No cabe duda de que este tipo de información no es fácilmente digerible y se corre el riesgo de adoptar dos tipos de respuestas: la incredulidad o la aceptación del tipo de la que genera en cierta gente la existencia de los ovnis. Cualquiera de las dos, según mi juicio, nos desvía de un correcto planteo para pensar seriamente todo lo que se esconde detrás de la información que hemos revisado a lo largo de este trabajo. Mi insistencia en recurrir y subrayar la calidad de los investigadores consultados apunta a salir al cruce de esos dos tipos de actitudes. Aunque tengo para mí que después de haber visto, escuchado, leído, tantas cosas, en una etapa en la que el imperio intuye su caída final (sean concientes o no) apela cada vez más a la más cruda franqueza, mostrándose sin sus viejas máscaras. El asesinato de Osama Bin Laden y el modo de comunicarlo lo ha dejado en claro. Advertidos de todo esto podemos seguir avanzando.
Para darle un marco histórico al tema que estamos analizando no debemos olvidar que, ya en 1983, el presidente Ronald Reagan había amenazado con el programa para la utilización de sistemas basados en tierra y en el espacio a fin de defender Estados Unidos contra un ataque nuclear con misiles balísticos intercontinentales. Este programa incluía la nuclearización del espacio colocando bombas o misiles atómicos en satélites que orbitan alrededor del planeta.
Si bien el proyecto no llegó a implementarse totalmente, respecto de los satélites, lo que avanzó fue la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) - en inglés Strategic Defense Initiative -, comúnmente conocida como Guerra de las Galaxias (Star Wars) por la muy conocida película de ciencia ficción de 1977. Este sistema propuesto estaba enfocado, según se dijo, más hacia la defensa estratégica que hacia una política ofensiva como la anterior teoría de la Destrucción Mutua Asegurada (MAD). Pese a que nunca fue completamente desarrollada ni desplegada totalmente, la investigación y la tecnología de la IDE puso los cimientos para algunos de los actuales sistemas antimisiles. La Organización para la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDIO en inglés) se puso en marcha en 1984 dentro del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Más tarde, gracias a la implosión de la Unión Soviética el programa se fue reduciendo al área misilística, abandonando la intención de involucrar al espacio en proyectos armamentísticos de esa envergadura. Bajo la administración del presidente Bill Clinton se le cambió el nombre en 1993 por el de Organización para la Defensa contra Misiles Balísticos (BMDO en inglés) y su énfasis paso de un sistema de defensa de misiles de nivel nacional a uno de nivel regional o de nivel global. Sin embargo, paralelamente las investigaciones HAARP continuaban avanzando.
Pero, debo agregar acá, que este proyecto de llevar la guerra nuclear al espacio ya había sido propuesto en el otoño de 1979, por el Teniente General Daniel O’Graham al todavía precandidato a la presidencia Ronald Reagan. Este general lo denominó con el concepto de Alta Frontera, refiriéndose a una zona exterior al planeta, concepto de estrategia defensiva utilizando armas basadas tanto en tierra como en el espacio, ya que era teóricamente posible dadas las últimas tecnologías conocidas. «El objetivo inicial de la Iniciativa de Defensa Estratégica fue un láser de Rayos X activado por explosiones atómicas que había sido diseñado por un científico del Laboratorio Nacional de Lawrence Livermore, Peter Hagelstein, quien había trabajado para le denominado Grupo O, grupo que estuvo activo principalmente entre finales de los 70 e inicios de los 80. El Grupo O estaba dirigido por el físico Lowell Wood, protegido y amigo de Edward Teller, "el padre de la bomba de hidrógeno"».
Después de estas informaciones este programa de alteración de las condiciones meteorológicas o geológicas, puede parecer no tan descabellado ya que propone poder generar la producción planificada de movimientos sísmicos. Para retroceder en la búsqueda de decisiones inexplicables para el ciudadano de a pie, que abren la posibilidad de pensar que pueden volverse a tomar: las dos bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki, sólo para demostrarle a la Unión Soviética la capacidad de estas armas entran dentro del cuadro de las atrocidades sin explicación. Entonces, puedo agregar una opinión más, en este caso la de la Dra. Rosalie Bertell , quien sostiene que HAARP forma parte de un sistema integrado de armamentos, que tiene consecuencias ecológicas potencialmente devastadoras:
«Se relaciona con cincuenta años de programas intensos y crecientemente destructivos para comprender y controlar la atmósfera superior. Sería precipitado no asociar HAARP con la construcción del laboratorio espacial que está siendo planeado separadamente por los Estados Unidos. HAARP es parte integral de una larga historia de investigación y desarrollo espacial de naturaleza militar deliberada. Las implicaciones militares de la combinación de estos proyectos son alarmantes… La capacidad de la combinación HAARP/Spacelab/cohete espacial de producir cantidades muy grandes de energía, comparable a una bomba atómica, en cualquier parte de la tierra por medio de haces de láser y partículas, es aterradora. El proyecto será probablemente “vendido” al público como un escudo espacial contra la entrada de armas al territorio nacional o, para los más ingenuos, como un sistema para reparar la capa de ozono».
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