Premio Nobel, es
profesor de Economía en la Universidad de Columbia. Su último libro es El precio de la desigualdad: cómo la
división actual de la sociedad pone en riesgo nuestro futuro.
Lo que sale de las investigaciones es que en
el transcurso de los últimos treinta años los Estado Unidos se han convertido
en un país dividido: «la clase alta ha progresado rápidamente y el país ha
retrocedido. Los salarios bajos aumentaron en treinta años un 15% mientras que
los del 1% del nivel superior aumentaron un 150%. Esta situación es aún más
flagrante si observamos la distribución de los ingresos del capital».
En todo su libro, Stiglitz insiste sobre la
tesis de que las desigualdades son causa de inestabilidad económica y con sus
datos y sus análisis derrota los argumentos de quienes hacen la apología de la
desigualdad como base del crecimiento, según la tesis de la «economía del
derrame» porque eso no funciona así, como ya vimos. Nuestra periodista agrega:
Por el contrario los efectos
nefastos de las desigualdades son claros: descenso del nivel de vida,
consecuencias de deterioro de la salud, la de educación, de la vivienda,
deterioro de las relaciones sociales entre los jóvenes ya adultos atrapados en
la casa de sus padres… el mito de unos Estados Unidos justos y con igualdad de
oportunidades se muestra sin eufemismos. El libro didáctico y voluntariamente
dirigido al gran público permite comprender –aun cuando uno no sea muy ducho en
economía – los diferentes mecanismos y sus perversos efectos. Es cierto que
Stiglitz se apoya en muchos ejemplos usamericanos pero, por otra parte, no se
priva de mostrar que más allá de los EE.UU. las limitaciones del actual sistema
afectan a numerosos países comenzando por los europeos. Porque las mismas
recetas generan los mismos males, aunque si bien es cierto en Francia se
disfruta aún hoy de un sistema de redistribución un poco más logrado que el
sistema estadounidense.
La Democracia en peligro
Es importante tener en cuenta que los EE.UU.
han jugado un papel central en la creación de las actuales reglas de juego del
mercado global, que suponía la democratización
del mundo pero que ocultaba el propósito oculto de su dominio, por lo que ha
fracasado. La globalización tal como se mostró, tras la pretensión de la
eficiencia administrativa para facilitar el progreso, no sólo no lo logró sino,
lo que es mucho más grave, «está poniendo en peligro a la democracia». Este es
seguramente uno de los puntos más importantes de la tesis del profesor.
Precisamente Una democracia en peligro,
es el título del capítulo nº 5:
La actual desigualdad
existente en los EE.UU. y en muchos otros países del mundo nació o ha sido
mantenida por las abstractas fuerzas del mercado y fortalecida por la política.
Es por eso que la batalla la ha ganado el 1%. Pero no es esto lo que debiera
suceder en una democracia, en la que el 100% de los ciudadanos deberían
participar del sistema “una persona = un voto” mientras que en la realidad
sucede, como él lo recuerda “un dólar = un voto”. La política establece las
reglas de juego de los mercados y ese juego esta sesgado a favor del 1%.
Sostenido por los intereses de la
globalización financiera los griegos pagaron un muy costoso precio: «se los
privó de participar de un referéndum sobre el programa de drástica austeridad,
dado que los dirigentes y los financistas pusieron el grito en el cielo ante
esa idea.
Pero
sobre todo, el control de los mercados financieros no se produce solamente con
los países endeudados sino en todos aquellos que quieren ganar en el mercado de
capitales. Y aunque haya elecciones libres, los mercados imponen sus leyes
mediante chantajes (baja de la calificación, nada de créditos, aumento sobre
los préstamos de las tasas de interés…) La elección de opciones económicas es
limitada. Y vale la pena recordar como en los años 90 Lula pudo haber sido
electo en Brasil, pero Wall Street lo objetó (chantaje de por medio). Pero en
el 2002, los brasileños no se dejaron cooptar y de todas maneras eligieron a
Lula.
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