Por todas estas razones ya expuestas: «El Departamento del Tesoro pronostica que el creciente endeudamiento público estadounidense alcanzará los 14,3 billones -el tope fijado por el Congreso- a más tardar a mediado de 2010. El límite del astronómico débito fue ampliado no menos de 10 veces en la última década, la más reciente en febrero del año anterior. El secretario del Tesoro Timothy Geithner manifestó su esperanza de que el Congreso eleve el límite de la deuda; caso contrario, la administración no podrá tomar prestamos y cesaría los pagos de sus deudas. La moratoria de la deuda norteamericana, algo que nunca pasó en Estados Unidos, tendría efectos devastadores para un país cuyos bonos son considerados entre las inversiones más seguras del mundo. Millones de estadounidenses, gobiernos e inversionistas extranjeros tienen grandes inversiones en valores del Tesoro».
Si colocamos este tema en un juego de espejos con la situación de Europa, sobre todo sus países más débiles como Grecia, España, Islandia, etc., podemos comenzar a ver más claro de qué se trata este proyecto de la globalización: concentrar la riqueza en una franja pequeña de ricos y descargar el peso de las deudas públicas sobre los sectores más desfavorecidos. ¿Cómo se percibe esto en los Estados Unidos? Observemos cuál es el tratamiento que la crisis merece en el Congreso de este país. «El Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes debate un proyecto republicano para el año fiscal 2012 que afectará sobre todo a la clase media. El 5 de abril, el presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, presentó el plan de recortes de 6,2 millones de millones de dólares para la próxima década. La iniciativa republicana reduce inversiones en educación y recorta el financiamiento de los programas de asistencia médica Medicare para personas mayores y jubilados y Medicaid para familias de bajos recursos. Según Ryan, la reducción de ambas partidas contribuirá a sanear las deudas y el presupuesto».
La propuesta republicana desestima las recomendaciones de la Comisión Fiscal Bipartidista que solicitó reponer los impuestos para el dos por ciento de los más ricos a los mismos niveles de 1990. El demócrata Chris Van Hollen calificó el plan de Ryan de “rígida agenda ideológica”, al extender recortes tributarios a los ricos, empresas petroleras y otras entidades poderosas a costa del resto de los estadounidenses. «Los republicanos proponen reducir el déficit en cinco billones de dólares en 10 años reduciendo gastos médicos de los sectores más pobres. Quieren privatizar el programa de asistencia médica para ancianos y jubilados; eliminar fondos futuros para centros de salud reproductiva y planificación familiar, y también suprimir los fondos para la aplicación de partes de la reforma de salud promulgada en marzo de 2010».
El presidente Barak Obama afirmó: «No podemos darnos el lujo de tener un billón de dólares en reducciones impositivas para todos los millonarios y multimillonarios de nuestra sociedad; me niego a renovarlos nuevamente». El 19 de abril, Obama pidió a los ricos que hagan un sacrificio para resolver el problema de la deuda y el déficit fiscal del país, y reiteró que será necesario cesar las rebajas impositivas a los que más tienen. «Si le pedimos sacrificios a los centros de formación profesional, si le pedimos a la gente que haga sacrificios que podrían significar menos servicios públicos en sus barrios, entonces podemos pedirle a los millonarios hacer pequeños sacrificios». El intento de este tipo de eliminación de privilegios es un tema muy duro para las políticas que pretende implementar: eliminar las excepciones impositivas para los que ganan más de 250 mil dólares anuales. El jefe de la bancada republicana en la Cámara baja Eric Cantor de Virginia adelantó que su partido no aceptará ninguna abolición de recortes de impuestos.
La ideología del “libre mercado” desempeña un papel clave a la hora de apuntalar la alianza estado-capital en esta etapa. Para mostrar que la historia viene de más atrás se puede anotar que por treinta años, los presidentes de ambos partidos han seguido una línea con muy pocas variantes, muy ceñida a la concepción neoliberal en lo económico. Chuck Collins, es un estudioso experimentado en el Institute for Policy Studies, sostiene, sin embargo: «Hemos ganado victorias para familias trabajadoras --permiso familiar, incremento del salario mínimo, cuidado de salud más amplio, recortes de impuestos para la clase media-- pero el precio siempre ha sido recortes de impuestos para los ricos y las corporaciones. Bajo Clinton y Bush II no se podía lograr nada ligeramente progresista sin un gran hueso para la clase rica o corporativa: algún recorte al impuesto sobre la renta o algún resquicio corporativo».
En su criterio, solo hay unas pocas formas de intervenir para prevenir la "Espiral letal Hacia la plutocracia", y revertir el curso. Todas requieren de una ciudadanía comprometida que diga de forma clara: «Queremos una economía que sirva a todos, no solo a los ricos». Pero esto no parece estar cerca hoy.
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