Es importante
descubrir algunos de los mecanismos ideológicos que la sociedad occidental
moderna ha puesto en marcha para
encubrir la desigual distribución del producto del trabajo social. Volvamos a
Elizalde Hevia:
El
capitalismo ha configurado un imaginario anclado en la creencia en la escasez
como la condición dominante en el ámbito de la economía y desde allí ha
contaminado todos los ámbitos de la existencia humana. Al considerar la escasez
como un principio casi equivalente al principio de realidad, los seres humanos
nos vemos obligados, casi compulsivamente, a acumular todo aquello que teñimos
con el atributo de la escasez, y a defender lo acumulado haciendo uso de todos
los recursos de los cuales disponemos. En la sociedad capitalista llega a ser considerado
casi anormal o patológico el compartir, cuando la emoción del compartir fue una
condición constitutiva de la evolución de nuestra condición de primates a
humanos.
Mediante este
mecanismo ideológico, que funcionó como fundamento de toda la ciencia económica,
se logró una invisibilización de estos
importantes antecedentes. Amplios segmentos de la realidad quedaron ocultos para
la percepción colectiva de todos aquellos recursos que por su naturaleza son
abundantes y por los cuales los seres humanos no necesitan competir según
Elizalde Hevia:
Sesgando
por ende nuestra percepción de la realidad y destacando en ella únicamente
aquellos recursos que por su naturaleza son escasos. De tal manera, incluso, se
contagió con el atributo de la escasez a los recursos que abundan, y aún más,
también a los que para crecer requieren de manera imprescindible ser
compartidos. Operó de tal modo un verdadero enmascaramiento de la realidad, un
proceso de ideologización y de creación de una falsa conciencia.
Es así que
ante la mirada de los especialistas la economía capitalista ha logrado colonizar
lo abundante transformándolo en escaso convirtiéndolo, entonces, en bienes que
el mercado los transforma en visibles, por medio de la mercantilización privatizada.
Desaparece la condición de bienes gratuitos y libres como modos de acceder a lo
abundante, como lo era antes de ser mercantilizados. Esto no niega que haya
bienes escasos, como afirma el autor, sino que desaparecen del campo de estudio
económico los que no lo son, hasta que puedan aparecer como bienes transables.
Este ha sido
el mecanismo institucional necesario para permitir que se llevasen a cabo
aquellos cambios fundamentales en la vida social. Nos encontramos frente a la
condición necesaria para el inicio y desarrollo que Elizalde Hevia define como:
Los
procesos de acumulación en gran escala, y el surgimiento del capital, que se
constituyó así en la más enorme fuerza transformadora de la existencia del
hombre que ha operado en la historia. Ello implicaba la necesidad de producir
una ruptura total de las formas de organización de la convivencia humana
reguladas por la búsqueda de la simetría y la cooperación, y la violación de la
escala humana en las relaciones entre los seres humanos. Esta ideología de la
escasez pintó la realidad de tal modo que empujó a los hombres hacia la
competencia en vez de la cooperación, al logro del lucro y del beneficio por
sobre la minimización del riesgo, a la búsqueda de certezas en el tener por
encima del ser.
Por su parte
el Dr. Demetrio Velasco Criado, profesor de Pensamiento Político en la
Universidad de Deusto[1], en Hacia una visión cristiana de la propiedad
muestra su indignación por
los modos ideológicos e institucionales y denuncia como se manejan conceptos y
criterios legitimantes:
El derecho de propiedad privada, tal como se ejerce y
legitima hoy en nuestras sociedades, es un escándalo para la razón moral. El
que se pueda ser propietario de recursos ilimitados, sin graves reparos legales
y morales, cuando una gran parte de la población mundial carece de lo necesario
para vivir, es un hecho que refleja la “dialéctica criminal” que rige nuestro
mundo. Pero, si esta situación es gravísima, no lo es menos la legitimación
ideológica de la misma, que pretende presentarla como “normal” e incluso como
“razonable”. ¿Cómo ha sido posible afirmar, durante siglos, que el derecho de
propiedad privada es un derecho natural y sagrado al que se subordinan y del
que dependen todos los demás derechos humanos, por fundamentales que sean?
[1] La Universidad de Deusto es una universidad privada regida por la
Compañía de Jesús, ubicada en el distrito de Deusto de la ciudad de Bilbao y en
San Sebastián, País Vasco.
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