El doctor Amartya Sen
(India-1933), economista y filósofo egresado de la Universidad de Cambridge,
fue profesor de Economía Política en la Universidad de Oxford, en la Escuela de
Londres de Ciencias Políticas y Económicas, entre otras universidades del
mundo. Fue Premio Nobel de Economía,
en 1998. El tema de su investigación, sobre el que trabajó durante años, trata
la desigualdad económica y fue publicado en su ensayo Pobreza y hambruna: Un ensayo sobre el derecho y la privación. En
él, demostró que el hambre no es consecuencia de la falta de alimentos, sino de
desigualdades en los mecanismos de su distribución. Ha manifestado
recientemente:
Hay que tener en cuenta
primero que los capitales que salen del fracaso de algunas burbujas como la de
los puntocom o la más reciente la burbuja inmobiliaria, ahora están
mirando el gran negocio de los alimentos. Los inversores han dicho “El problema
de la humanidad en este momento está vinculado a la alimentación, por lo tanto,
vamos a invertir en alimentos que es capital con rentabilidad segura”. Eso es
un capital especulativo. Este tema de la alimentación se puede rastrear muy
bien en los documentos de 1996. Había 1200 ONG y el documento final se titula
como una advertencia seria: “Ganancias para pocos o alimentos para todos”. Una
cosa importante que dice es que el alimento no puede ser usado como herramienta
política para el dominio de los pueblos. Esto también es soberanía. Sin
embargo, las consecuencias están a la vista.
El hambre no constituye una tragedia a la que
una parte de la humanidad esté predestinada. Es resultado de la injusticia, de
la violación del derecho fundamental de toda persona a disponer, en todo
momento, de alimentos en cantidad y calidad suficientes. De acuerdo con
estadísticas de la FAO, la cifra de personas que sufren ese flagelo se
incrementó en más de mil millones durante los últimos tres años. El corrimiento
de los capitales financieros hacia el negocio de los alimentos, el agribusiness, ha distorsionado los
precios internacionales. Esther Vivas lo plantea de este modo:
Hemos visto cómo los mismos
que en un momento especularon con las "subprime" (fondos de
pensiones, fondos de inversión, compañías aseguradoras, entre otros), una vez
que estalla la "burbuja" inmobiliaria redireccionaron esas inversiones
a la compra de alimentos y entraron en los mercados de futuros[1] para
especular con productos como el arroz, el trigo o la soja. Esto genera una
escalada de los precios de muchos alimentos básicos para la población,
especialmente en los países del Sur. Podemos decir que se ha pasado de una
"burbuja" inmobiliaria a una "burbuja" alimentaria.
Como afirma el
economista británico Raj Patel[2]
(1972) en su obra Obesos y famélicos
(Los Libros del Lince, 2008):
El
hambre y el sobrepeso globales son síntomas de un mismo problema. Los obesos y
los famélicos están vinculados entre sí por las cadenas de producción que
llevan los alimentos del campo hasta nuestra mesa. Para comer bien, para que
todos podamos comer bien, hay que romper con el monopolio de estas
multinacionales en la producción, la distribución y el consumo de alimentos.
Para que por encima del afán de lucro, prevalezca el derecho a la alimentación
de las personas.
[1] En el mundo de las finanzas, el mercado “de futuros” hace referencia
al mercado en el que se comercializan contratos estandarizados de compraventa
de una cierta mercancía a un precio y cantidad determinados. En este tipo de
contratos, la fecha de entrega de los bienes o mercancías está fijada en un
punto determinado en el tiempo; de ahí la expresión "futuros", aunque
en la mayor parte de los casos los granos nunca pasan por las manos de los tenedores
de los contratos. Sólo manejan papeles comerciables.
[2] Es un economista, académico, periodista inglés y activista, estudioso
de la crisis alimentaria mundial. Es reconocido como el más autorizado
exponente de la filosofía de la compartición.
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