A manera de
síntesis de este estudio, analizaré un concepto clave, cuyo origen debemos
ubicar en la década de los setenta: gobernabilidad.
El conocido académico Luis Aguilera García[1] le ha dedicado al tema
varias publicaciones; una de ellas es Gobernabilidad
y gobernanza: cinco tesis a la luz del capitalismo neoliberal del siglo XXI.
Allí, una descripción muy útil para introducirnos en este tema explica, en
parte, algunos porqués de los riesgos que corre la democracia en estos tiempos:
Existe
coincidencia en la bibliografía al apuntar el origen de los estudios acerca de
la gobernabilidad de los sistemas sociales adjudicándolos a la primera mitad de
los 70 y el conocido Informe de la Comisión Trilateral. Este Informe fue
publicado en 1975 teniendo como centro el tratamiento de la categoría referida.
La convocatoria para la elaboración de este informe está motivada por las
profundas convulsiones que venían apareciendo tanto en los centros del poder
imperial como en su llamada periferia, lo cual surge como colofón de sucesos
políticos, económicos y militares que mostraban la verdadera esencia del
imperialismo mundial.
La mención de
la Comisión Trilateral, tema ya analizado, nos da una buena aproximación al
problema, puesto que la creación del concepto respondía a una preocupación que
quedó analizada en páginas anteriores. El origen de la idea fue de David
Rockefeller, presidente del Chase Manhattan Bank, y de
Zbigniew Brzezinski, asesor del presidente James Cárter. Nos ofrece una clara
señal respecto de los problemas que preocupaban a los “dueños del mundo”,
representados por los 300 miembros vinculados a la Banca, los negocios, la vida
empresarial, en general. El objetivo de la Comisión queda expresado en su
presentación:
El
propósito de la Comisión es construir y fortalecer la asociación entre las
clases dirigentes de Norte América, Europa Occidental y Japón… La Comisión
Trilateral como entidad privada es un intento para moldear la política
pública y construir una estructura para la estabilidad internacional en las
décadas venideras. (subrayados RVL)
El subrayado
intenta resaltar la claridad de lo que se proponía esa institución
internacional. El concepto de gobernabilidad
debe entenderse, según los académicos, a través de una formulación neutra,
despolitizada, que oculta los verdaderos propósitos, como «La capacidad de una
sociedad para enfrentar positivamente los retos y oportunidades que se le
plantean en un momento determinado». Es notable cómo los problemas políticos
reales se transforman al entrar al círculo de los teóricos especializados. La
propia Comisión lo define como la necesidad de «construir y fortalecer la
asociación entre las clases dirigentes», lo cual expresa sin artilugios
teóricos cuáles son sus verdaderos intereses.
Definido de
este modo, cabe preguntarse: ¿por qué aparece como necesaria esa institución?
Aguilera García ya ha respondido: «por
las profundas convulsiones que venían apareciendo tanto en los centros del
poder imperial como en su llamada “periferia”». El mundo de los setenta había
comenzado a sublevarse ante las garras imperiales. La investigadora chilena,
Licenciada Mónica Alejandra Vargas Aguirre[2]
define la razón de esta inestabilidad con estas palabras:
Desde
los años 70 se ha pretendido ligar el concepto de democracia al de
gobernabilidad, esto implica el predominio de una visión tecnocrática de la
conducción política, es decir, se concibe un agente conductor de la sociedad
pero que no se propone cambiarla. En esta concepción democrática liberal es la
sociedad civil la que conduce el proceso, pero es una sociedad civil fuera del
estado. Este juego democrático se ha convertido en una trampa, en la cual han
caído la mayoría de los estados-nación. Reviste el peligro de que sea la misma
sociedad civil que tome conciencia de la imposibilidad del cambio por la vía
institucional y se arriesgue en una batalla contra el estado y la política.
Lo analizado
en las páginas anteriores permite comprender que los poderes internacionales no
están dispuestos a permitir ninguna alteración del esquema impuesto. Los
intentos desestabilizadores con los que somete a
los gobiernos díscolos (aquellos que pretenden ser independientes), ponen en
grave riesgo a la democracia de los países de la periferia. Esto no debe
despreciarse en la comprensión de los problemas actuales.
[1]Abogado y escribano público,
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de
Guatemala, tiene una Maestría en Ciencias Políticas y ha cursado Estudios del
Doctorado en Albert Ludwig
University, Alemania.
[2] Licenciada en Sociología y
Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Chile; Maestría en Asuntos
Humanos y Medio Ambientales y Trabajadora Social por la Universidad de Valencia.
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