Con este título publicó hace poco Joseph E. Stiglitz (1943- ) economista y
profesor estadounidense, Premio Nobel de Economía (2001), del que ya hemos
leído sus opiniones en este blog, una nota en la que aborda el problema de la
crisis del sistema capitalista revisando el sistema de ideas que lo sostienen.
Entendiendo, lo que puede compartirse como una verdad importante, que si esas
ideas no hubieran calado tan hondo en la conciencia ciudadana del planeta no
hubiera llegado a esta tan grave situación:
Tan
sólo unos años atrás, una poderosa ideología – la creencia en los mercados
libres y sin restricciones – llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en
sus días de apogeo, desde principios de los años ochenta hasta el año 2007, el
capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material
sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de
los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses
vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año. Es más, el
crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente
sostenible. Con una porción importante
del ingreso nacional de los EE.UU. siendo destinado para tan pocos, el
crecimiento sólo podía continuar a través del consumo financiado por una
creciente acumulación de la deuda.
La afirmación es impactante dado que
contradice el discurso oficial de los grandes medios. Lo que se sigue
repitiendo es que sólo una incorrecta
conducta de algunos operadores de bolsa, ávidos de ganancias
extraordinarias de corto plazo, habían provocado la crisis 2007/8. Y que de
ella se saldría en un período corto. Nada de ello sucedió y hoy Europa es un
laboratorio de las peores políticas contra las clases trabajadoras. Nos
confiesa el profesor:
Yo
estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis financiera
pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la
necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el
gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el caso. Al contrario, un
resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado, como siempre, por
ideología e intereses especiales, una vez más amenaza a la economía mundial – o
al menos a las economías de Europa y EEUU, donde estas ideas continúan
floreciendo.
Atribuye la causa de la profundización a la obstinada
miopía que impide ver el abismo próximo que amenaza a los países más
comprometidos, como Grecia, Italia, España, etc. En los EE.UU., este
resurgimiento de la extrema derecha, «cuyos partidarios, evidentemente,
pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la economía, amenaza
con obligar a una moratoria de la deuda nacional». Todo el programa económico
que pregonan, como los famosos “recortes de gastos”, en medio de la crisis en
curso, provocada por la ideología de libre mercado, sólo acarreará, simple e
inevitablemente, la prolongación de la recesión con los graves costos sociales
que ya se pueden apreciar.
¿Cómo se llegó hasta acá? Nos recuerda las
barbaridades de las políticas del gobierno de Busch:
Hace
una década, en medio de un auge económico, los EE.UU. enfrentaba un superávit
tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables reducciones
de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes costos de atención
de salud – impulsados en parte por el compromiso de la administración de George
W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas rienda suelta en la fijación
de precios, incluso con dinero del gobierno en juego – rápidamente
transformaron un enorme superávit en déficits récord en tiempos de paz.
¿Qué hacer en estas circunstancias?
Exactamente lo contrario de lo que se está haciendo, y en sus propuestas
podemos encontrar similitudes con lo que se hizo en esta década que permiten explicar
el resurgimiento de América Latina:
Los
remedios para el déficit de EE.UU. surgen inmediatamente de este diagnóstico:
se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante importantes estímulos a la
economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido; controlar los costos
militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a los más ricos. Pero, la
derecha no quiere saber nada de esto, y en lugar de ello, está presionando para
obtener aún más reducciones de impuestos para las corporaciones y los ricos,
junto con los recortes de gastos en inversiones y protección social que ponen
el futuro de la economía de los EE.UU. en peligro y que destruyen lo que queda
del contrato social. Mientras tanto, el sector financiero de EE.UU. ha estado
presionando fuertemente para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda
volver a sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de proceder.
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