Hemos tenido la oportunidad de analizar y
comprender los mecanismos, a veces tortuosos, mediante los cuales la elite
financiera estadounidense dominante ha decidido cuáles son los caminos por
donde avanzará ese país en el futuro próximo. Tales decisiones implican tomas
de posición respecto de los modos y las políticas por implementarse en el
gobierno de la cosa pública[1];
de allí, las consecuencias observables
con una mirada crítica: la situación social, política, económica y cultural en
la que se encuentra hoy.
Los resultados políticos de un país con
destino imperial —como ellos lo han definido— tendrán necesariamente
repercusiones dentro del espacio internacional en el cual reina su poder. El
tipo de democracia formal, recortada por el poder de esa minoría (el 1% la
define los occupy[2]),
ya analizada anteriormente, intentará reproducir ese modelo para hacer más
coherente y gobernable el mundo
influenciado por sus intereses geoestratégicos.
Deberemos, entonces, dirigir nuestra mirada
hacia aquellos centros de decisión para averiguar quiénes son los gurúes, los think tank (‘tanques de pensamiento’);
qué sostienen, para que podamos avanzar en la detección de los mecanismos con
los cuales pretenden asegurar la su influencia en los países definidos como
parte de su área de intereses.
La redefinición del contexto político a partir
de la década de los noventa: comienzo de la crisis generada por las políticas
neoliberales; el desgaste de la figura del país del norte como gendarme del mundo; la aparición de
poderes desafiantes (Rusia y China, entre otros) obligan a un replanteo de sus
políticas. Las nuevas definiciones nos permitirán comprender por dónde circulan
las nuevas políticas.
El empate nuclear ha postergado cualquier
intento de guerra atómica de resultados imprevisibles. El costo y los malos
resultados de las incursiones en Irak, Afganistán y otros imponen retrasar el poder duro como recurso de última
instancia. Aparece, entre algunos de sus mejores intelectuales, la iniciativa
de un nuevo concepto: el poder blando.
Comprenderlo abre una puerta para comenzar a ver la nueva cara del poder
internacional. Con ese objetivo, apelaremos a las opiniones de investigadores
que han dedicado a ello su actividad profesional y han denunciado esos manejos
encubiertos.
¿Cómo se define este concepto? Stella Calloni,
periodista y escritora argentina, Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí, fue corresponsal de guerra
en América Central y se especializó en política internacional. En un artículo
publicado el 6 de octubre de 2012, en el que analiza la relación entre los
Estados Unidos y América Latina, dice:
Golpe blando es el nuevo
nombre que se utiliza en los Estados Unidos para mencionar las acciones
desestabilizadoras utilizadas por el poder económico, con apoyo extranjero, y
de los viejos elementos de las dictaduras militares y policiales. Ya no resulta
imprescindible sacar las Fuerzas Armadas a la calle: se van minando lentamente
las bases de un gobierno popular, cuando se ha logrado controlar la mayoría de
los medios de comunicación.
El intelectual francés, investigador de la
política exterior de los Estados Unidos, Thierry Meyssan, presidente fundador
de la Red Voltaire y de la
conferencia Axis for Peace (Eje por
la Paz), denuncia a uno de los creadores de la estrategia del poder blando. Se refiere a Gene Sharp,
quien propone en 1983 el Programa sobre
las Sanciones No Violentas en el Centro
de Asuntos Internacionales de la Universidad
de Harvard. Allí desarrolla sus investigaciones, en el marco de las ciencias
sociales, sobre las posibilidades que ofrece la utilización de la desobediencia civil por parte de la
población de Europa occidental, a partir de una
hipótesis de invasión de las tropas del Pacto de Varsovia (Unión Soviética y aliados). En la misma época,
funda en Boston el Albert Einstein
Institution con la doble misión de financiar sus investigaciones
universitarias y de aplicar sus modelos a situaciones concretas.
[1] Se puede consultar, en la página www.ricardovicentelopez.com.ar,
Crisis financiera del sistema capitalista
y El control de la opinión pública.
[2] El movimiento Occupy es una
organización de protesta contra la desigualdad social y económica. Su objetivo
principal es lograr relaciones económicas y políticas menos verticales y
jerárquicas, y distribuir mejor la riqueza. El Movimiento Occupy Wall Street es un movimiento social de protesta contra las
corporaciones financieras.
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