domingo, 5 de octubre de 2014

El juego de las mentiras II



Continúo con la publicación de la nota de Washington Uranga cuya primera parte puede leer en este mismo blog:
Valga decir que quien escribe estas líneas está lejos de afirmar que no existen errores en la gestión de gobierno. Los hay. Muchos están a la vista y es importante señalarlos. Para que rectifique el mismo gobierno o para encontrar alternativas. Pero la mentira reiterada como recurso constante no sólo es un atentado contra la ética, sino que es un método de operación política instalado en los medios en la Argentina. Lo que enfrentamos no es una crisis en el sentido que se la quiere mostrar, sino la manifestación clara de un enfrentamiento por el poder y la avanzada de grupos muy poderosos que quieren recuperar influencias perdidas, hacer toma de ganancias y recomponer el nivel de lucro que tuvieron antes y que se ha visto apenas recortado por la gestión de los últimos gobiernos. Ya no son los militares las caras visibles de estas operaciones. Tampoco los partidos políticos de manera institucional (por más que ciertos personajes se presten al juego y se dejen utilizar a cambio de ganar algún titular). Son los medios de comunicación.
Pero no se trata apenas de mentiras aisladas. Es un método que intenta condicionar al gobierno actual, debilitarlo y, si es posible, doblegarlo. Pero deberían estar atentos también los opositores que hoy creen ganar terreno sumándose al discurso terrorífico. Porque quienes hoy les abren las pantallas y los titulares de los medios son los mismos poderes que desde ahora intentan condicionar y disciplinar a futuros gobiernos dejando en claro quién manda en la Argentina, para que no se repitan situaciones como las vividas. Para tenerlo en cuenta.
Caen en la misma trampa discursiva quienes, desde el oficialismo o desde posiciones cercanas, también apelan al lenguaje del terror para no admitir errores ni explicar de manera suficiente, política y técnicamente, los cambios de rumbo. No se puede subestimar la madurez política y la capacidad de discernimiento de la ciudadanía.
La obsesión y la necesidad de la oposición mediática por mantener el relato de la crisis son tan grandes que aun la desmentida más rotunda de los protagonistas se califica de “supuesto”, sosteniendo además que “podría haber un cambio de fecha y de formato del encuentro, una suspensión o un intento de bajarle el voltaje político” a una reunión que nunca existió. Otros, desde el mismo frente de medios opositores, se ven obligados a desmentir la información, pero aprovechan, aun reconociendo la evidente mentira mediática, para afirmar que es “Cristina (quien) no está dispuesta a abrirse al diálogo” y que el poder se le escurre dado “que encabeza un gobierno débil y en retirada”.
Se trata de nunca renunciar al relato de la crisis. No importa si se apoya o no en la verdad de los hechos. Hay muchos capítulos para revisar en los códigos de ética periodística, pero mucho más para escribir acerca del papel que juegan los medios de comunicación en la política actual, actuando como voceros de poderes que casi nunca dan la cara. ¡Ah! Equivocarse no es grave. Basta con rectificarse y pedir disculpas. Insistir en el error denota falta de honestidad.
Si un “botón de muestra” alcanza, en realidad estamos frene a una botonería completa en calidad y diversidad de botones. Y no es Argentina el único escenario de esta muestra, la serie de notas anteriores hablan claro de un proyecto global[1].

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