Para una parte del público de nuestro país, parte muy difícil de cuantificar puesto que no tenemos un instrumento que mida la “opinión pública” con precisión y claridad, la serie de notas que publiqué con anterioridad puede no ser del todo aceptables. Y esto es comprensible dado que, a pesar del inconveniente señalado, la intuición nos dice que la incidencia de la presión de esos medios concentrados es importante todavía. No sólo por lo que publican sino, y esto está largamente estudiado, por cómo se presenta la información.
Por tal razón voy a presentar el siguiente comentario y análisis de la investigación realizada por Federico Corbiére, Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), Especialista en Gestión y Planificación del Periodismo (UBA), cuya dedicación al tema lo habilita a escribir, con seriedad y responsabilidad:
«Una década atrás, Argentina conoció la peor crisis institucional que arrasó con las ilusiones de no pocos jóvenes nacidos en democracia. También dejó 38 muertos sólo en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Por entonces, los poderes fácticos [empresas multinacionales, p. ej.] no eran los cuestionados sino las instituciones y los políticos ajenos a sus intereses. El caso de los sobornos por el Proyecto DNI y las cuentas, también suizas, no ocuparon la tapa de los principales matutinos de circulación nacional. Recién ahora –a instancias de una investigación de la SEC norteamericana y el FBI– aquellos millonarios sobornos silenciados, llegaron a las portadas de Clarín y La Nación».
Esto nos coloca en la pista de qué se publica y qué se calla, y cómo cada una de estas decisiones encubre compromisos, relaciones, e intereses específicos. Sin olvidar que lo que está en la tapa de un periódico, dice por las palabras utilizadas, pero más dice por el tamaño de éstas y por como están colocadas. Un ejemplo paradigmático extremo fueron siempre las tapas del diario Crónica. Continúa Corbiére: «Tales omisiones son la síntesis de una práctica común de presiones y contubernios de las corporaciones mediáticas. El miedo a los medios, por su capacidad de influenciar a la opinión pública, fue signo de una época que con la iniciativa parlamentaria que declara Papel Prensa un “servicio de interés público” está llegando a su fin. La única empresa productora de papel nacional (utilizable para el bobinado de rotativas) tiene como principal accionista al Grupo Clarín, con el 49% de sus acciones, y como socios minoritarios al diario La Nación y al Estado nacional».
Nos encontramos ahora con un tema que, a primera vista, parece extraño y ajeno a lo que se viene diciendo. El ocultamiento, durante décadas, de la importancia de ejercer un monopolio sobre la producción de un insumo fundamental, que representa una parte muy importante del costo de publicación de un periódico, según la cantidad y precio al que se ofrezca en el mercado, define un control muy severo y preciso sobre toda publicación que represente una competencia. De este modo, para la necesidad de sobrevivencia de esas publicaciones la cantidad de insumo y su precio se convertían en una “espada de Damocles” que amenazaba con la quiebra o terminaban siendo compradas por el grupo dominante. Esto permite comprender por qué tantas publicaciones tradicionales de nuestro país pertenecen hoy al Grupo Clarín.
Avanza nuestro investigador: «Mientras la adquisición de Papel Prensa está siendo investigada como delito de lesa humanidad por el oscuro traspaso de acciones del grupo Graiver, en marzo de 1977, a sus accionistas privados, Clarín volvió a insistir en usar su tapa para cuestionar las instituciones con una cita del artículo 32 de la Constitución Nacional, que señala: “El Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”».
La utilización aviesa de los argumentos constitucionales, avalados por la supuesta autoridad académica de “constitucionalistas”, pertenecientes a grandes Estudios Jurídicos de los que son clientes estos medios, le permiten señalar lo siguiente: «El Dr. Gregorio Badeni, es mencionado como cita de autoridad para defender la libertad de prensa. Sin embargo éste olvida la reforma de 1994 y la parte dedicada a los “nuevos derechos y garantías”, donde su artículo 42 promueve la defensa de la competencia y el control de los monopolios naturales y legales”».
Como prueba de los resultados del manejo monopólico “exitoso en sus negocios” pasa a describir la composición actual del grupo: «Sólo en gráfica, Clarín es dueña de Arte Gráfico Editorial Argentino (AGEA), Olé, La Razón y, junto a La Nación, de la Compañía Inversora en Medios de Comunicación (CIMECO), controlante de los diarios La Voz del Interior (Córdoba) y Los Andes (Mendoza), además de revistas menores como Genios y Elle, entre otras. Clarín posee, como principal premio de sus buenos oficios en tiempos autoritarios, dos empresas claves: Artes Gráficas Rioplatense, con la cual intentó imponer junto con la Editorial Tinta Fresca su modelo pedagógico en las escuelas; y da su “toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos” con la distribuidora Impripost. Entiéndase: producción de papel, cadena de distribución y consumo, sólo en una rama de su estructura comercial, complementaria en forma de conglomerado con señales televisivas, Internet y cable».
Insisto en preguntar, como lo hice en la nota anterior: ¿Está claro?
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