El concepto de globalización, con el cual se
publicitó el proyecto de fines de los ochenta, irrumpió en el mundo moderno,
impulsado por los países desarrollados, fundamentalmente los Estados Unidos y
su famoso Consenso de Washington[1]. Fue
acompañado por las compañías transnacionales y los grandes medios de
comunicación. Sin el menor pudor, sus propagandistas lo han definido como un
fenómeno de carácter internacional, cuya acción consiste principalmente en
lograr una circulación mundial de capitales (financieros, comerciales e
industriales), para que el planeta abra espacios de integración y se
intensifique la vida económica. Su modo aséptico de enunciarlo aparece en la
mayoría de los medios de comunicación concentrados. Parece casi un fenómeno
climático o geológico.
Se insiste en que es un proceso natural y necesario de desnacionalización de los mercados, de las leyes y la
política, y lo explican como la nueva fase en que se encuentra el capitalismo
en el nivel mundial. Se caracteriza por la eliminación de las nefastas fronteras económicas que
impedían la libre circulación de bienes servicios y fundamentalmente de
capitales, pero no de personas como lo demuestra el tratamiento merecido por
los grupos migratorios.
Sin embargo— y a pesar de tanto entusiasmo, y
por la información ya analizada—, la globalización de la economía mundial
continuó su negativo avance a lo largo de 2013 con el incremento de la
inequidad entre ricos y pobres. Volvamos al informe de la Agencia Bloomberg que publica, con aires de
competencia deportiva, la siguiente tabla de posiciones:
El primero en la tabla es
Bill Gates, fundador de Microsoft y el hombre más rico del mundo, quien
incrementó su fortuna en 15.800 millones de dólares durante 2013 y ahora posee
nada menos que 78.500 millones de dólares. El mexicano de las comunicaciones
Carlos Slim, pasó al segundo puesto mundial, pero se mantiene con un capital de
73.800 millones. Le siguió el inversor en casinos Sheldon Adelson: su fortuna
creció en 14.400 millones de dólares, hasta llegar a los 37.100 millones de
dólares debido a la proliferación de los casinos de juego en Asia. Le sigue el
español Amancio Ortega, fundador del imperio textil Inditex, cuya fortuna se
incrementó en 8.900 millones de dólares y totaliza 66.400 millones. Por esas
cosas de los negocios, su hija, Sandra Ortega, aparece en el lugar 180, con
7.300 millones de dólares.
Entre las causas del crecimiento de esas
incontrolables fortunas está el comportamiento de los mercados y el incremento
de los índices bursátiles. Como se puede observar, la crisis económica tiene
efectos desproporcionados y perversos: ha golpeado a las grandes mayorías
poblacionales que han padecido, paralelamente a su empobrecimiento, fuertes
medidas de reducciones sociales impuestas por gobiernos de corte neoliberales.
La pobreza mundial resulta alarmante, aunque organismos internacionales
ofrezcan cifras que, por falta de datos de los gobiernos, muestran sólo una parte
de la realidad.
Más datos estimados: en Asia Meridional la
población que subsiste con un dólar
por día ha alcanzado los 535 millones de personas; en Asia Oriental,
Sudoriental y el Pacífico, 466 millones; y en los Estados Árabes, 15 millones;
en África Subsahariana, 280 millones; en América Latina y el Caribe, 120 millones
de personas sobreviven con un poco más: dos
dólares diarios; en Europa Oriental y en los países de Asia Central, 160
millones de personas viven con cuatro
dólares por día; y en los Estados Unidos, ya hay 56 millones de personas
por debajo de la línea de pobreza y sin protección social.
[1] Se entiende por Consenso de Washington un listado de políticas
económicas consideradas durante los años 90 por los organismos financieros
internacionales y centros económicos, con sede en Washington D.C., como el
mejor programa económico que los países latinoamericanos deberían aplicar para
impulsar el crecimiento. A lo largo de la década, el listado y sus fundamentos
económicos e ideológicos se afirmaron, tomando la característica de un programa
general.
No hay comentarios:
Publicar un comentario