domingo, 2 de febrero de 2014

La inseguridad es una paranoia construida por los medios XI



Los treinta años posteriores a final de la Segunda Guerra Mundial, esos que los franceses en los setenta denominaron “los treinta años gloriosos” (1945-1975), que correspondieron a la etapa de la “guerra fría”. En ella se había acordado una especie status quo para mantener una aparente paz, sostenida por un reparto del mundo entre las dos potencias que habían dividido el mundo: Estados Unidos y la Unión soviética. A pesar de ello no se ocultaba la tensión reinante entre los dos bloques. Lo interesante para nuestra investigación es la idea que se fue desplegando en Occidente, aceptada con bastante ingenuidad, de un capitalismo bueno, con rostro humano, con un Estado distribuidor de los bienes producidos que garantizaba los servicios sociales para todos.
Esta etapa creó la sensación de que habíamos entrado en un largo periodo de convivencia entre modelos contrapuestos, capitalismo y socialismo, que adormeció los estudios críticos sobre modelos sociales, políticos y económicos. Fueron años en que Hollywood nos convenció de que el gran país del Norte era el modelo deseado hacia el que debíamos tender todos. Por tal razón, la actitud crítica no tuvo mucha prensa, salvo algunas expresiones de las izquierdas con muy poca repercusión. Acá debemos  detenernos en el análisis de estos años.
La contraofensiva de la derecha internacional de fines de la década del setenta, expresó con sus dos expresiones políticas: Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en EEUU, que la primavera había terminado. Esta reacción de las posiciones más recalcitrantes en lo político y en lo económico, demostraron todo lo que se ocultaba en esos aparentes años gloriosos: la necesidad de mantener un standard de vida aceptable para las clases medias y bajas por miedo a la expansión del socialismo. Entonces quedó más clara la enorme capacidad propagandística del capitalismo que “vendió” un modelo paradisíaco que no era tal. Esa misma capacidad se puso al servicio de la ofensiva neoliberal para convencer de la necesidad de una reestructuración del Estado, de las empresas, para “ajustar” el “excesivo gasto social” que se lo expuso como la causa de los problemas de los países de la periferia. Aunque después de los noventa también les llegó el turno a los países centrales.
En esta breve descripción de la segunda mitad del siglo XX estoy tratando de mostrar dos cosas. La capacidad de las técnicas propagandísticas en los manejos de la conciencia colectiva[1], a la que ahora quiero agregar la utilización del miedo como instrumento de control.
Este tema no es nuevo, ya en el siglo XVII Thomas Hobbes[2] (1588-1679) le había asignado al miedo un papel positivo y creador. Sostenía que el origen de la sociedad política, dicho de otro modo, el origen de la civilización y de la vida ordenada por la ley, era el resultado del miedo que es, en su opinión, lo que mueve a los seres humanos a someterse a la autoridad de un Estado.
En el libro La doctrina de shock de Naomi Klein[3] (1970), ha demostrado que el desmantelamiento del Estado de bienestar, que impuso el neoliberalismo, ha necesitado apoyarse en sucesos dramáticos y desastrosos para avanzar en las reformas propuestas. Necesitó generar miedo y desconcierto en la población, para evitar lo que hubiera sido una seria resistencia popular. Sostiene que no se trata de algo casual, sino que “responde a una estrategia deliberada de los neoconservadores”. Afirma que Milton Friedman (1912-2006) era consciente de que:
Sus propuestas son necesariamente impopulares en una sociedad “contaminada” por ideales socialistas, por ello ha argumentado en más de una ocasión sobre la necesidad de aprovechar aquellos momentos en los que la población está en estado de shock, para llevar a cabo reformas liberalizadoras de gran calado.
En síntesis: la afirmación del Ministro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, que utilicé como título es estas notas, queda demostrada por la experiencia política de las últimas décadas del siglo XX. Lo que pudo aparecer como una exageración no es más que las respuestas a las que apelan los sectores dominantes para imponer sus privilegios.


[1] Sugiero consultar sobre el tema mi trabajo El control de la opinión pública en www.ricardovicentelopez.com.ar.
[2] Fue un filósofo inglés cuya obra Leviatán (1651) influyó de manera importante en el desarrollo de la filosofía política occidental. Es el teórico por excelencia del absolutismo político.
[3] Periodista, escritora e investigadora canadiense de gran influencia en el movimiento antiglobalización y el socialismo democrático.

No hay comentarios: