Nuestras ideas sobre lecturas de periódicos,
novelas, películas nos han presentado un panorama estrictamente militar:
operaciones de combatientes equipados en los últimos tiempos con mucha
tecnología. Pero todo ello quedó muy atrás en las concepciones actuales de la
guerra. Ahora es un concepto multidimensional que abarca un amplio espectro de
modalidades, instrumentos, terrenos de operaciones, frente enemigos, muchas
veces, difusos.
Nikolái Zlobin (1958), politólogo ruso,
periodista e historiador, lleva más de 20 años viviendo y trabajando en los
Estados Unidos. Después de una larga carrera en el mundo académico, emergió
como comentarista líder en las relaciones ruso-estadounidenses. Actualmente, se
desempeña como presidente del Centro sobre los Intereses Globales en
Washington, DC. En junio de 2013, publica sobre este tema un artículo titulado Crece la importancia del poder blando en el
mundo. En él, dice:
Pocos discutirán el hecho de
que los estados soberanos van perdiendo poco a poco su capacidad de monopolizar
la gestión de los procesos principales en sus propios territorios. La economía
mundial es un fenómeno cada vez más global, interconectado y ramificado en el
que es muy difícil, y en ocasiones imposible, establecer fronteras entre las
distintas economías nacionales. Hace tiempo que los medios de comunicación han
dejado de prestar atención a las fronteras entre estados y se han convertido en
un sistema auténticamente global. Del mismo modo que se reduce el papel del
estado tradicional y se erosiona el concepto de soberanía, la diplomacia
clásica entre países empieza a ser cosa del pasado.
Este politólogo nos induce a tomar nota del
estado en que ha devenido el viejo concepto de soberanía nacional para los pensadores del centro del mundo. Ellos
devalúan el concepto de fronteras nacionales, puesto que piensan el mundo
global como un territorio en disputa entre las potencias, por lo tanto, un
campo de combate. Si bien el poder militar es el último recurso, ya hemos visto
el variado equipamiento disponible para estos menesteres. Consideremos más.
Otro pensador del Norte, el geopolitólogo y
profesor estadounidense, Joseph Samuel Nye, Jr. (1937), cofundador, junto con
Robert Keohane, de la teoría del neoliberalismo en las relaciones
internacionales. Fue también otro de los creadores de la teoría del “poder
blando”. Su noción de "poder inteligente", que se hizo popular, le
otorga al concepto un carácter más profesional e intelectual. Es también
profesor de la Universidad de Harvard, en la que fue decano en la Kennedy School of Government (Escuela
Kennedy de Gobierno). Analiza el
concepto de poder:
El poder adopta muchas
formas, y el poder blando no es debilidad. Es una forma de poder, y cometer el error
de no incorporarlo a nuestra estrategia nacional es un grave error. ¿Qué es el
poder blando? Es la habilidad de obtener lo que quieres a través de la
atracción antes que a través de la coerción o de las recompensas. Surge del
atractivo de la cultura de un país, de sus ideales políticos y de sus
políticas. Los americanos —y otros— afrontan un desafío sin precedentes que
proviene del lado oscuro de la globalización y de la privatización de la guerra
que ha acompañado al desarrollo de las nuevas tecnologías. A medida que
compartimos inteligencia y aptitudes con los demás, desarrollamos perspectivas
y aproximaciones comunes que mejoran nuestra habilidad para lidiar con los
nuevos desafíos. El poder fluye de esa atracción. Subestimar la importancia de
la atracción como mera popularidad efímera es ignorar cuestiones clave de las
nuevas teorías del liderazgo así como las nuevas realidades de la era de la
información.
Sin embargo, si la atracción no tiene la
capacidad atribuida, quedan los instrumentos de guerra para desgastar hasta
derrocar a aquellos gobiernos que no entienden
las ventajas de entrar en su área de influencia. En esos casos, los que no entendemos debemos pensar el concepto
estratégico de golpe blando, aplicado
a nuestro continente como el periodista y escritor argentino Luis Bruschtein nos
propone:
Consiste en travestir a una
minoría en mayoría, amplificar sus reclamos, crispar las controversias y
enfrentamientos y desgastar a la verdadera mayoría que gobierna, hasta hacerla
caer por medio de alguna farsa judicial como fue en Honduras, o parlamentarista,
como en Paraguay o forzando una intervención extranjera como se pretende hacer
en Venezuela.
La democracia que se enseña a través de los manuales no registra todo esto. Sólo
se mueve dentro de un marco ideal definido por la teoría, mientras en la realidad
sucede todo lo visto.
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