Una investigadora
dedicada al tema del hambre en el mundo, al que califica de opción política, promueve la necesidad
de descorrer el telón que oculta lo peor de este mundo a la mirada del ciudadano
de a pie. Esther Vivas (1975) —española, licenciada en Periodismo y máster en
Sociología— forma parte del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales
(CEMS) en la Universidad Pompeu Fabra, y colabora con el Instituto de Gobierno
y Políticas Públicas (IGOP) en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha presentado
en España su último libro Sin miedo
(Ed. Icaria) del cual es coautora Teresa Forcades (1966). Esta monja
benedictina y teóloga, doctora en Salud Pública, es conocida por sus posiciones
feministas y sus manifestaciones críticas de denuncia contra las manipulaciones
de las multinacionales farmacéuticas.
En una entrevista sobre
su libro, Esther Vivas afirma que, según Jean Ziegler[1]
(1934):
Actualmente se producen en
el mundo alimentos para 12.000 millones de personas (en el planeta viven
7.000). Por lo tanto, habría alimentos suficientes para toda la población y
para garantizar la soberanía alimentaria. Pero, en cambio, una de cada siete
personas pasa hambre. Esta es la gran aberración del hambre en un mundo de
abundancia. No falta comida sino que "sobra". Ahora bien, el hambre
no es sólo patrimonio de los países del Sur, sino que en el presente también
golpea la puerta de los países centrales. Según datos del Síndic de Greuges, en
Cataluña hay 50.000 niños y niñas que padecen malnutrición, lo que significa
que no ingieren los suficientes nutrientes para desarrollar su actividad
diaria. Hay, aquí, una espiral que vincula paro, pobreza, desahucios y hambre.
A este panorama le
añade sus reflexiones: se nos quiere hacer creer —sostiene— que el hambre en el
planeta es consecuencia de factores como guerras o sequías:
Sin embargo, el hambre tiene
causas políticas, que tienen que ver con quién controla las políticas agrícolas
y alimentarias y quién controla los recursos naturales (tierra, agua y
semillas). El hambre en el Sur es fruto del expolio de los recursos naturales
que durante décadas se ha llevado a cabo en estos países por parte de empresas
multinacionales extranjeras. Hemos visto cómo las instituciones internacionales
(Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del
Comercio), mediante sus políticas, han apoyado este modelo de agricultura
industrial en manos de unas pocas empresas. Se ha fomentado el hambre mediante
el comercio desigual y facilitando la entrada de productos del Norte
subvencionados, de grandes multinacionales, en los países del Sur. Estos
productos se venden por debajo de su precio de coste, y acaban así con la
producción local autóctona (países como Haití, que en los años 70 del siglo XX
producía suficiente arroz para dar de comer a toda su población, mediante las
políticas citadas se ha convertido hoy en uno de los principales compradores de
arroz de las multinacionales estadounidenses).
Habiendo colocado
estas notas con la sospecha del ocultamiento
de información, la lectura de estas citas me exime de mayores explicaciones.
Muestra tal lógica, que le permite relacionar datos tantas veces presentados
como dispersos y que en su engañosa ingenuidad impiden apreciar las
perversidades puestas en marcha por esa angurria infinita de ganancias. ¿Qué
hace que los grandes medios no publiquen este tipo de información? Algo muy
sencillo: los millones de dólares en avisos en periódicos, en apoyo a programas
de radio y televisión, son el pago por el silencio de lo sostenido por nuestra
investigadora:
Hay un puñado de empresas de
la agroindustria que monopolizan el mercado de la producción, transformación y distribución de alimentos.
Me refiero a empresas como Monsanto, Cargill, Dupont, Kraft, Nestlé, Mercadona,
Eroski o El Corte Inglés. Está claro que si nuestra alimentación está en sus
manos, no tenemos la seguridad alimentaria garantizada. El objetivo de estas
empresas es hacer negocio y ganar dinero con los alimentos.
[1] Es suizo, doctor en Derecho y Ciencias Económicas y Sociales por la
Universidad de Berna. Relator Especial de ONU para el Derecho a la Alimentación
entre 2000 y 2008. Actualmente, es vicepresidente del Comité Asesor del Consejo
de Derechos Humanos de Naciones Unidas y profesor de Sociología en la
Universidad de Ginebra y en la Sorbona de París.
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