Cierro esta serie de notas, que tuvo la
intención de aportar al debate político serio las poco conocidas enseñanzas de
la Doctrina Social de la Iglesia que le agregarían profundidad y densidad. Se
puede encontrar en ellas un intento de ir al fondo de los problemas de los
hombres y mujeres de este mundo, en caso de ser incorporada como una vertiente
más del pensamiento social y de la filosofía política moderna.
El profesor Doctor Demetrio Velasco Criado,
docente de Pensamiento Político en la Universidad de Deusto, que depende de la
Compañía de Jesús, además es miembro del Consejo de Dirección de Iglesia Viva y
miembro de Justicia y Paz. Escribió un folleto sobre este tema que tituló, con
mucha ironía, La propiedad ¿es un robo? que publicó Cristianismo
y Justicia de Barcelona, una institución de investigación y difusión del pensamiento
cristiano. Si el lector se ha extrañado, a lo largo de estas notas, de tanta
referencia institucional a la pertenencia de la Iglesia de personas,
editoriales y universidades, es que creí necesario avalar los textos, sus
contenidos y sus afirmaciones, como pertenecientes al nudo central del
pensamiento cristiano y firmadas por autores de esa pertenencia religiosa.
Esto, al ciudadano de a pie, puede resultarle
sorprendente por la poca publicidad que tienen, y radica allí el intento mío.
Dije
con mucha ironía puesto que recupera una
frase del anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon[1]
(1809-1865), que en su tiempo escandalizó a la burguesía, de un libro cuyo
título era ¿Qué es la propiedad? Y en
cuyas páginas aparecían frases como: «la propiedad es un robo», y otras menos
conocidas como la «propiedad es imposible». El profesor inicia su texto con la
afirmación siguiente:
El derecho de propiedad
privada, tal como se ejerce y legitima hoy en nuestras sociedades, es un
escándalo para la razón moral y para la fe cristiana. El que se pueda ser
propietario de recursos ilimitados, sin graves reparos legales y morales,
cuando una gran parte de la población mundial carece de lo necesario para
vivir, es un hecho que refleja la “dialéctica criminal” que rige nuestro mundo.
Pero, si esta situación es gravísima, no lo es menos la legitimación ideológica
de la misma, que pretende presentarla como “normal” e incluso como “razonable”.
¿Cómo ha sido posible afirmar, durante siglos, que el derecho de propiedad
privada es un derecho natural y sagrado al que se subordinan y del que dependen
todos los demás derechos humanos, por fundamentales que sean?
Estas palabras que, como dije antes, pueden
sorprender al lector poco informado, forman parte de la médula de las prédicas
del profeta de la Palestina Jesús de Nazaret. Por tal razón el profesor agrega:
Solamente, conociendo las
raíces histórico-ideológicas de las que se sigue alimentando lo que vamos a
llamar “el imaginario propietarista”, podremos saber cómo deslegitimarlo y cómo
hacer viable una forma de apropiación y dominio de los recursos más acorde con
la dignidad humana y más respetuosa del ecosistema que nos acoge. Una mirada a
la praxis de Jesús nos ayudará en dicho empeño. Entre las innumerables
definiciones del ser humano, hay una que está latente en toda la historia del
pensamiento, al menos del occidental: la de “animal propietario”. La connatural
indigencia del ser humano para poder subsistir por sí mismo, se refleja en la
necesidad de apropiarse de las cosas que lo rodean, con la ayuda de los demás o
a sus expensas. El instinto de apropiación se evidencia cada día en la forma en
que el niño, indefenso y carencial aprende a vivir y expresarse con las
palabras “mío” y “mía”. Todas las disciplinas del saber humano han resaltado
esta dimensión antropológica básica, que bien podemos calificar como un
existencial humano.
Anota al pie de página, para una mejor comprensión del párrafo: «Se llama
existencial a un rasgo que –aunque no pertenece a la esencia o a la definición
de un ser, está presente en todos los miembros de esa definición. Ej.: en el
caso del hombre: la risa, o la sexualidad». Continúa:
Y,
como ocurre con otros existenciales humanos (el poder o la sexualidad), también
la propiedad ha mostrado ser un arma de doble filo. A la vez que se manifiesta
como una forma ineludible de realización humana, puede convertirse, y se
convierte, en una amenaza tanto para uno mismo como para los demás y para la
misma naturaleza que lo acoge como huésped. Por eso, la cuestión de la
propiedad ha sido siempre problemática y ha necesitado ser pensada y
legitimada.
Creo que es necesario poder
pensar desde esta sabiduría la crisis en la que hoy nos vemos sumergidos, hacia
un mundo más humano.
[1] Filósofo político y revolucionario francés, y, junto con Bakunin y
Kropotkin uno de los padres del pensamiento anarquista.
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