Se torna
imprescindible, entonces, recuperar los conceptos que quedaron escritos en los
documentos de la Iglesias y en la voz de muchos de sus representantes a lo
largo de siglos. Un tema central, para comenzar a pensar la cuestión social y
política, es el concepto y función de la propiedad privada. La claridad que se
puede encontrar, a lo largo de la historia, en el tratamiento de esa
problemática, origen de tantas injusticias, mantuvo una coherencia doctrinaria que
merece ser recuperada. Tal vez, esto
pueda convertirse en un descubrimiento y sorprender a muchos. Es por ello que
todo ese caudal doctrinario debe contraponerse a los comportamientos políticos
de las jerarquías, muchas veces alejadas de lo que se sostenía en las
expresiones de los documentos. El teólogo católico José Sols Lucia[1],
profesor de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, lo plantea con claridad:
Pocos
conceptos del discurso social cristiano han recibido un grado tan alto de
manipulación colectiva como el de "propiedad". La práctica eclesial
ha acabado siendo a menudo el polo opuesto a lo formulado en sus escritos
oficiales de Doctrina Social, no digamos ya a lo formulado en el Antiguo y el
Nuevo Testamento. Al mismo tiempo, la inmensa mayoría de los católicos no tiene
ni remota idea de lo que la Iglesia ha estado afirmando acerca de la propiedad
durante veinte siglos. ¿Por qué tanta ignorancia precisamente en este punto?
¿Por qué tanto silencio? ¿Por qué tanta incoherencia?… De entrada, resulta
significativo que, al decir "propiedad", nos salga espontáneamente
decir, como si de una sola palabra se tratase, "propiedad privada".
Parece que la propiedad sólo pueda ser privada, que nos cuesta imaginar otros
tipos de propiedad. Pues resulta que hay muchos tipos de propiedad, y la
privada sólo es uno de ellos. Que unamos "propiedad" a
"privada" forma parte de la manipulación semántica en que vivimos.
Vamos a seguir,
en estos primeros pasos, a este teólogo para mostrar los contenidos doctrinarios
que tantas veces confrontan con “la práctica eclesial” y que dan lugar a las
preguntas que él formula. Lo que puede parecer sorprendente es que si nos
ciñéramos a una exposición de las afirmaciones doctrinarias de la Iglesia
respecto del concepto de propiedad esto podría resumirse en pocas líneas. Sería
suficiente citar algunos documentos para demostrarlo. Es que el problema no
radica en las declaraciones doctrinarias sino, como afirma el profesor, «en su
disolución en la realidad histórica». Por ello, como aporte al conocimiento para
un tipo de lector que no ha tenido acceso a esta literatura, voy a citar textos
que abarcan más de treinta siglos de historia: desde lo escrito en el Antiguo
Testamento (siglo X a. C.), pasando por los Evangelios (siglos I y II d. C.),
las expresiones de los llamados los Primeros Padres de los siglos II al IV de
nuestra era, hasta los últimos documentos del magisterio eclesial. Trataré de
convertir esto en un texto llevadero, para no perder la riqueza que no debe
quedar sepultada[2].
Debo volver a
afirmar, para evitar erróneas interpretaciones, que el propósito de estas
páginas es aportar, desde una perspectiva de la filosofía política, un análisis
de los diversos textos de la historia de la Iglesia y de sus antecedentes
hebreos. Recurrir a esos textos no pretende más que sacar a la luz contenidos
fundamentales del pensamiento social que pueden aportar conceptos y criterios
novedosos, a pesar de su antigüedad, para analizar y revisar los problemas
sociales, políticos, económicos, culturales, etc., de nuestra realidad de hoy
que fueron pensados en otros tiempos y que guardan una sabiduría vigente que no
debería ser desaprovechada.
Al comenzar por
el Antiguo Testamento debemos tener en cuenta que sus partes han sido escritas en
un periodo que va desde el siglo X hasta el VI a. C., recogiendo una larga
tradición oral de más de diez siglos. Es una serie de documentos históricos, dentro
de los cuales se puede encontrar una narración de la historia del pueblo hebreo,
sin perder de vista que se expresan en las formas literarias de una época muy
distantes de nuestra exigencia de verificación documental. Hay en ellos
diversos géneros literarios que deben ser leídos como tales, para no exigirles
un lenguaje inexistente entonces. Sin embargo, el esfuerzo de comprensión para
recuperar lo trasmitido, nos posibilitará un acceso a la vieja sabiduría si nos
despojamos de los prejuicios científicos
de nuestra época.
[1] Maestría en
Historia por la Universidad de Barcelona, Maestría en Filosofía en la Facultad
Eclesiástica de Filosofía de Cataluña, octorado en Filosofía y Teología por el Centre Sèvres, Paris.
[2] Algunos de los textos
citados están tratados con mayor amplitud en mi libro El problema del
trabajo, la propiedad privada y el capital, EDIUNS, 2007.
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