Este tipo de relaciones amorosas puede
encontrarse entre nosotros como novedad o esnobismo, pero los señalamientos van
apareciendo y deben llamar nuestra atención, dado el clima de amoríos livianos, observables hoy en jóvenes y no tan jóvenes.
Si bien en el primer mundo el estándar social permite un manejo de dinero, no
accesible para muchos en la periferia: Sin embargo, no sería de extrañar que
esas modalidades se vayan extendiendo. Leamos:
También el encuentro de los
amantes se ha liberado de las reglas relativas a la procedencia que imperaban
en la así llamada “buena sociedad”: las listas de invitados de las clases altas
ya no se pliegan estrictamente a la regla de la procedencia social. Han surgido
campos de encuentro –el trabajo, las asociaciones, los gimnasios– enteramente
mixtos desde el punto de vista social. Antes, la mayoría de las veces, la vida se
desarrollaba en el marco de la vecindad en sentido amplio. En nuestros días, el
medio vital, el mundo de la vida, abarca un espacio mucho mayor. Cursos de
idiomas, viajes de trabajo, vacaciones: la movilidad de una localidad a otra,
de un país a otro, hace ya tiempo que forma parte de la vida corriente. Como
consecuencia, el espacio de posibles encuentros entre personas se ha ampliado
enormemente y, con ello, el de potenciales parejas.
La descripción de las condiciones sociales de
décadas atrás no es tan diferente de las nuestras, y los cambios introducidos
ya los vemos entre nosotros. La ampliación y diversificación de las
posibilidades de encuentros que ofrecen las prácticas sociales actuales, de la
franja de medianos y altos ingresos, tampoco presentan desemejanzas
importantes. Si subrayo esa franja social es porque me parece la más proclive a
incorporar ese tipo de conductas. Un medio de comunicación que va ganando cada
vez más usuarios amplía las búsquedas:
A esto se suma, como un
nuevo espacio de encuentros que gana adeptos a gran velocidad, Internet. Los
buscadores nos traen directamente a casa, mejor dicho, al ordenador portátil,
una oferta mundial que se renueva cada minuto. Con Internet, las tentaciones se
multiplican hasta el infinito. Se abre un mundo
de posibilidades ilimitadas y también el horror de las posibilidades ilimitadas. Los buscadores son causa,
instrumento y resultado de una búsqueda que camina hacia y trabaja en la
ampliación de sí misma. El imperativo inmanente de esta búsqueda es la
optimización. Cuanto más amplia sea la oferta, mayor será la tentación. Quizás
el próximo clic me ofrezca al candidato ideal. Así que, ¡a seguir clicando! Hay
que encontrar al mejor o a la mejor, pero nunca se encuentra. “No dejo de mirar
qué nuevas mujeres o interlocutoras interesantes y guapas (o varones) aparecen
ahí. Puedes entrar todos los días. ¿Qué vida podrían depararme hoy?”, confiesa
el/la romántico/a de la maximización y el/la realista de lo virtual.
¿Dónde se encuentran todavía hoy los que
buscan amor? Sobre todo en el trabajo, luego en el círculo de amistades, en el
club, en los boliches. Lo que llamó la atención de los investigadores es que Internet
ocupa ya el tercer puesto, por encima del club, la discoteca, las vacaciones o
el supermercado. Un estudio actual revela que, entre personas de entre treinta
y cincuenta años, un tercio de los contactos que acaban en parejas se establece
a través de Internet. Y es una tendencia creciente. Para encontrarle algunas
causas, se plantean esta reflexión:
El
amor fue y sigue siendo amor imaginado. Tiene lugar en la cabeza, eso lo
sabemos. Lo peculiar del amor a través de Internet radica en que solo tiene
lugar en la cabeza. Internet modifica la condición grupal del amor. Hace
posible, en primer lugar, la no presencia de los implicados; en segundo lugar,
el anonimato de su contacto. Con ello, en tercer lugar, libera la imaginación.
Y, para terminar, puede imponer el imperativo de la optimización: “Antes de
atarte para la eternidad, comprueba que no haya algo mejor”. La ausencia de
corporalidad en el amor a distancia y el anonimato que garantiza Internet como
punto de encuentro puede incrementar el romanticismo de la búsqueda, pero
también engendra desinhibición. Podemos decir cómo se organiza y escenifica la
búsqueda de pareja a través de Internet: hoy las agencias mediadoras ya no
facilitan dos o tres parejas posibles a los que buscan, sino unos cuantos
cientos de miles, unos cuantos millones. Se informa a los usuarios de que hay
varios cientos de miles o millones de personas que están ahora conectadas y con
las que se puede contactar ahora mismo, cuántos contactos por hora están
teniendo lugar, cuántos miles de fotos se han colgado en internet durante la última hora.
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