domingo, 24 de julio de 2011

La noticia es mercancía

Paralelamente al proceso histórico mencionado, comenzó a desplegarse una intención crítica, en la década de los sesenta hacia ese tipo de mecanismo impuesto por las comunicaciones internacionales, y que se instalaron en las publicaciones nacionales. Esa actitud acompañaba el despertar de la conciencia anticolonialista en América Latina, que intentaba pasar todo texto por el tamiz del análisis ideológico. Así aparecieron muchos trabajos que fueron desmitificando el difícil entramado de las comunicaciones de masas. Un interesante análisis nos lo proporciona Héctor Sosa en una nota que lleva este sugerente título: “Cuando la mentira es la verdad”, en el cual sostiene la siguiente tesis: “La industria del espectáculo y del entretenimiento borran los límites entre la realidad y la ficción”. Si bien se refiere especialmente a la televisión, da para pensar en la información, en general:
Los noticieros y las producciones periodísticas televisivas incrementaron, en la última década, la utilización de recursos teóricos, técnicos y humanos provenientes del género de ficción, generando una delgada y sinuosa frontera entre realidad e irrealidad. La estética y contenidos de las películas, series, novelas, reality shows, y de la publicidad avanzaron sobre el formato televisivo de los noticieros. El fenómeno, surgido en los Estados Unidos, terminó siendo "el modelo" a imitar por la mayoría de los medios del planeta. A este proceso se le sumaron dos hechos que no deberían pasar inadvertidos: a) El consumo mundial de televisión aumentó, durante los últimos años, en casi todos los continentes, b) En la grilla de programación de las principales cadenas de TV (abierta y de cable), los materiales de ficción ocupan entre un 65 y 75% de sus espacios, ambos datos surgieron de la investigación realizada por Eurodata Worldwide, en el año 2005.
Esta débil línea que separa la ficción de lo real permite moverse con cierta libertad, mal utilizada, en un juego que borra los límites, de modo tal que el espectador se acostumbra a aceptar esa superposición entre dos formas de la verdad, que terminan sustituyéndose mutuamente. Sigamos leyendo:
La técnica de "ficcionalizar" hechos de la realidad y colocarlos dentro de un espacio periodístico no tiene nada de ingenuo y mucho menos de neutro. «El término ficción se relaciona con la simulación, la ilusión, la fantasía, la paradoja o la mentira. En esencia, podemos decir que es el modo de presentar una historia de forma que el público llegue a creerla o sentirla como una verdad momentánea», explica el sitio Media Televisión, en su nota sobre la ficción en TV 2004. Desdibujar o directamente borrar los límites entre ficción y realidad forman parte del andamiaje teórico-práctico del que se vale el poder real para ocultar lo que no le conviene e imponer sus valores culturales. La superabundancia informativa, la noticia-vértigo, la imposición de un presente continuo y la descontextualización constante de los hechos son también aliados de las técnicas de manipulación. Existe una marcada tendencia a analizar los mensajes de la televisión desde el lugar de “lo periodístico” o de acuerdo a una división temática o segmentada de su programación, cuando en realidad la ideología del medio se manifiesta desde el inicio de la transmisión hasta el cierre.
Dice Sosa que estos manejos no tienen “nada de ingenuo”, por lo que deberíamos relacionar lo afirmado con otro concepto que las más de las veces pasa inadvertido: las “empresas de comunicación de masas” son “empresas comerciales”, por lo tanto venden también sus productos: “la información”. Para ello estudian las formas más adecuadas de presentarlos. Hay, en este terreno, son asesoradas por una cantidad de consultoras especializadas, cuando no tienen sus propios departamentos de marketing, sobre un amplio espectro de posibilidades respecto del gran público.