Hablé antes de los cambios en las
subjetividades y ya nos estamos enfrentando a prácticas sociales que a muchos
de nosotros nos incomodan, nos sorprenden o rechazamos, puesto que tocan zonas
de nuestra intimidad a las que no estamos en condiciones de adaptarnos. Pero es
evidente que las nuevas generaciones tienen una predisposición a explorar modos
de relación que, si bien no se convierten en sus modelos, no les provoca
rechazo ver de qué se trata y qué se siente. Las nuevas condiciones que impone
el amor a distancia, según nuestros investigadores, son:
La búsqueda de pareja por
internet se desvincula del espacio y del tiempo. Es posible más allá de la
ciudad, a cualquier hora. La fluidificación del espacio, fenómeno que se
observa en las ciudades, se traslada también al campo. Los excesos de la noche
no caracterizan ya sólo a la vida nocturna. Las personas se encuentran con
mayor número de personas, los rostros se suceden aún más deprisa. Internet
implanta en todos la idea de “posibilidades ilimitadas”. Y también el que no
busca pareja sexual o amorosa vive su mundo como el de Internet. Conoce las
posibilidades. Sabe lo que hacen otros. Tiene imaginación.
Aparece un aspecto
que debe atenderse como advertencia para detectar cómo se inician estas nuevas modalidades. Si bien no todos buscan parejas,
saben qué hacen otros, y se van acomodando a estas modificaciones sociales que
tienen su correlato en el perfil de las nuevas subjetividades. Si hablé antes
de incomodidades y hasta rechazos, vemos ahora que, aunque no se inicien en las
nuevas prácticas, las tienen como posibilidades que existen y están a la mano
para cualquier intento de experiencias diferentes. Es decir, las nuevas
posibilidades, por conocidas, integran el abanico de ofertas disponibles. El
solo saber de su existencia cambia la actitud subjetiva, incorpora, como otro
tipo de modalidad, esas prácticas, que ya no incomodan ni provocan rechazos. Es
una forma de aceptación que denota un cambio. Las relaciones a distancia se
convierten de este modo en prácticas existentes aceptadas como parte de la normalidad. Sigamos leyendo para ver en
qué medida la subjetividad actual es diferente de la de no tanto tiempo atrás:
No solo es novedosa la
multiplicación hasta el infinito de las posibilidades de encuentro entre
personas. Con el amor a distancia, también cambia el ámbito en el que se despliega
el anhelo amoroso, lo que el amor significa para el deseo, lo que puede y no
puede, la sensualidad del amor, la relación entre amor, sexualidad, intimidad,
la relación entre amor y vida cotidiana, amor y trabajo. Vivir la variante
geográfica del amor a distancia significa creer en la posibilidad de una
intimidad y afectividad intensas entre personas que durante largos períodos no
pueden mantener relaciones sexuales.
Yo debo confesar que mi imaginación no alcanza
a comprender la aceptación de relaciones de ese tipo. Porque se me presentan
una cantidad de interrogantes para los cuales no encuentro respuestas. Por cómo
lo describen los autores (ambos son de mi generación), me hace pensar que
tampoco ellos se encuentran cómodos con lo que van descubriendo. Se percibe en
el modo de decirlo: «Significa creer en la posibilidad de una intimidad y
afectividad intensas entre personas que durante largos períodos no
pueden mantener relaciones sexuales» (subrayados míos). Una pregunta que se
me presenta es: ¿qué clase de pareja se forma? La respuesta que ofrecen es:
En el
amor mediado por las tecnologías de la comunicación, en el amor por teléfono o
Internet, debe renunciarse a muchas formas de sensualidad. Tiene que salir
adelante sin contacto físico de las manos, la piel, los labios, sin un
verdadero encuentro de las miradas, sin que los implicados puedan llevarse
mutuamente al éxtasis del orgasmo. Queda la sensualidad de la voz y el
lenguaje, del contar y escuchar, del ver y ser visto. El amor en proximidad puede
ser o tornarse silencioso; en cambio, el estímulo y sostén del amor a distancia
en su variante geográfica radica única y
exclusivamente en el lenguaje y la mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario