miércoles, 18 de julio de 2012

Pinceladas sobre la democracia y el capitalismo IV


 Siguiendo con nuestra búsqueda nos encontramos con un académico de prestigio internacional. A diferencia de los que hemos estado leyendo, se lo puede ubicar en una centro-izquierda del abanico político-ideológico europeo, con las limitaciones que este tipo de definición impone siempre. Para mayor aclaración él se ubicó dentro de una línea de la socialdemocracia europea que se autodenominó la “Tercera vía”, como un modo de apartarse del capitalismo neoliberal, por un lado, y de la experiencia del Socialismo real soviético, por otro. Se trata del profesor alemán Ulrich Beck (1944). Estudió sociología, filosofía, psicología y ciencia política en Friburgo y Munich. Se doctoró en 1972 e inició su actividad docente en Münster (1979-1981), de donde pasó a la Universidad de Bamberg (1981-1992) y, ya en 1992, accedió a la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich como catedrático de sociología. Entre 1995 y 1998 impartió clases en la Universidad de Gales en Cardiff. Actualmente es también docente de la London School of Economics. Dirige el Centro de Investigación sobre Modernización de la Universidad de Munich, y trabaja en colaboración con otras instituciones académicas germanas. Su perfil es estrictamente académico.
Tiene una amplia lista de publicaciones, libros y en revistas especializadas. Entre las obras traducidas a la lengua castellana se pueden citar: La sociedad del riesgo. En camino hacia otra sociedad moderna (1998); ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas de la globalización (1997).  De este último extraigo esta cita:
«Por globalismo entiendo la concepción según la cual el mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político; es decir, la ideología del dominio del mercado mundial o la ideología del liberalismo. Ésta procede de manera monocausal y economicista y reduce la pluridimensionalidad de la globalización a una sola dimensión, la económica, dimensión que considera asimismo de manera lineal, y pone sobre el tapete (cuando, y si es que, lo hace) todas las demás dimensiones —las globalizaciones ecológica, cultural, política y social— sólo para destacar el presunto predominio del sistema de mercado mundial. Cuando el capitalismo global de los países más desarrollados destruye el nervio vital de la sociedad del trabajo, se resquebraja también la alianza histórica entre capitalismo, Estado asistencia y democracia... El trabajo remunerado sostiene y fundamenta constantemente no sólo la existencia privada, sino también la propia política. Y no se trata “sólo” de millones de parados, ni tampoco del Estado asistencial ni de cómo evitar la pobreza, ni de que reine la justicia. Se trata de todos y cada uno de nosotros. Se trata de la libertad política y de la democracia». (subrayados RVL)
Nos encontramos ahora con una toma de posición ideológica de denuncia, resultado de una mirada muy crítica, que parte de un análisis de la sociedad posindustrial que corresponde a la izquierda europea de comienzos de la década de los noventa, aunque los posicionamientos posteriores se ampararon en un “realismo político” que fue concediendo mucho frente a la avalancha neoliberal. Los críticos de esta “Tercera vía” se expresaron en palabras como estas, ante el evidente viraje político hacia posiciones denominadas de “centro-derecha”:
«Aseguraban que había que modernizar políticas y programas, prestar más atención a la apertura de los mercados y a la competitividad, y promover al mismo tiempo reducciones de los impuestos corporativos. La Tercera Vía se convirtió en la aceptación acrítica del nuevo capitalismo, dando paso, sin obstáculos, a mercados cada vez menos regulados. Después de una década de Gobiernos socialdemócratas, la desigualdad no ha disminuido en la UE, sino que ha crecido, y la igualdad de oportunidades sigue estando más relacionada con la familia que con un Estado capaz de generar equilibrios. La derecha, de regreso al poder, se dispone ahora a dar otra vuelta de tuerca y entregar los pocos servicios que siguen siendo públicos a la gestión privada, especialmente en el área de la educación y la sanidad. (subrayados RVL)
La crítica que Ulrich Beck desarrolla en nombre de la “Tercera vía” se sustenta en la experiencia de una Alemania que había sido el modelo del “Estado de bienestar” y que aparecía como una experiencia vigente desde la segunda posguerra, con un Estado distribuidor de riquezas y protector del trabajo. Sus ideas no habían llegado todavía a enfrentarse con la obra política del socialdemócrata de Gerhard Schröder (1944), canciller de Alemania, con quien había publicado varios artículos periodísticos en los que se sostenían ideas que ahora, con el desmantelamiento del Estado de Bienestar, chocaban muy duramente.

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