El Profesor Tizón se
refiere a algunas teorías, en particular las que aparecen en el comienzo de la
Modernidad (Europa, siglo XVII), que le atribuyen al miedo el origen de lo que
se ha denominado la sociedad política
organizada:
La teoría dominante del
contrato social, de Hobbes[1],
afirma que nos unimos en sociedad precisamente por el miedo. Y que el miedo es
el cohesionador social fundamental. El estado debe ser el gran Leviatán[2],
el monstruo más poderoso, que impida los atentados contra el orden establecido.
Es una teoría dominante, pero no la única. También nos juntamos por otras emociones, como el deseo de
conocimiento, de obtener placer, alegría. No solo nos unimos para evitar la soledad,
sino porque nos gusta conversar, compartir.
Si bien el miedo es
un componente de nuestra psiquis, necesario para la sobrevivencia, no por ello
debe ser pensado como un componente muy importante de nuestra conducta
sociopolítica. Por otra parte la evidencia científica ha desmentido con creces
los fundamentos de las teorías de los “pensadores contractualistas”[3]
que sostenían una hipótesis como la mencionada. El hombre (sapiens-sapiens)
habita el planeta desde hace unos doscientos mil años, en una primera etapa muy
comunitaria, con grandes muestras de
ayuda mutua[4].
La hipótesis del salvaje originario ha quedado desmentida.
En el siglo XX hemos
sido testigos y protagonistas de la manipulación del miedo para el control del
conflicto social emergente, resultado de las diferencias sociales y de la
injusta distribución de la riqueza. Por ello continúa diciendo:
El miedo a perder la
seguridad económica, provoca situaciones de gran alteración social, de profunda
manipulación de las conciencias y
voluntades. Es un miedo omnipresente que dificulta nuestro desarrollo social e
individual. Pero no siempre somos conscientes de que es así. El miedo es una
forma de conocimiento, pero tiene sus limitaciones. En referencia al ejemplo
anterior, el miedo a perder el trabajo difícilmente hará que trabajaremos mejor: trabajaremos y nos
esforzaremos más, pero para trabajar mejor hará falta que se impliquen otras
emociones. Sin embargo, cuando es excesivo limita nuestro pensamiento, nuestra
capacidad de captar el mundo, la naturaleza, las relaciones sociales, el placer
o el conocimiento.
La utilización
política del miedo se ha convertido en una pieza fundamental del modelo
estadounidense de control social. Su historia ha mostrado que a partir de su
independencia del Imperio Británico (siglo XVIII) siempre se utilizó la imagen
de un enemigo peligroso como instrumento de cohesión social. Aparecía justificado
por una población muy heterogénea de origen extranjero diverso (los primeros enemigos
fueron los internos: los habitantes originarios; los segundos fueron externos y
variados: comunismo, nazismo, terrorismo, etc.). Los estudios e investigaciones
sobre el control social han aportado un arsenal de técnicas hoy en plena
utilización:
Históricamente el miedo lo
han utilizado tiranos, conquistadores, demagogos. Hoy aparece en formas más
sutiles. Actualmente existen métodos más sofisticados de difundirlo, como la
publicidad, el marketing, y los medios de comunicación masivos, convirtiéndolo
en arma de destrucción masiva. Los gobiernos intenta controlar esos medios
porque conocen su poder; el poder de controlar a sus ciudadanos. Si el miedo a
perder el empleo nos llega a dominar, este dará lugar a pensamientos
aterradores y a una predisposición contraria al cambio, a la sorpresa.
Nos vamos
aproximando a una comprensión más abarcadora y, al mismo tiempo, más profunda
del tema. Sus múltiples manifestaciones, su manipulación, sus posibles modos de
defenderse de ello, etc. El problema del mundo moderno en este tipo de
fenómenos es el resultado de la destrucción de los lazos fraternales de la
sociedad tradicional. El hombre se ha encontrado desamparado en una especie de
jungla tecnológica, en la cual el consumo, sustituto de la búsqueda de paz y
bienestar, se compra en el mercado. Sus mercancías nos constituyen como
consumidores quedando en un segundo plano nuestra condición de ciudadanos
libres. La pérdida de esa libertad surge justificada por los grandes riesgos que aparecen en esta
sociedad global. La cantidad de “enemigos” obliga
a las medidas de seguridad que van apareciendo en la necesidad de una vida
social protegida: cárceles de lujo, como los barrios cerrados o los edificios
con seguridad policial, como protección de la inseguridad que se percibe en un
mundo abierto al exterior.
[1] Thomas Hobbes (1588-1679) fue un filósofo inglés cuya obra Leviatán
(1651) influyó mucho en el desarrollo de la filosofía política occidental. Es
el teórico por excelencia del absolutismo político.
[2] Es una bestia marina del Antiguo Testamento. El término ha sido
reutilizado en numerosas ocasiones como sinónimo de gran monstruo o criatura. Es
el título del libro de Hobbes sobre el contrato social y la creación de un
estado ideal - la Commonwealth. Es una justificación política a la necesidad de
un Estado poderoso para gobernar y someter el conflicto social.
[3] El contractualismo (derivado de contrato) es una corriente moderna de
filosofía política y del derecho, que piensa el origen de la sociedad y del
Estado como un contrato original entre humanos, por el cual se acepta una
limitación de las libertades a cambio de leyes que garanticen la perpetuación y
ciertas ventajas del cuerpo social (propiedad privada).
[4] Sugiero consultar sobre el tema mi trabajo El hombre originario en la página www.ricardovicentelopez.com.ar.
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