Me atreví a decir que el doctor Alberto
Benegas Lynch (h) padecía de una ingenuidad evangélica. Hemos terminado de leer
su confesión, que podría ser traducida así: “Su Reino no es de este mundo”. Lo
que postula es un mundo perfecto: de mercados
abiertos y competitivos, de personas perfectas en el Reino de Dios, pero desafortunadamente es muy poco usual en
nuestros días (¿cuándo lo fue?). El problema de la mala distribución de la
riqueza, de que unos pocos acumulen tanto y otros muchos se mueran de hambre se
debe a la imperfección del funcionamiento del mercado. No es culpa de nadie, es
una dificultad de la ausencia del mecanismo
perfecto, hoy casi inexistente.
A esta altura de su lectura, estimado lector, usted
se preguntará de qué se trata todo esto. Los argumentos ¿son realmente esos? La
nota que estoy analizando está disponible en internet[1].
Se preguntará: ¿Cómo es posible que una persona con esa trayectoria académica,
con su producción de textos, su carrera docente, pueda decir lo que estamos
leyendo? La respuesta es sencilla, aunque muchas veces nada fácil de asimilar:
es la ideología imperante. El
lenguaje que utiliza, sus argumentos, sus demostraciones son moneda corriente
en academias, en congresos de economía dominados por la ortodoxia, lo que se
denomina “el pensamiento del mainstream”[2].
En los centros
de estudio de los países desarrollados, en el Foro Económico Mundial de Davos[3],
en el Club Bilderberg[4],
en el FMI, en el Banco Mundial, etcétera, donde se debaten los temas de economía,
de ciencias políticas, de finanzas internacionales, el modo de pensar y actuar
se subordina a esas premisas básicas. En esos círculos exclusivos, dominan los think tank[5],
personalidades indiscutidas como titulares de cátedra, jurados de concursos, que
predominan en los congresos internacionales, etc. Los debates se sostienen
sobre un sólido cimiento teórico, incuestionable (aunque la realidad los
desmienta), que comparte la mayoría, salvo algunos retoques de maquillaje.
Si me he detenido en estos detalles es para
tomar conciencia de las enormes dificultades que deben enfrentarse para alterar
el rumbo hacia el que se dirige la globalización, sobre los carriles de estos
modos de pensar. Es un obstáculo que debemos enfrentar, aunque el esfuerzo sea
mucho. Algunos han denominado batalla
cultural a este intento, y debe ser eso: una batalla por el cambio de las
ideas. Ante la inequidad imperante, nuestro articulista nos dice:
Sobre la base de la
antedicha "redistribución de ingresos" se agudiza el desmoronamiento
del esqueleto jurídico, puesto que la igualdad ante la ley se convierte en la
igualdad mediante la ley, con lo que el eje central de la sociedad abierta queda
gravemente dañado. Thomas Sowell[6]
sugiere que los economistas dejemos de hablar de distribuir y redistribuir
ingresos, "puesto que los ingresos no se distribuyen, se ganan", para
lo cual es menester abolir todos los privilegios de los seudo-empresarios que
se apoderan de recursos, cosa que nada tiene que ver con la adecuada atención a
las necesidades del prójimo.
Si uno se distrae, puede pensar, por un
momento, que durante este párrafo sufrió un ataque de socialismo larvado. No es
así. Esos seudoempresarios son los
que pertenecen a pequeñas o medianas empresas, desplazadas del mercado por el
dominio de las poderosas empresas multinacionales, y buscan alguna protección.
Por otra parte, los desfavorecidos por la puja distributiva entre el león y los
corderos deben aprender a derrotar al león;
en caso contrario, aceptar el resultado de la competencia.
Lo que subyace en este modo de pensar es una
antropología biologista, un darwinismo oculto que sostiene, desde el
individualismo filosófico, el triunfo de los más aptos. Pierden quienes no
están en condiciones de ganarse lo que pretenden:
Los talentos adquiridos son
consecuencia de las condiciones naturales en la formación de la personalidad,
con lo que no resulta posible escindirlos. En segundo término, nadie sabe -ni
siquiera el propio titular- cuál es su stock de talentos mientras no se
presente la oportunidad de revelarlos, y esas oportunidades serán menores en la
medida en que los gobiernos "compensen", con lo que inexorablemente
distorsionan los precios relativos.
Y agrega, para que no haya dudas:
Todos los seres humanos
somos únicos e irrepetibles desde el punto de vista anatómico, bioquímico y,
sobre todo, psicológico. El igualitarismo tiende a que se desmorone la división
del trabajo y, por ende, la cooperación social. Son indispensables las
diferentes tareas.
[2] Cultura principal o mainstream
(anglicismo que literalmente significa ‘corriente principal’) es un término
utilizado para designar los pensamientos, gustos o preferencias predominantes
en un momento determinado en una sociedad.
[3] El Foro Económico Mundial (FEM) Davos, Suiza, es una organización
internacional que reúne en su seno a destacados líderes políticos y del mundo
de los negocios para auspiciar un foro de debate sobre políticas prometedoras
para el desarrollo en el futuro.
[4] El club, conferencia, grupo o foro Bilderberg es una reunión anual a
la que asisten aproximadamente las 130 personas más influyentes del mundo,
mediante invitación.
[5] Un think tank (‘tanque de
pensamiento’ o ‘tanque de ideas’), es una institución o grupo de expertos e
investigadores en el ámbito de las ciencias sociales, vinculada o no a partidos
políticos o grupos de presión, pero que se caracteriza por algún tipo de
orientación ideológica marcada de forma más o menos evidente ante la opinión pública.
[6] Pensador y economista liberal estadounidense (1930). Su aplicación de
la lógica de la economía a distintos ámbitos sociales lo ha conducido a un
modelo de pensamiento liberal.
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