miércoles, 30 de junio de 2010

El capitalismo en crisis XXXI

Entonces amar al prójimo, la vida, la madre naturaleza, debe colocarse como cimiento de todo intento esperanzado, sosteniendo la voluntad de construcción de ese mundo más humano. Pero, al mismo tiempo, no olvidar la enseñanza evangélica «manso como un cordero, pero astuto como una serpiente» puesto que este mundo está dominado por los astutos sin valores, «todo por el dinero». Joseph Stigliz, dice en una entrevista con tono de reconvención: «Es una paradoja absurda, una ironía de vuestra historia europea ¿No se dan cuenta? Los gobiernos han contraído muchas deudas para salvar al sistema financiero europeo, los bancos centrales mantienen bajas las tasas de interés para ayudar a ellos a recobrarse, no para favorecer la recuperación de todos. Y, ¿qué hacen las grandes finanzas? Usan las bajas tasas de interés para especular contra los gobiernos endeudados. Consiguen seguir ganando dinero sobre el desastre que ellos mismos han generado». Nos advierte que no se debe ser inocentes hasta el extremo de seguir creyendo a los que siempre nos han mentido, es una indicación hacia la necesidad de desarrollar un espíritu crítico. Agrega el profesor: «Reescribir las reglas de la economía de mercado -beneficiando a quienes causaron tanto sufrimiento en la vida cotidiana global y tantos desempleados- es peor que costoso financieramente. En realidad, es obscenamente injusto».
Nos queda pensar, ante el monstruo gigantesco que nos aplasta si seremos capaces de juntar las fuerzas necesarias para hacerlo. Puesto que hay que enfrentar a enemigos materiales vigorosos, multinacionales todo-poderosas. Sin embargo, hay un enemigo mucho más sutil, más difícil de detectar: es el que está agazapado en nuestras conciencias, hacia él debemos dirigir primero nuestras armas. Por ello creo que un camino posible es apelar a las viejas virtudes y tratar de ser coherentes con ellas, en la medida de nuestras fuerzas. El pueblo boliviano oyó a su presidente Evo Morales recordarles las ancestrales normas indígenas: «Ama sua, ama lluclla, ama quella», que significa «no robes, no mientas, no seas perezoso».
Termino con un cuento que escribió Robert Reich , que en parte explica todo lo que hemos estado viendo: «Imaginemos un genio gigante aparecido unas décadas atrás en el cielo de EE UU para situar al país ante un terrible dilema: “O conserváis vuestra situación económica actual y continuáis como hasta ahora... o tengo una proposición que haceros. A principios del próximo siglo, unos pocos de Uds. seréis inmensamente ricos, aumentará el poder adquisitivo de la mayoría y habrá crecimiento económico. Pero eso no es todo [risas del genio]. La otra parte del trato es ésta: desaparecerá la seguridad en el empleo, vuestros ingresos serán menos previsibles, habrá mayores desigualdades... y la sociedad se fragmentará. Trabajaréis mucho más y tendréis cada vez menos tiempo libre... ¡Os toca elegir!"». El periodista Tubal Páez reflexiona ante la disolución de esos valores: «Y en momentos en que esos términos, en mi opinión, se diluyen un tanto con el auge del individualismo y de otras malas conductas del alma humana, es importante que nosotros enaltezcamos rasgos que tienen que ver con el pensamiento y la reflexión, la solidaridad, la defensa de los valores y en primer lugar de la dignidad. Yo creo que nosotros no tenemos otra opción que enfrentar, no podemos eludir, aunque nos parezca el adversario muy grande, y nos inunde con una catarata de mentiras».

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