En este juego de las comparaciones que he propuesto, que
estoy convencido iluminan el pensamiento,
sobre todo en momentos de tanta
chatura intelectual reflejada en los medios, y a partir entonces de las
diferencias y semejanzas planteadas vamos a revisar los análisis que nuestro autor,
el Dr. Casassas, propone sobre el pensamiento de Smith. El tema es ahora el
concepto de comunidad e independencia:
«La cuestión de la
comunidad es también importante, pues conviene aclarar que la idea de
independencia que Adam Smith propone en ningún caso implica aislamiento o
ruptura de vínculos con los demás, sino todo lo contrario. Lo que Smith censura
son las formas de dependencia debida a mecanismos que están relacionados con la
compartimentación de los individuos en clases sociales y, por ello, con un
acceso desigual a los recursos materiales. Esta diferenciación social
posibilita que unos interfieran arbitrariamente en los cursos de acción que
otros puedan emprender o querer emprender. En cambio, la garantía de la
independencia material que Smith presenta como objetivo político-normativo
prioritario, al otorgar a todos niveles relevantes de poder de negociación, ha
de permitir que todos los individuos logren la condición de ciudadanos plenos
y, así, puedan relacionarse con los demás en un plano de igualdad. Ello ha de
conllevar, precisamente, el ensanchamiento del abanico de posibilidades de
interacción al alcance de todos los individuos respecto a definir su
participación en las esferas productivas y distributivas».
Es importante resaltar la necesidad de garantizar la
independencia material del ciudadano, pues puede ella facilitar el acceso a
propuestas y a acuerdos distintos que satisfagan las necesidades y deseos de
ambos términos del contrato en los mercados: ya sea de trabajo o de constituir
formas distintas de propiedad y de gestión de las unidades productivas. Todo
ello en orden a permitir el desarrollo de actividades que supongan la obtención
efectiva de aquello que los individuos realmente quieren para sus vidas. Dicho con otras palabras. El ejercicio pleno
de la libertad en todos los aspectos de lo social, lo cultural, lo económico,
lo político, etc. Así, conseguida esta ampliación del abanico de posibilidades
puede pensarse en incluir «formas de cooperación social que, precisamente,
pasen por el fortalecimiento de los lazos sociales y por un despliegue en
comunidad de las capacidades individuales».
Esta es la razón por la que Adam Smith sostiene que la
garantía política de la independencia material favorece la emergencia de una
comunidad socialmente armonizada, es decir, «una auténtica comunidad de
semejantes, de individuos civilmente iguales, en el seno de la cual éstos
puedan definir, desplegar y evaluar los planes de vida propios no sólo a través
del autoconocimiento, sino también a la luz de los juicios procedentes de los
demás, auténticos pares. La cohesión social, pues, juega un papel harto
importante en términos civilizatorios».
No por ello Smith se engaña, dice nuestro autor, y alerta
explícitamente de los peligros que encierra la distancia real con respecto a
los demás que presenta la vida en la ciudad moderna.
«La “lejanía
social” puede dificultar la práctica de todos estos actos de simpatía para con
la situación del otro y, por ello, erosionar nuestra capacidad de articular
planes de vida con sentido en el contexto de una vida social y comunitaria».
Pude sonarnos extraño esta idea de lejanía: ¿de qué tipo de
“lejanías” está hablando? Late en todo momento, en la obra de Adam Smith,
afirma nuestro autor, un advertencia acerca de los perjuicios que las
distancias sociales, diferencias económicas y sociales entre clases, que
provocan las distribuciones injustas entre los ciudadanos que dan por
resultado: los menos favorecidos, los pobres y dependientes, por un lado, y por
el otro, los excesivamente ricos.
«En efecto, la
psicología moral smithiana y, también su metódica política, establece que a
todos —a pobres, pero también a quienes gozan de una vida desahogada— interesa
la articulación de una comunidad que garantice que todos sean individuos libres
de lazos de dependencia material. Pues sin independencia material no hay
proceso de individualización posible: sin independencia material, sin la
capacidad de pensar la propia existencia y de definir planes de vida propios de
forma autónoma, y sin poder contar con el concurso de los demás, auténticos
pares, en este proceso, la propia individualidad se desdibuja, así lo había
puesto de manifiesto ya la ética aristotélica, veintidós siglos atrás, que
Smith conocía bien».
No hay comentarios:
Publicar un comentario