La década de los setenta puso en debate la eficiencia del Estado de
Bienestar bajo la sospecha de ser un mal administrador y de hacer un uso
dispendioso de los dineros públicos. Este planteo era una derivación encubierta
de lo que urgía al capital internacional: la necesidad de recuperar la
rentabilidad como un modo de salir de la crisis del sistema. Aunque hubiera
razones sostenibles, se argumentaba sesgadamente que la falta de inversiones
exigía la recuperación de la pérdida de rentabilidad del capital.
Los intereses financieros del
gran capital comenzaban entonces una dura batalla contra las leyes e
instituciones creadas en la posguerra para compensar y preservar a los sectores
más desprotegidos. Esas medidas tenían un objetivo no confesado: detener el avance del comunismo. El riesgo detectado
por los grandes capitalistas partía del mapa geopolítico conformado después de
los acuerdos de Yalta (febrero de1945) y Potsdam (julio-agosto de 1945). La vulnerabilidad
social de Europa más la de la periferia del mundo, por las consecuencias
sociales de la guerra, abonaban la sospecha de la posible penetración del
comunismo soviético. Comenzaba allí entonces la “Guerra Fría” (1945-1989).
El doctor Adrián
Acosta Silva[1]
explica las condiciones que originaron la aparición del Estado distribuidor:
Como ha sido
ampliamente documentado, las causas históricas que explican el surgimiento del
Estado de bienestar se encuentran no sólo en las insuficiencias y desajustes
políticos y sociales que provoca el funcionamiento irrestricto del mercado en
las sociedades capitalistas industriales de Occidente, sino que intervienen
también factores como la existencia previa de un determinado modelo de
sociedad, la necesidad de equilibrar las desigualdades económicas y sociales
con la democracia política, y el fortalecimiento de los derechos ciudadanos como vía para asegurar y
materializar los efectos redistributivos implicados en la estructuración de un amplio sistema de
bienestar social, dotando de titularidades diversas a los individuos que
ganaron el derecho a la "ciudadanía social".
Una contradicción se les presentaba a los objetivos del sistema capitalista
de fines de los sesenta: 1- Tenían como objetivo inmediato la recuperación de
la renta que se había ido perdiendo por el ejercicio distributivo de la riqueza
por el Estado de Bienestar; 2- Sin embargo, éste había sido el muro de
contención de lo percibido como una “izquierdización” de importantes sectores
de la población mundial. Volvamos a leer al profesor Acosta
Silva:
Hacia fines de
la década de los sesenta, las democracias occidentales experimentaron un
conjunto de fenómenos que presagiaban el fin de una época y el nacimiento de
otra. El mayo francés del 68, los movimientos pacifistas en Inglaterra, las
gigantescas marchas contra la intervención militar norteamericana en Vietnam,
la crisis de las ideologías, el agotamiento de la fórmula de estabilización
política y desarrollo económico surgida bajo el modelo del Estado benefactor,
la crisis de la economía capitalista mundial a raíz de las modificaciones a los
precios del petróleo, se constituyeron como expresiones visibles y
espectaculares de que los desequilibrios económicos internos e internacionales,
junto con las "contradicciones culturales del capitalismo" (según
expresión de Daniel Bell), estaban generando cambios profundos en la manera en
que las sociedades y los Estados estaban procesando el agotamiento de un patrón
de desarrollo, pero que todavía no alcanzaban a definir los perfiles de otro. Para las élites políticas neoconservadoras, la
imagen dominante era de una situación potencial de ingobernabilidad política y
anomia social, riesgos que fueron interpretados como efectos de la sobrecarga
de demandas de la sociedad hacia el gobierno; y en no pocas vertientes de ese
espectro se atribuía al "exceso" de democracia los problemas de
ingobernabilidad que aquejaban a los países occidentales.
[1] Sociólogo
por la Universidad de Guadalajara y maestro en Ciencias Sociales, con
especialización en Políticas Públicas, doctor en Investigación en Ciencias
Sociales con especialización en Ciencia Política, por la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Miembro del Sistema Nacional de
Investigadores. Profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad de
Guadalajara.
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