La Trilateral fue una pionera de lo que se llamó después el “pensamiento único”, que adquirió legitimidad a partir del Consenso de Washington (1989) y de la globalización. El gobierno de James Carter (1976-1980) había incorporado en su momento el discurso de la Comisión Trilateral. Fundada en 1973, su presentación fue lanzada en mayo de 1975, en Kyoto (Japón). Ésta fue la primera sesión plenaria de la Comisión, y los delegados asistentes representaban a las empresas bancarias, comerciales e industriales más poderosas del planeta, originarias de esas tres áreas geográficas. Según la retórica de sus principios, «todos los pueblos forman parte de una comunidad mundial, que dependen de un conjunto de recursos. Están unidos por los lazos en una sola humanidad y se encuentran asociados en la aventura común del planeta Tierra... La remodelación de la economía mundial exige nuevas formas de cooperación internacional para la gestión de los recursos mundiales en beneficio tanto de los países desarrollados como de los que están en vías de desarrollo... El propósito de la Comisión es construir y fortalecer la asociación entre las clases dirigentes de Norte América, Europa Occidental y Japón.... La Comisión Trilateral, como entidad privada, es un intento para moldear la política pública y construir una estructura para la estabilidad internacional en las décadas venideras» (subrayado del autor).
En el mismo año, Brzezinski declaraba, en un tono que se mostraba como muy ético y solidario, que «La Comisión Trilateral espera que, como feliz resultado de la Conferencia, todos los gobiernos participantes pondrán las necesidades de interdependencia por encima de los mezquinos intereses nacionales o regionales». Al año siguiente, le decía a la prensa: «En nuestros días, el Estado-Nación ha dejado de jugar su papel» (Entrevista con el New York Times el 1-8-1976). Con mucha mayor crudeza y por lo tanto con mayor claridad, Rockefeller definía su cometido: «Se trata de sustituir la autodeterminación nacional que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una elite de técnicos y de financistas mundiales» (subrayado del autor). No dejaba dudas sobre lo que se proponían hacer, reconozcamos que era sincero.
Las preocupaciones sobre la inestabilidad del capitalismo encontraron en la “Trilateral” un espacio adecuado para el estudio de esta problemática. Según el Dr. Luis Aguilera García, abogado y politólogo, reconocido estudioso del tema de la gobernabilidad, en su trabajo Gobernabilidad y gobernanza: cinco tesis a la luz del capitalismo neoliberal del siglo XXI, sostiene:
«Existe coincidencia en la bibliografía al apuntar el origen de los estudios acerca de la gobernabilidad de los sistemas sociales, adjudicados a la primera mitad de los 70, con el conocido Informe de la Comisión Trilateral. Este Informe fue publicado en 1975, y tuvo como centro el tratamiento de la categoría referida. La convocatoria para la elaboración de este informe está motivada por las profundas convulsiones que venían apareciendo tanto en los centros del poder imperial como en su llamada periferia, lo cual surge como colofón de sucesos políticos, económicos y militares que mostraban la verdadera esencia del imperialismo mundial. La guerra de Viet-Nam, el escándalo Watergate, la crisis económica que abatía desde los primeros años de los 70 a los grandes centros del poder mundial, unido a ello la crisis del estado de bienestar, la irrupción de regímenes fascistoides militaristas en América Latina y el avance de las fuerzas de izquierda y del bloque socialista, conducían a un severo cuestionamiento de la legitimidad de las estructuras y sujetos del poder político en los países centrales del imperialismo” (subrayados del autor).
Si bien las dificultades que presenta la “gobernabilidad” no son un fenómeno nuevo, merece recordarse que “El Príncipe”, del florentino Nicolás Maquiavelo (1469-1527), fue escrito como una serie de consejos para mantener el poder —en términos de la politología actual: la gobernabilidad—. Afirma el Dr. Aguilera García: «Fenómenos de pérdida de protagonismo, de inestabilidad recurrente, de crisis económicas lacerantes, llevaron a mediados de los 70 a buscar nuevos caminos de afianzamiento del poder. Así vino al mundo la Comisión Trilateral y con ella se gestó toda la concepción de la "gobernabilidad democrática", conjunto de concepciones y mecanismos dirigidos a estabilizar el dominio imperialista mundial» (subrayados del autor).
Agrega más adelante: «"Gobernabilidad" aparece en la literatura con el trilateralismo para dar cuerpo conceptual al proyecto político del neoliberalismo. Desplaza la concepción del “estado de bienestar”, cuando este se considera fracasado. Es decir, como categoría, la gobernabilidad nace en los predios de la práctica del neoliberalismo, y nace además, para contribuir a fundamentar y diseñar la visión neoliberal del estado y la política» (subrayados del autor).
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