La inteligencia y la viveza parecen ser las cualidades mejor distribuidas entre los humanos. Es muy difícil oír a alguien que diga de sí mismo “yo soy un tonto” o diga “yo no soy inteligente”. De lo cual se deduce fácilmente que todos estamos más o menos conformes con la cuota que nos ha tocado. Es cierto que algunas veces se escapa alguna queja como “me hubiera gustado tener la inteligencia de Fulano” o “hay algunos que son muchos más vivos que yo”. (…me quedé pensando que me cuesta ubicarme dentro de ese espectro). Pero salvo las excepciones mencionadas, podemos acordar que ha sido una distribución bastante equitativa.
Pues bien, si de gente inteligente se trata es de democracia de lo que quería hablar. Y me siento motivado ante la lectura de los inteligentes resultados porteños. ¡Un verdadero triunfo de la democracia! Esto fue lo que oí en boca de más de uno. Por supuesto, todos los que fueron a votar son demócratas y votaron por demócratas… ¿todos? Sí todos. Es excepcionalísimo que alguien se manifieste como antidemocrático, por ello todos estamos por la democracia. Recuerdo que hace unos treinta años se tomó el poder para “restaurar la democracia”. De lo que deduzco que en la Argentina “todos somos democracia”. Bien, pero ¿qué es la democracia? Aquí comienza el problema. Podemos hacer una investigación.
Los que están conformes con el estado actual porque les es muy confortable, podemos llamarlos los mercaderes de la democracia, no porque esté mal sino por una clasificación ideológica. Son los que están convencidos de que el mercado es el centro neurálgico de la vida social y que todo lo que vale la pena pasa por él. Equivale a decir, que “todo se compra y se vende”, y adhieren y repiten las amargas palabras del profeta de los cafetines “no hay ninguna verdad que se resista ante dos mangos moneda nacional. (Debemos acordar, por fidelidad al profeta, que no lo entendieron). Son los educados por el marketing, que sostienen que importa poco la verdad, lo importante es poder vender. Las ofertas políticas se parecen al Walt-Mart.
¡Cuidado!, no va a faltar aquel mal pensado que me diga por lo bajo “ya sé, estás pensando en Macri”. ¡No señor, Don Mauricio me merece el mayor de los respetos! Él no miente, si bien es cierto que vende lo hace con total honestidad. Dijo que se proponía “eliminar” a todos los cartoneros y así lo va hacer. Es amigos de los amigos y es muy sensible con los pobres, a tal punto que no se acerca a ellos porque no soporta el dolor ajeno. Tiene una estrecha amistad con Blumberg y no lo oculta, hasta puede nombrarlo su Secretario de Seguridad. Fue, hasta hace poco amigo de Sosbich. (Nunca supe por qué se separaron, pero no es de extrañar en estas épocas de relaciones transitorias. Pero ahora que resultó ser otro “ganador”…). Es un empresario exitoso, declaró, creo, 25 millones de dólares de patrimonio, (no sé si dijo cómo los consiguió). Propone barrer bien las calles y mejorar el transporte, le es fácil: levanta el teléfono y le dice a papá Macri que lo haga bien. ¿Quién mejor que un padre para ayudar a su hijo?
Por lo tanto, por fin un demócrata de verdad triunfa en Buenos Aires. Siempre y cuando no aparezca uno de eso advenedizos que le quiera escupir el asado.
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