miércoles, 4 de abril de 2012

El control de los medios de difusión VIII

En la línea de lo expresado por Chomsky, debemos pensar y repensar cuál es la finalidad, siempre perseguida, que han tenido siempre, con mayor o menor explicitación pública, los medios de comunicación en la sociedad de masas. Insisto en afirmar que la propuesta de estos comentarios al libro de Chomsky se propone abrir un debate en torno a este tema. Está tan arraigada la opinión generalizada de considerarlos una fuente confiable de información —aunque esté en decadencia—, que volver una y otra vez, de diversos modos sobre ello, es parte de lo que podríamos denominar, con un lenguaje más técnico, “una tarea contrahegemónica”. Equivale a decir que, para enfrentar campañas como las descriptas con tanto detalle por nuestro autor, se requiere una que se especialice en la develación de la verdad que las otras ocultan: «los medios de información concentrados manipulan la verdad al servicio de los intereses de una minoría».
Retomemos la lectura de las palabras de Chomsky, respecto a los objetivos del control de los medios y sus consecuencias: «La mayoría de los individuos tendrían que sentarse frente al televisor y masticar religiosamente el mensaje, que no es otro que el que dice que lo único que tiene valor en la vida es poder consumir cada vez más y mejor, y vivir igual que esta familia de clase media que aparece en la pantalla, y exhibir valores como la armonía y el orgullo americano. La vida consiste en esto. Puede que usted piense que ha de haber algo más, pero en el momento en que se da cuenta de que está solo, viendo la televisión, da por sentado que esto es todo lo que existe ahí afuera, y de que es una locura pensar en que haya otra cosa. Y desde el momento en que está prohibido organizarse junto a otros, lo que es totalmente decisivo, nunca se está en condiciones de averiguar si realmente está uno loco o simplemente se da todo por bueno, que es lo más lógico que se puede hacer».
No debemos olvidar que la gran preocupación de la élite dirigente de los Estados Unidos es la posibilidad de una reacción del “rebaño desconcertado”: «El rebaño desconcertado es un problema. Hay que evitar que brame y pisotee, y para ello habrá que distraerlo. Será cuestión de conseguir que los sujetos que lo forman se queden en casa viendo partidos de fútbol, culebrones o películas violentas, aunque, de vez en cuando, se los saque del sopor y se los convoque a corear eslóganes sin sentido, como “Apoyad a. nuestras tropas”. Hay que hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estén debidamente atemorizados por todos los posibles males que pueden destruirlos, desde dentro o desde fuera, podrían empezar a pensar por sí mismos, lo cual es muy peligroso ya que no tienen la capacidad de hacerlo. Por ello es importante distraerlos y apartarlos».
Queda expresado un pensamiento político dominante en el establishment del gran país del Norte. Uno de los personajes más destacados de la industria de las Relaciones Públicas, austríaco y sobrino de Sigmund Freud, Edward Bernays (1891-1995), publicista, periodista e inventor de la “Teoría de las Relaciones Públicas”, fue un miembro importante de la Comisión Creel. En ella, aprendió bien la lección y puso manos a la obra a desarrollar lo que él mismo llamó la “Ingeniería del Consenso”, que describió como la “esencia de la democracia”. «Los individuos capaces de fabricar consenso son los que tienen los recursos y el poder de hacerlo —la comunidad financiera y empresarial— y para ellos trabajamos».
Se lo reconoce, en su país, como “el padre de las Relaciones Públicas”, y entendió perfectamente la necesidad, convertida en demanda desde la década del treinta, de desarrollar desde la ciencia un conocimiento de las masas, de su psicología, y la posibilidad una técnica para su manipulación. Trabajó para grandes corporaciones, varios presidentes de los Estados Unidos y hasta para el mismo Rockefeller. Su conocimiento fue uno de los más valorados por los grandes poderosos del planeta. Desde sus comienzos, con el presidente Woodrow Wilson manipularon al público norteamericano, como ya vimos.
Un personaje de este calibre ha pasado inadvertido para el público latinoamericano. Vale la pena reproducir lo que se dijo de él en diferentes medios internacionales: 1.- The New York Times, Estados Unidos: «El Dr. Bernays, quien originó la Ciencia de las Relaciones Públicas, tuvo clientes tan importantes como los presidentes Coolidge, Wilson, Hoover y Eisenhower, así como a personajes de la vida pública como Edison, Caruso, Nijinsky, e importantes empresas nacionales e internacionales». 2.- Revista Life, Estados Unidos: «Bernays, es considerado como una de las 100 personalidades más influyentes de nuestro siglo, junto a Martin Luther King, Robert Oppenheimer y Albert Einstein». 3.- BBC de Londres, Reino Unido: «Bernays ha sido uno de los principales arquitectos de las técnicas modernas de persuasión… Su convencimiento nacía de la creencia de que más que vender productos o bienes debía generarse una idea política de persuasión desde la propia opinión pública». Washington Post, Estados Unidos: «Es fácil decir que Edward Bernays fue el padre de las Relaciones. Públicas La gente lo ha llamado así desde hace años, y no se discute. Lo que realmente se quiere decir, sin que se hayan atrevido, es que es el padre de todos los americanos». Le Monde, Francia: «Edward Bernays fue un personaje colorido que prodigó sus consejos a numerosas empresas y orquestó un sinfín de campañas de opinión tanto en los Estados Unidos como en América Latina». El observador, España: «Edward Bernays, es capaz de cambiar el punto de vista de las personas y convencerlas de que hagan lo que se les sugiere, es una habilidad que pocos hombres tienen y muchos desearían poseer».

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