Si hablábamos antes de egoísmo, la frase final
de la nota anterior está apuntando a una sociedad que privilegia el placer y el
confort personal aun por sobre, lo que podríamos definir desde estas tierras,
los deberes familiares. La solución parece ser siempre una cuestión de dinero.
Sigamos leyendo:
Los hijos de Walter
consiguieron ponerse en contacto con la reportera, quien, haciendo gala de esa
moral que tanto honra a la profesión periodística, les entregó sin muchos
problemas de conciencia el contacto de uno de los traficantes de órganos
entrevistados. En julio de 2008 Walter viajó con destino a Estambul, donde se
reunió con un mediador israelí, y desde allí viajaron a Priština, la capital de
Kosovo. En esa misma avioneta viajaba el “donante”. Esa otra persona era Vera Schevdko, una trabajadora de limpieza de
hogaes, israelí de origen ruso. Schevdko, como muchos judíos rusos, emigró a
Tel Aviv esperando encontrar una vida mejor y se encontró pronto superada por
el elevado costo de la vida en Israel. Divorciada, madre de una hija adolescente
de la que tuvo que hacerse cargo, las deudas no tardaron en comenzar a
acumularse. Vio en una parada de autobús un anuncio en ruso que buscaba
“donantes de riñón” prometiendo una elevada recompensa. Finalmente llamó y le
prometieron 10.000 dólares, de inmediato y en efectivo. Viajó a Priština, desde
donde la llevaron a una clínica en los suburbios, propiedad de un urólogo
alemán llamado Manfred Beer. Vera Schedvko despertó de la anestesia, se le
entregó el sobre con el dinero y fue despachada sin demora a su país.
Los órganos como capital
humano
Este es un negocio multimillonario. De hecho,
gracias a la crisis se trata de un negocio floreciente y con numerosas
ramificaciones. Nos informa nuestro periodista que
En febrero la policía
ucraniana descubrió casualmente un cargamento de huesos y tejidos humanos
metidos en congeladores en un minibús. Los restos humanos en sobres y cajas
venían acompañados de los correspondientes informes forenses traducidos al
inglés. Su destino, como finalmente se descubrió, era una factoría en Alemania
propiedad de RTI Biologics, una empresa estadounidense que se dedica a
transformar esos restos en implantes dentales además de “reciclar” los tendones
y los tejidos de personas fallecidas para trasplantes y otras operaciones
médicas. Las autoridades ucranianas sospechaban desde hacía tiempo que los
tejidos y huesos se extraían con regularidad de los cadáveres sin el consentimiento
de los familiares.
Esta aparentemente inocente aparición del
concepto capital humano ha tenido
ramificaciones y repercusiones en la conceptualización del cuerpo humano como
mercancía: el pasado mes de abril Víctor Grifols, presidente y consejero de una
multinacional farmacéutica especializada en hemoderivados, líder en Europa y desde 2006 cotiza en bolsa– propuso
en una conferencia en la escuela de negocios ESADE[1]
la legalización de la donación de plasma:
En Estados Unidos tenemos
147 centros de donación, en épocas de crisis, si pudiéramos tener centros de
plasma podríamos pagar 60 euros por semana, que sumados al paro son una forma
de vivir», dijo Grífols. Con su propuesta de sacarle, literalmente, la sangre a
los trabajadores y desempleados de España se rompería el actual sistema
universal filantrópico de los bancos de sangre españoles y se abriría la puerta
a la legalización en España de la venta de órganos para trasplantes, rompiendo
también nuestro sistema publico gratuito en base a donaciones.
La conversión del cuerpo humano en mercancía
resuelve lo que podría parecer un comercio siniestro. Sin embargo es un negocio
altamente profesionalizado: los mediadores de órganos ofrecen a sus clientes
“paquetes” por hasta 160.000 euros en los que está todo incluido, desde los
costos del viaje y la operación hasta los sobornos para que las autoridades
policiales y sanitarias hagan la vista gorda. Los “donantes” sólo reciben una
pequeña fracción de esa suma, que en países como la India o Bangladesh se
reduce incluso a sólo 750 euros.
[1] Executive Education ESADE Business School, con
filial en Buenos Aires, tiene como misión principal la formación de personas
con un alto nivel de competencia profesional y con plena conciencia de su
responsabilidad social. Por ello, impulsa la docencia y la investigación a
través de su Facultad de Derecho y su Business School, mediante un compromiso
firme con el rigor intelectual, el espíritu crítico y la excelencia académica.
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