos centrales firmantes del Acuerdo de Bretton Woods (y por lo tanto del acuerdo del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional), el sistema de la Reserva Federal puede controlar la cantidad de dinero en circulación mediante diversos mecanismos, por ejemplo mediante el aumento o la reducción de las tasas de interés y/o los requerimientos de reserva mínima de los bancos en el sistema de préstamos de reserva parcial. A través de la promulgación del sistema de la Reserva Federal, la esencia del dinero se ha convertido en deuda. Mediante la creación de deuda, el dinero llega a existir en el sistema. Por lo tanto es obvio que nunca interesa al banco que los clientes, los prestatarios, paguen realmente sus deudas porque eso dejaría a los bancos sin pagos de intereses. Cuando sucede que los prestatarios son naciones soberanas, por ejemplo del mundo en desarrollo, o ahora EE.UU. y una serie de países en Europa Occidental, los pagos de intereses obtenidos por los bancos llegan fácilmente a ser cientos de miles de millones de dólares. Esto es extraordinariamente lucrativo para bancos que han podido “participar" en la negociación de acuerdos de paz (mediante los cuales se fijan condiciones de rendición y reembolso de daños) y en las deliberaciones de acuerdos comerciales internacionales para regular el comercio y las finanzas globales».

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