Sobre la crisis financiera, mencionada en la nota anterior, ya he escrito varios trabajos. Sin embargo, mi insistencia en tratar temas relacionados tiene como propósito no dejarnos engañar en momentos en que las medidas que se están tomando apuntan a salvar a los más ricos, con olvido total de los más desfavorecidos y perjudicados por las crisis sucesivas del capitalismo en su versión salvaje, como fue correctamente bautizado. Mis trabajos mencionados pueden dar un panorama general de los acontecimientos. Revisarlos nos advierten acerca de cómo se llegó a ese estado en que se debaten las finanzas internacionales. Y ello es necesario porque, no sin estupor, podemos leer que en las altas cumbres de las finanzas se debaten propuestas que sólo repiten idénticos mecanismos que los desembocados en la crisis de la que todavía no hemos salido. Subrayo aquí, y volveré sobre ello, que la libertad enunciada requiere posibilidades materiales para su ejercicio, por lo que no se debe hablar en abstracto de ella.
Al respecto dice Juan Francisco Martín Seco: «Mientras se celebraba otra gran conferencia económica para debatir la actual crisis de la economía internacional, organizada por el Institute for New Economic Thinking (Instituto de Pensamiento para la Nueva Economía), que tiene al liberal rey del hedge fund (Fondos de Inversión), George Soros, como su primer motor y provocador, el discurso de despedida de Keynes parecía inquietantemente profético: ‹‹han vuelto los dragones››.
En Washington, un partido Republicano vuelto a su esplendor, según sienten sus miembros, puso al gobierno estadounidense a dos horas de cerrar en default, por falta de autoridad política para librar fondos, mientras imponía severísimos recortes del gasto federal. Al otro lado del Atlántico, una legión de hedge funds y Bancos de inversión han forzado a un debilitado gobierno portugués a recurrir al FMI y a la Unión Europea para un rescate multimillonario en euros. En Gran Bretaña, George Osborne se presenta como paladín de la imponente velocidad de su plan de reducción presupuestaria, diciendo que no jugará a la ruleta rusa con la economía británica. Se encuentran por doquier los ecos del lenguaje que Keynes trató de disipar en Bretton Woods».
Juan Francisco Seco nos está diciendo que, mientras la crisis no sale de su estancamiento, esos dragones avanzan como si nada hubiera pasado, como si ellos no tuvieran ninguna culpa de esos resultados, como si la codicia desenfrenada de ellos no fuera la causante de la situación actual. Más todavía, miran el escenario y están pensando y actuando como buitres para sacar el mayor provecho posible de la situación desastrosa de varios gobiernos europeos. El estado de los dirigentes políticos de nivel internacional bascula entre su falta de ideas y su debilidad, que los lleva a someterse a los dictados de los dragones.
Afirma Seco: «Por ejemplo, hasta los demócratas norteamericanos están de acuerdo con los activistas del Tea Party [la ultraderecha] en el seno del Partido Republicano en que si los EEUU repiten lo que hicieron en la primera década de este siglo, entonces la deuda pública se duplicará volviéndose insoportable. El argumento es si la respuesta debería consistir en dar un hachazo al gobierno federal norteamericano o si el gobierno, pese a las constricciones fiscales, forma parte de la solución, mediante su papel de estimulante de un crecimiento mayor y sostenible». Aunque los términos de la cuestión puedan no ser de fácil comprensión, traducidos a un lenguaje más simple, «si el gobierno debe usar los dineros públicos para generar trabajo o debe socorrer a los Bancos en quiebra».
Uno de los problemas es que la economía y los economistas han sido demasiado débiles a la hora de establecer que la crisis tenía su origen en comportamientos privados más que públicos, o en demostrar «de qué modo el crecimiento y la generación de empleo son resultado de una compleja interacción entre las acciones, el gasto y el marco de los gobiernos y el dinamismo del sector privado». El gobierno es parte inevitablemente de la solución, es decir del apoyo a la creación de riquezas. Sin embargo, los dragones lo ponen como un obstáculo para el “libre juego” de la economía. Para el movimiento del Tea Party en todo el mundo, ya sea en el seno del partido Republicano, en el Tesoro o los hedge funds, ha resultado demasiado fácil «especular en contra de estados periféricos pertenecientes al euro, lisiándolos de un modo u otro para impedir que actuaran de forma creativa e inteligente como respuesta a una continuada crisis financiera y a niveles de deuda privada por las nubes».
Podemos preguntarnos: entonces, ¿cuánto margen de libertad le queda al ciudadano?
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