Una extraña
combinación de negocios, corrupción y manejos políticos van apareciendo en los
modos en que emergen expuestas las informaciones que llegan a un sector
importante de los ciudadanos de a pie.
La noticia con datos duros (como dicen
los periodistas aludiendo a cifras, índices, estadísticas, etc.) ofrece una variada
gama de modos de ser presentada. Allí comienzan los intentos de manipulación
que ha adquirido hoy ribetes muy sutiles. Operaciones de un mismo cariz se
muestran en algunos programas de
investigación en los canales de televisión respecto a modus operandi de la policía, estilos y métodos en las cárceles. Al
respecto afirma el profesor Hayward:
Estos programas son
conducidos ideológicamente. Entonces, lo que quieren mostrar es lo peligrosa
que es la cárcel o lo deshumanizada que es la gente que las habita. Muchos se
niegan a escuchar interpretaciones o explicaciones de manos de expertos porque
creen que entienden la situación. En el Reino Unido, por lo menos, cantidades
de famosos hablan sobre los problemas de la delincuencia, acerca de “volver a
instaurar la pena de muerte”. Creen que pueden guiarnos y dar pautas sobre
castigos penales. Y esto es muy frustrante. Por lo que uno de nuestros
objetivos es desacreditar estereotipos, desafiar esta narrativa mono-ideológica
de los medios de comunicación. No es que me interesen sólo los medios, pero la
realidad es que los medios son muy importantes,
porque cambiar la comprensión de la gente implica atender el modo en que el
crimen y su castigo se retratan en los medios de comunicación. Es necesario elaborar historias que desafíen la norma
y, más importante aún, poner de relieve la hipocresía que existe en los medios
de comunicación. El delito vende. Así es que de un lado aparecen estas
narrativas que demonizan al delincuente y las percepciones de la derecha, y del
otro están los medios que utilizan el delito para vender sus productos.
Las dos últimas
décadas revelan medios de comunicación que funcionan más sofisticadamente, logrando
ocultar los múltiples negocios que rondan esta problemática. Una investigación
acerca de la proliferación de agencias de seguridad privada, la venta de
tecnología del más variado tipo: desde cámaras de seguridad hasta botones
antipánico, negocios inmobiliarios en torno a la construcción de “barrios
seguros”, etc., nos permitiría apreciar las dimensiones que ha adquirido y el
dinero que está en juego. Comenta el Profesor:
El pánico moral resulta
bueno para los negocios. Así, lo que se hace es crear miedo y luego sacar
provecho de eso. Por consiguiente, emergen grandes delitos y se benefician de
vuelta del pánico moral en un proceso cíclico al modo de una escalera de
caracol que parece hacer referencia a uno y otro constantemente. Hay cientos de
reality shows policiales muy populares en televisión que encarnan siempre una
misma posición ideológica. Nunca hablan sobre políticas o la situación del
delito, sino que se refieren a un particular delito callejero. Entonces, antes
teníamos el famoso pánico moral causado por la delincuencia callejera, todavía
lo tenemos, pero lo que se estudia ahora es el tipo de miedo que el delito
genera en la imaginación. Se filma la captura de un individuo, luego estos
videos se utilizan como técnicas de promoción para conseguir más fondos para la
policía, obtener herramientas de formación y crear nuevos cuerpos policiales.
La gente mira programas como SWAT, un show que muestra a una policía altamente
militarizada, existente en varias ciudades de los Estados Unidos, y entonces
siente el temor que provoca el pánico moral. Luego demanda este tipo de fuerzas
policiales militarizadas en su ciudad.
El tema del crimen
y el delito se ha politizado, sobre todo en los países centrales y, como
consecuencia se importa a nuestro país el análisis de la problemática en los
términos que ya se han expuesto. No significa esto que el delito no exista y
que éste ha ido aumentando en la misma medida en que se fueron deteriorando las
políticas sociales y la cada vez más injusta distribución de la riqueza a
partir de la dictadura cívico-militar. Como ya vimos en la opinión de importantes
investigadores, esto es innegable. El tema que estamos intentando dilucidar es
la relación real entre los índices de ese delito y el modo de impacto con que
se los comunica. En tiempos electorales en aquellos países resurgen cada vez con
más fuerza en las agendas. Aparecen los discursos con frases como “necesitamos
más policías”, “tenemos que ser duros”. Se podría decir parafraseando la famosa
frase de las películas: “Cualquier parecido con los hechos de nuestra vida real
en Argentina es mera coincidencia”.
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