La tesis del «Estado profundo» que propone el profesor Peter Dale Scott tiene la peculiaridad de aparecer como un concepto novedoso, muy clarificador e incisivo para comprender e interpretar el complejo funcionamiento de los Estados modernos, fundamentalmente a partir de la Segunda Guerra sin que esto signifique que este fenómeno no reconozca raíces claras desde fines del siglo XIX, como en parte ya hemos visto. También se podría decir que la vieja frase: “El poder detrás del trono” hacía referencia a un fenómeno similar con más siglos de existencia. El acento en lo “novedoso” intenta subrayar la importancia de colocar en un primer plano investigativo su existencia y su funcionamiento, para detectar y denunciar las intrincadas redes de poder que se han entramado en las sociedades industriales hasta nuestros días. Redes que debemos tener en cuenta puesto que seguirán existiendo y extendiendo su poder con las facilidades que les otorga la configuración globalizada actual.
El profesor aporta sus comentarios al respecto: «Yo sospecho que las fuerzas profundas que dominan los dos partidos políticos [en los EEUU] son ahora tan poderosas, tan coincidentes, y por sobre todo están tan interesadas en las ganancias que la guerra genera, que un presidente está más lejos que nunca de oponerse a ese poder, ni siquiera ahora cuando se hace cada vez más evidente que la era de dominación mundial de Estados Unidos, al igual que sucedió en su tiempo con la de Gran Bretaña, está a punto de terminar. En ese contexto, Obama –sin debate ni revisión – ha prolongado el estado de urgencia interna proclamado después del 11 de septiembre [Acta patriótico ], con las drásticas limitaciones de los derechos civiles que ello implica. Por ejemplo, en septiembre de 2010 el FBI tomó por asalto las oficinas de pacíficos defensores de los derechos humanos en Minneapolis y en Chicago basándose en una decisión reciente de la Corte Suprema según la cual la libertad de expresión y el activismo no violentos reconocidos en la Primera Enmienda se convierten en crímenes si están “coordinados con” o “bajo la dirección” de un grupo extranjero designado como “terrorista”. Es importante señalar que en 9 años el Congreso no se ha reunido ni una sola vez para discutir el estado de urgencia decretado por George W. Bush después del 11 de septiembre, estado de urgencia que por lo tanto permanece en vigor hoy en día».
Cabe preguntarse quién o quiénes están capacitados o habilitados para definir cuando un grupo «está “coordinado con” o “bajo la dirección” de un grupo extranjero designado como “terrorista”». Las prácticas posteriores de aplicación de la ley han demostrado, como lo demuestran los prisioneros de la Base de Guantánamo, que la Justicia no ha podido o no ha querido intervenir. Ello reduce esta grave decisión a los comandantes de operaciones o las agentes de inteligencia. Le persistencia del peligro terrorista que da definida dentro de esos ámbitos. Paro ¿qué relación tiene esto con el «Estado profundo»? La respuesta se encuentra en el subterráneo dominio sobre este tipo de decisiones que ha mantenido el Pentágono y en «Complejo Industrial-militar» . Esto que fue denunciado por Eisenhower como advertencia al pueblo estadounidense de un poder oculto que había llegado a acumular fuerzas suficientes como para imponer su voluntad a cualquier gobierno que asumiera en los EEUU.
La importancia de esta denuncia radica en quién la hizo y en qué momento la hizo. Su carrera como militar y presidente de los Estados Unidos es bien conocida: Comandante en jefe de las tropas aliadas en la Segunda Guerra, presidente de la Universidad de Columbia desde 1948-52, luego presidente de los EEUU (1953-1961). A pesar de la importancia de su discurso de clausura como el jefe de Estado de la Nación, o tal vez precisamente por ello, la denuncia que contiene ha quedado casi olvidada. Sin embargo se recuerdan mucho más partes de discursos de Kennedy que de la despedida de Eisenhower, que fue seguramente uno de los discursos más reveladores y sinceros que jamás haya pronunciado un presidente estadounidense. Muchos de los riesgos de los que Eisenhower advierte en dicho discurso, y que amenazaban a los Estados Unidos (y, por tanto, al resto del mundo), algunos son ya una realidad constante (invasión a Irak y Afganistán entre otras) y se han confirmado como una amenaza con el paso de las décadas, convirtiéndose en una evidencia durante el brutal gobierno de George W. Bush. Sin encontrar diferencias significativas en el gobierno de Barak Obama.
Leamos sus palabras de despedida de enero de 1961. El presidente norteamericano Dwight D Eisenhower dijo: «La conjunción de un inmenso establecimiento militar y una gran industria armamentística es nueva en la experiencia americana. La influencia total - económica, política, incluso espiritual - se deja sentir en cada ciudad, cada capitolio estatal, cada oficina del gobierno Federal. (...) En los consejos de gobierno, debemos guardarnos de la obtención de influencia no justificada, ya sea por activa o por pasiva, por parte del complejo industrial militar. El potencial para la perniciosa acumulación de poder en manos ilegítimas existe y no cesará de existir. No debemos permitir jamás que el peso de esta influencia ponga en peligro nuestras libertades ni nuestros procesos democráticos. No debemos dar nada por sentado. Una ciudadanía bien informada y vigilante es la única manera de inducir el correcto engranaje de la inmensa maquinaria de defensa industrial y militar con nuestros métodos y objetivos pacíficos, con el fin de que la seguridad y la libertad puedan prosperar a la vez»
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