Durante décadas los
medios nos aterrorizaron con artículos, entrevistas, columnas de especialistas,
etc., en los que nos informaban sobre cómo estaba la Argentina (y América
Latina) y qué debía hacerse para salir de esas crisis permanentes. La cita de
los “notables”, más los estudios de las grandes consultoras internacionales,
coincidían en los diagnósticos y en las recetas. Así llegamos al estallido del
2001, momento en el que quedó evidenciado cómo terminamos y en el estado en que
quedamos, como “premio” por ser los “mejores alumnos” del Consenso de Washington.
Por extrañas
coincidencias, o tal vez no tan extrañas, el siglo XXI dio comienzo a una etapa
nueva, en la América Latina, que encontró a los gurúes desprevenidos y
desarmados respecto de cómo entender lo que estaba sucediendo. Los medios
concentrados, fieles a las doctrinas emanadas de los centros del poder,
continuaron sus análisis con las mismas herramientas conceptuales produciendo opiniones
que no comulgaban con las nuevas situaciones sociales que se estaban
construyendo. Esa es la razón, según mi modo de ver, del por qué se comenzó a
hacer una selección entre los “expertos” a quienes consultar. Cualquier incauto
puede advertir que la selección tuvo como referencia la separación de ellos en
dos categorías: los que seguían con el viejo catecismo y los que se asombraban
y/o coincidían con sus diagnósticos sobre las nuevas realidades, llamados éstos
los heterodoxos. Este análisis nos es
útil para comprender lo que sigue.
Lo que el establishment
publica
En una nota
recientemente publicada, cuyo título es “Se dice y no se dice sobre la
Argentina”, el profesor e investigador Mario Rapoport, con pergaminos
abundantes y una muy interesante visión interdisciplinaria
que incluye la historia económica, la política y las relaciones sociales de la
Argentina, a lo que se le agrega el análisis de las relaciones internacionales,
ha indagado cómo reflejan los medios la imagen que tienen de nuestro país. Al
respecto dice lo siguiente:
En los últimos meses, en junio
y agosto de este año, uno de los más prestigiosos diarios franceses, Le Monde,
publicó varios artículos sobre la Argentina. Resulta interesante reproducir
algunos de sus conceptos para tener una mirada externa acerca de nuestra
realidad. En uno de ellos, del 25 de junio, se señala que “El milagro argentino
fue un engaño” y que “diez años después de haber repudiado parte de su deuda,
el país no tiene acceso al mercado de capitales”. Pero lo más importante, a mi
juicio, es cuando dice que “Grecia sería mal asesorada si se inspirara en este
precedente”.
En estas frases ya podemos comprender qué es
lo que nos está dando a entender. Sagazmente el profesor nos llama la atención
sobre un punto sustancial: «La nota no está dirigida a la Argentina sino que
tiene por objeto advertir a Grecia lo que no debe hacer». En otro artículo del
mismo diario se dice que el gobernador del Banco de Francia expresa claramente
que:
La voluntad de autonomía de
los Estados de la Zona Euro debe borrarse. Grecia no puede de ningún modo salir
del euro, retornar al dracma, devaluar su moneda y repudiar su deuda como hizo
la Argentina, a la que le terminó yendo bastante mal. Cierto que se desendeudó,
expandió sus exportaciones y tuvo altas tasas de crecimiento por varios años,
atribuible a una casualidad, los elevados precios de la soja.
El profesor nos recuerda que Le Monde se
olvida de mencionar: la reindustrialización,
la recuperación del mercado interno, de los salarios, de la ocupación o de las
jubilaciones. Pero acude a las declaraciones de:
Dos ex banqueros centrales
latinoamericanos que arriman la bocha diciendo que “la experiencia argentina
debería disuadir más que estimular a seguir tal vía”, el artículo continúa
tratando de desmitificar lo que denomina el “milagro argentino”.
La descripción de la Argentina, según el
profesor, tiene por objeto disuadir a Grecia afirmando cuál es el futuro que le
espera, según la descripción y los pronósticos agoreros que anuncian, pero
omiten decir lo que siguiente:
Recordemos lo que sucedía
cuando Argentina tenía pleno acceso a los mercados internacionales de
capitales, en momentos en que Michel Camdessus, entonces presidente del
mencionado Fondo Monetario Internacional, felicitaba a un presidente argentino
porque el país se había incorporado al Primer Mundo. Nadie pensaba entonces que
todo se basaba en una paridad insostenible con el dólar, quizá similar a la
actual situación de muchos países de la Zona Euro, que no cumplían los
requisitos para entrar a ella, salvo, como en el caso griego, por las maniobras
ilícitas de Goldman Sachs[1]
experta en esta cuestión, como nos cuenta Galbraith[2].
Entonces nos recuerda que ante la crisis
actual, iniciada en Estados Unidos y Europa y que afecta sobre todo al mundo
desarrollado «muchos economistas y políticos ya preconizan el retorno al
proteccionismo para huir de las finanzas internacionales y de su trampa y
proteger las producciones nacionales», pero esto no es mencionado por Le Monde.
Si los artículos mencionados pueden asustar a algunos de la Argentina,
«deberíamos decirles que lo que nos piden ya lo tuvimos, y que la expropiación
de los ahorros, realizada varias veces por gobiernos militares y civiles
–mediante inflaciones, hiperinflaciones, planes Bonex o leyes de
convertibilidad– fueron su resultado».
[1] Es uno de los grupos de banca de inversión y valores más grandes del
mundo. Fue fundado en 1869. Durante la crisis financiera de Estados Unidos del
2008 y ante la posibilidad de afrontar la bancarrota, el 21-9-2008, Goldman
Sachs recibió autorización de la Reserva Federal (FED) para dejar de ser un
banco de inversión y convertirse en un banco comercial y así salvarse de la
quiebra.
[2] John Kenneth Galbraith (1908-2006) fue un economista estadounidense de
origen canadiense, no responde al estereotipo de economista norteamericano, por
sus ideas sobre la economía y prácticas diferentes a sus pares.
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