No creo que a nadie
sorprendan los temas que han sido citados. Se podrá tener un grado de
acercamiento mayor o menor, se habrá reflexionado más o menos sobre todo este
tipo de informaciones, pero la problemática flota en el aire y de algún modo
nos ha tocado alguna vez. Es necesario que nos atrevamos a buscar algunas
causas, aun a sabiendas de que la pluralidad de factores que han intervenido a
lo largo de estas últimas décadas, más la complejidad de los procesos
socio-históricos, dificultan mucho la tarea. Sin embargo, ello no debe amilanarnos
para asumir el compromiso de tentar algunas explicaciones posibles y
necesarias.
Volveré sobre las
afirmaciones de Pedro Barcia, en su doble condición de presidente de la
Academia Argentina de Letras y vicepresidente de la Academia Nacional de Educación,
en la certeza de consultar a una autoridad académica de prestigio para que nos
oriente en esta búsqueda. Nos ofrece, como primera aproximación, una
descripción del cuadro social actual:
En general, el argentino
medio está perdiendo con el tiempo el caudal verbal que tenía. El caudal léxico
se ha empobrecido bastante. Otros niveles se han deteriorado, algo grave pero
no tanto como la pobreza lingüística,
que lleva a que el hombre no pueda expresarse con claridad, a que no pueda
hacer una protesta, no pueda definir lo que siente o lo que piensa, y de esta
forma el ejercicio de la libertad de expresión se reduce. Y esto no se da
únicamente en los ámbitos socioculturales bajos, sino que se da en los mismos
chicos que llegan a la facultad. En gran medida, se debe a que la escuela ha
perdido mucho poder de formación de los muchachos y la familia no tiene casi
diálogo.
Una digresión que,
aunque parezca fuera de lugar, puede ser útil, merece ser introducida a
continuación. El hombre ha adquirido el lenguaje después de un muy largo período
evolutivo, comenzando con unos pocos sonidos guturales, como un puente entre
los sistemas de comunicación animal y el habla humana. Las prácticas sociales,
por el aumento de la complejidad de los sistemas de producción, exigieron
paulatinamente una mayor riqueza, expresada en el aumento de la cantidad de
vocablos con los cuales se iba haciendo referencia a objetos, actividades,
sentimientos, situaciones específicas. Es decir, fueron apareciendo, con
características propias de los hombres de cada región, modos del habla
particulares que se constituyeron en las
formas originarias de los diferentes idiomas. La evolución fue acompañada por
una riqueza expresiva cada vez más rica.
Estudiados por la
psicología evolutiva estos conocimientos altamente complejos, fueron desentrañando el proceso de la aparición del habla en
el niño (evolución ontogenética: desde el nacimiento hasta la madurez de la
persona). El discernimiento de los pasos dados por el niño permitió
extrapolarlos al origen del hombre (evolución filogenética: el recorrido de las
especies animales, en este caso el humano). El descubrimiento de la biología[1] del
siglo XIX fue correlacionar la evolución del hombre respecto de las especies precedentes
y encontrar que el embrión humano
reproduce todos esos estadios anteriores durante el embarazo y en su desarrollo
posterior. Esto permitió, por comparaciones, diseñar un camino posible en la
adquisición del habla. En síntesis, el habla humana ha ido evolucionando de
formas elementales a formas cada vez más ricas y complejas, y sigue avanzando.
Volvamos a nuestro camino.
Si la riqueza lingüística es una adquisición histórica y el idioma crece y se
complejiza, ¿esto nos lleva a pensar que hemos comenzado un proceso de
involución? La conclusión es muy pesimista, además de excesivamente
precipitada, pero no deja de ser una advertencia respecto de este tiempo que
nos toca vivir. Debe funcionar como un alerta que nos señala un emergente de
gravedad que no podemos desconocer, puesto que los pasos siguientes anunciarían
un empeoramiento. En una película bastante rudimentaria de argumento, pero de
una trama sorprendente, se narra un experimento por el cual una pareja de
marginales de hoy aparecen en un mundo 500 años después. La pintura de ese
momento de la sociedad es terrible: los jóvenes hablan una lengua de escasas
palabras, parecen deficientes mentales dominados por la droga y el sexo. Su
título es Idiocracia[2], ‘el
gobierno de los idiotas’, y el tema es una posible respuesta a la pregunta
anterior.
[1] Ernst Haeckel (1834-1919) fue un biólogo y filósofo alemán que
popularizó el trabajo de Charles Darwin en Alemania, creando nuevos términos
como "phylum" y "ecología."
[2] Comedia cinematográfica del año 2006, dirigida por Mike Judge, que denuncia
la cultura norteamericana, presentada como antiintelectual, insensible al medio
ambiente, consumista, obesa, saturada por el marketing, dominada por las grandes corporaciones y fanática de la
comida “basura”.
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