domingo, 30 de marzo de 2014

La democracia en peligro I



La década de los setenta puso en debate la eficiencia del Estado de Bienestar bajo la sospecha de ser un mal administrador y de hacer un uso dispendioso de los dineros públicos. Este planteo era una derivación encubierta de lo que urgía al capital internacional: la necesidad de recuperar la rentabilidad como un modo de salir de la crisis del sistema. Aunque hubiera razones sostenibles, se argumentaba sesgadamente que la falta de inversiones exigía la recuperación de la pérdida de rentabilidad del capital.
 Los intereses financieros del gran capital comenzaban entonces una dura batalla contra las leyes e instituciones creadas en la posguerra para compensar y preservar a los sectores más desprotegidos. Esas medidas tenían un objetivo no confesado: detener el avance del comunismo. El riesgo detectado por los grandes capitalistas partía del mapa geopolítico conformado después de los acuerdos de Yalta (febrero de1945) y Potsdam (julio-agosto de 1945). La vulnerabilidad social de Europa más la de la periferia del mundo, por las consecuencias sociales de la guerra, abonaban la sospecha de la posible penetración del comunismo soviético. Comenzaba allí entonces la “Guerra Fría” (1945-1989).
El doctor Adrián Acosta Silva[1] explica las condiciones que originaron la aparición del Estado  distribuidor:
Como ha sido ampliamente documentado, las causas históricas que explican el surgimiento del Estado de bienestar se encuentran no sólo en las insuficiencias y desajustes políticos y sociales que provoca el funcionamiento irrestricto del mercado en las sociedades capitalistas industriales de Occidente, sino que intervienen también factores como la existencia previa de un determinado modelo de sociedad, la necesidad de equilibrar las desigualdades económicas y sociales con la democracia política, y el fortalecimiento de los  derechos ciudadanos como vía para asegurar y materializar los efectos redistributivos implicados en la  estructuración de un amplio sistema de bienestar social, dotando de titularidades diversas a los individuos que ganaron el derecho a la "ciudadanía social".
Una contradicción se les presentaba a los objetivos del sistema capitalista de fines de los sesenta: 1- Tenían como objetivo inmediato la recuperación de la renta que se había ido perdiendo por el ejercicio distributivo de la riqueza por el Estado de Bienestar; 2- Sin embargo, éste había sido el muro de contención de lo percibido como una “izquierdización” de importantes sectores de la población mundial. Volvamos a leer al profesor Acosta Silva:
Hacia fines de la década de los sesenta, las democracias occidentales experimentaron un conjunto de fenómenos que presagiaban el fin de una época y el nacimiento de otra. El mayo francés del 68, los movimientos pacifistas en Inglaterra, las gigantescas marchas contra la intervención militar norteamericana en Vietnam, la crisis de las ideologías, el agotamiento de la fórmula de estabilización política y desarrollo económico surgida bajo el modelo del Estado benefactor, la crisis de la economía capitalista mundial a raíz de las modificaciones a los precios del petróleo, se constituyeron como expresiones visibles y espectaculares de que los desequilibrios económicos internos e internacionales, junto con las "contradicciones culturales del capitalismo" (según expresión de Daniel Bell), estaban generando cambios profundos en la manera en que las sociedades y los Estados estaban procesando el agotamiento de un patrón de desarrollo, pero que todavía no alcanzaban a definir los perfiles de otro. Para las élites políticas neoconservadoras, la imagen dominante era de una situación potencial de ingobernabilidad política y anomia social, riesgos que fueron interpretados como efectos de la sobrecarga de demandas de la sociedad hacia el gobierno; y en no pocas vertientes de ese espectro se atribuía al "exceso" de democracia los problemas de ingobernabilidad que aquejaban a los países occidentales.


[1] Sociólogo por la Universidad de Guadalajara y maestro en Ciencias Sociales, con especialización en Políticas Públicas, doctor en Investigación en Ciencias Sociales con especialización en Ciencia Política, por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad de Guadalajara.

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